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«La (in)consistencia de la paja»: Archivo personal


En esta sociedad sobrada de boquirrotos y especímenes humanos con el cerebro en el epidídimo, pretende sentar cátedra de Machote Summa Cum Laude el Excelentísimo Señor Presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Médicos, que ha querido resaltar, urbi et orbi, un hecho «insólito» en la historia de la humanidad: Las mujeres poseen la capacidad de quedar embarazadas y parir. !Repámpanos, córcholis y caramba, don Antonio! Ahora me explico por qué, en mis taitantos años de meticulosa contemplación del vuelo de las cigüeñas, jamás observé que pendiera de su pico el consabido pañuelo paquetero en el que  —al decir de mi abuela—  portaban un rorró cagoncete y llorón que, alguna vez, terminó depositado a la vera de mi madre, desplazada al hospital porque, al parecer, tenían en dicho centro un aparcamiento para aves cicónidas en la azotea y una amplia nursery en la segunda planta.

Deshecho el entuerto y asimilado el dato biológico  —que me ha sido confirmado por mi señora madre, que no es experta en Medicina pero sí en parir—, lo que les chirría a mis circunvalaciones cerebrales es la relación que usted establece entre embarazo, parto y crianza y el “agravamiento de la medicina privada” (sic) por el hecho de ejercitarla un número mayor de mujeres que de hombres. En la próxima cena colegial a la que asista, don Antonio, y contemple  —¿aterrorizado, escandalizado, airado…?—  que, como en la que usted relata, “en las mesas por cada ocho o cada diez mujeres había un hombre” (sic), mándelas  a todas a sus casas  —si acaso se lo tolera el organismo que preside y que ya le ha enmendado a usted la plana—   a que redacten la renuncia al puesto para que un macho, un hombre de la enjundia  —amén de testículos—  que usted posee, ocupe el lugar de cada uno de esos… ¿úteros con piernas…? Ellas, al hogar, que alguna lavadora habrá que poner. O, mejor, a la Sanidad Pública, donde se necesitan profesionales sanitarios sin distinción de sexo.

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«El pedestal de los sueños»: Archivo personal


«Las injusticias espantosas de que los gitanos han sido víctimas durante siglos y cuyo resultado fue privar a mi generación y a las precedentes de todos los derechos cívicos, habrían podido continuar en nuestro país si Katarina Taikon no hubiera emprendido, hacia 1960, la lucha contra los prejuicios y el racismo bajo todas sus formas, mediante sus libros de carácter social, sus incontables artículos publicados en la prensa y sus gestiones ante miembros del gobierno, del Parlamento y de los partidos políticos.»Rosa Taikon (1926-2017), hermana de Katarina (1932-1995) y reputada orfebre sueca de etnia gitana. Premio Olof Palme 2013 por su defensa de los derechos humanos.


Los Taikon procedían de Rusia, donde el abuelo, músico itinerante, ejercía el oficio de platero que también enseñó a su hijo mayor, Johan. Al declararse la guerra ruso-japonesa en 1905, el clan Taikon emigró a Suecia, instalándose en un campamento temporal  las leyes suecas sólo permitían la acampada de gitanos en un mismo lugar durante tres semanas, pasado ese tiempo, eran obligados a trasladarse a otra ubicación—. Johan Taikon, que se ganaba la vida tocando el violín, conoció, en 1923, en un restaurante de Göteborg, a la camarera gadjé [*] Agda Karlsson. Enamorados ambos, Agda se trasladó al campamento romaní y se integró en el grupo. La felicidad de la pareja apenas duró 9 años. Unos meses después del nacimiento de la cuarta de sus hijos  Katarina, nacida el 29 de julio de 1932—  Agda Karlsson falleció de tuberculosis. Rosa, la segunda hija de Johan y Agda, y seis años mayor que la pequeña Katarina, asumió las tareas de la madre fallecida, cuidando y protegiendo a sus hermanos hasta que Johan Taikon volvió a matrimoniar con una mujer gadjé cuyo comportamiento con sus hijastros difería poco del que, tradicionalmente, se describe en los cuentos infantiles.

Cuando sus hijas tuvieron edad suficiente, Johan Taikon hizo algo que no contemplaba la rígida sociedad sueca que habitaba lejos de los infectos terrenos donde se obligaba a vivir a los gitanos: Pretendió escolarizar a sus hijas. No llegó a un año la aventura escolar. Los insultos y los golpes que recibían las hermanas Taikon de sus compañeras, ante la indiferencia de las profesoras, las obligó a abandonar el aprendizaje soñado.

A los catorce años, presionada por su entorno, Katarina contrajo matrimonio con un muchacho veinteañero cuyos malos tratos la obligaron a abortar y, en última instancia, a regresar con su familia. De nuevo juntas, Rosa y Katarina Taikon se replantearon sus vidas. Querían trabajar, estudiar y vivir en un piso  derechos estos, el de educación y el de acceso de los gitanos a una vivienda, que las leyes suecas sólo recogerían, restrictivamente, en 1959; hasta 1956 se mantuvieron las deportaciones de gitanos a campamentos especiales y entre 1934 y 1974 estuvo en vigor una ley que contemplaba la esterilización de hombres y mujeres de etnia gitana si así lo decidían las autoridades— . Decididas a relacionarse de igual a igual con las personas no gitanas, abandonaron el campamento y se mezclaron, como dos suecas más, en la populosa ciudad de Estocolmo.

A finales de 1940, Katarina y Rosa Taikon intervinieron en algunas películas suecas y obtuvieron, por fin, el acceso a una vivienda. En 1958, con 26 y 32 años, pudieron reanudar sus estudios lo que, en su caso, implicaba, aprender a leer y escribir correctamente. Era el primer paso hacia la meta que ambas ya se habían trazado: Hacer extensibles todos los derechos al conjunto de la ciudadanía, independientemente de su etnia o creencias.

En las postrimerías de la década de los cincuenta, conoció Katarina a su segundo marido, el fotógrafo Björn Langhammer, que se convertirá en el documentalista de su lucha en la siguiente década. Un hecho luctuoso e incomprensible dará más fuerza al empeño de las hermanas Taikon: El asesinato, por motivos étnicos, de Paul Taikon, de 38 años, el hermano mayor, acaecido en 1962. Rosa decidirá, entonces, proseguir con la tradición familiar de trabajar la plata; Katarina publicará su primer libro para mostrar a la sociedad sueca la miserable vida de sus compatriotas gitanos. Conferencias, artículos, libros, documentales, intervenciones en radio y televisión y manifestaciones cada vez más numerosas por las calles del país serán las plataformas desde las que denunciar las condiciones de vida de los romaníes. Katarina empieza a ser una activista conocida. Y molesta. Su pequeña hija Angelica sufrirá en el colegio las consecuencias  agresiones verbales y físicas—  de las denuncias públicas de su madre.

En 1964, Katarina Taikon consigue mantener una reunión pública con Martin Luther King  desplazado a Suecia para recoger el Premio Nobel de la Paz—,  que las autoridades suecas no consiguieron ocultar pese a la complicidad de los grandes medios escritos.

En 1969  y hasta 1981—  convencida de que la educación en la solidaridad y el respeto por las diferencias ha de empezar en la infancia, Katarina Taikon inicia la publicación de las exitosas novelas semiautobiográficas que bajo el título genérico de Katitzi, narran, en trece libros, la vida de una niña gitana que lucha por mantenerse en una sociedad sueca que sueña convertir en igualitaria y acogedora y donde, con un lenguaje sin artificios, recrea sus propias vivencias en los diferentes campamentos gitanos de su infancia. Katarina quería, además, terminar con esa visión romántica y falsa dada por los escritores suecos sobre los gitanos y que, según sus propias palabras, “tanto deforman la realidad de quienes, durante siglos, se han visto afectados por leyes injustas y discriminatorias”.

El exceso de trabajo y los continuos viajes terminaron por deteriorar la salud de Katarina Taikon. En 1982, exhausta, sufrió un accidente cardiovascular que la mantuvo en coma irreversible durante trece años. Falleció el 30 de diciembre de 1995.





APÉNDICE

  • En el año 2000 las leyes suecas reconocieron a los gitanos como minoría étnica y el rromanés como lengua propia del Pueblo Gitano, reconocimiento por el que tanto lucharon las hermanas Taikon, que consideraban que los gitanos podían conservar su propia cultura y sus tradiciones, el idioma, la música y el folklore sin dejar de ser parte de la sociedad sueca.

  • Lawen Mohtadi, periodista y escritora sueca de origen kurdo, publicó en el año 2012 una completa biografía de Katarina Taikon bajo el título Den dag jag blir friEl día que sea libre—, convertida posteriormente en el documental Taikon, estrenado en 2015 y codirigido por la propia Mohtadi.






[*] Dícese, en rromanés, de la persona que no pertenece a la etnia gitana.


NOTA

Edición revisada de un artículo publicado en esta bitácora el día 10 de marzo de 2013.

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En hipotético honor e irónica gloria de la Excelentísima Señora doña María Pilar Alía Aguado, senadora electa por Toledo del Partido Popular. Vocal, entre otros cargos senatoriales, de la Comisión de Derechos Sociales. Escandalizada denunciante, en el ágora virtual, del fehaciente adoctrinamiento de género perpetrado en la Escuela Pública por siniestros enseñantes del contubernio anarcomarxista pirenaico.

 

 

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«Korapiloa»: Txipi Txipiron


Viendo y escuchando a algún espécimen con ínfulas de guardián de las esencias visigóticas —cuando por fisonomía y hechuras podría recorrer, con o falto de kuffiya, la península Arábiga sin que nadie sospechara su procedencia occidental— aflora en la memoria el coronel Dax —cuan inmenso Kirk Douglas interpretándolo— de la extraordinaria y antimilitarista película kubrickiana Senderos de Gloria, enfrentándose al perverso Paul Mireau, el general dispuesto a sacrificar a sus soldados en nombre, ¡cómo no!, de la excelsa patria, y escupiéndole al rostro aquella tajante sentencia de Samuel Johnson: «El patriotismo es el último refugio de los canallas».

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«Futuro»: Archivo personal


La ficción como hipótesis de trabajo.

En la España distópica de Pablo Casado, presidente del gobierno del Reino del Partido Popular, se construirán inmensos complejos de tinajerías donde se alojarán las inmigrantes ilegales que, abocadas a la deportación o a servir de vasijas contenedoras de vidas al servicio del país de acogida momentánea, opten por la segunda modalidad, que no las librará de ser puestas en la frontera una vez cumplida su obligación paridora, pero las transformará, durante el período de gestación de los futuros españoles y españolas, en vientres extremadamente cuidados y bendecidos, fuentes de vida cuyos frutos serán criados por parejas legal y moralmente establecidas que educarán a esas criaturas en los nobles principios de la España donde, antaño, no se ponía el Sol.[*]


NOTA

[*] Afirma Pablo Casado que ha sido víctima de una fake news. Cada cual que lo interprete como desee.

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«Entre los dedos, II»: Archivo personal


En la primera charla-debate, previa al 8 de Marzo, sobre La historia reciente del feminismo —celebrada en la Biblioteca de Cultura Popular y auspiciada por la Asociación de Mujeres del Barrio— Agnès Hummel, la ponente, acercó a las personas asistentes a la vida de Florynce Rae Kennedy (1916-2000), activista norteamericana que sufrió en su persona doble discriminación: ser mujer y de raza negra. Graduada en Derecho en 1951, dedicó sus esfuerzos a luchar contra cualquier tipo de exclusión, en lo que ella denominaba «patología opresiva de una sociedad institucionalmente racista, sexista y clasista«. Defensora del derecho al aborto, que argumentó en el libro Abortion Rap, escrito en 1971 junto a la activista pro derechos de la mujer Diane Schulder, se le atribuyó la frase: «If men could get pregnant, abortion would be a sacrament»[*], utilizada por feministas británicas en un célebre cartel de 1975 ilustrado con la fotografía de un hombre embarazado. Al parecer, dicho eslogan no fue una creación de Florynce Rae Kennedy sino de una vieja taxista irlandesa y católica que la trasladaba, junto a su amiga, la también feminista Gloria Steinem, al aeropuerto de Boston e intervino en la conversación que mantenían ambas colegas a propósito de Abortion Rap, pronunciando la sentencia que transcribiría, tiempo después, la activista afroamericana.


NOTA

[*] «Si los hombres pudieran quedar embarazados, el aborto sería un sacramento».

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«La vida por delante»: Archivo personal

 

Ahí están. Son ellas. Las Irreductibles. Con el tiempo transcurrido recorriéndoles el rostro maduro y el cabello con vetas de ceniza levemente acunado por el cierzo. Fueron nuestro referente cuando, quinceañeras y quinceañeros con la timidez a horcajadas en nuestras mochilas del instituto, empezamos a amasar con pisadas los adoquines de la calle. Ellas, las Irreductibles, sonreían a aquel colorista e incansable grupo de adolescentes que desfilaban creciendo y madurando con cada paso. Y aún nos sonríen y asienten como nosotros y nosotras, ya alejados y alejadas de la pubertad, asentimos y sonreímos a la savia nueva que fertiliza el presente para hacer realidad los sueños del futuro.

 

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«Surreal»: Archivo personal


Hay que meter en cintura a las feministas. A esas “piojosas de ultraizquierda”(sic), como las denomina ese modelo de educación exquisita y faro de la justicia que es don Francisco Serrano Castro, honorabilísimo candidato a mandamás de la Junta de Andalucía (qué magno presidente ha perdido la tierra de Manolo Escobar) y correligionario del muy noble y ponderado hidalgo vascongado y Patriota Cum Laude, don Santiago Abascal Conde, adalid de la España Una, Grande y Atornillada, digno sucesor del astur Pelagius Rex y muñidor de esa excelsa campaña de Vindicación Masculina avalada por unas ¿estadísticas? Top Secret que aseveran la existencia de una ingente y preocupante cantidad de mujeres —¿acaso comunistas, anarquistas, psoecialistas, podemitas, separatistas, autonomistas, federalistas, abortistas y otras –istasfeminazis psicópatas de género”(sic) y “vividoras feministas radicales transgénicas”(sic) desviadas del Camino Patrio…?— maltratadoras, violadoras y asesinas de donceles y caballeros.


NOTA

Las expresiones entrecomilladas se corresponden con algunas de las utilizadas, con su probada finura, por el ilustre don Francisco Serrano Castro en diferentes tuits.

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«Sueña»: AranZazu


En la pared del fondo de la biblioteca del Centro de Cultura Popular, compartiendo espacio con las fotografías del denominado Pensil de Autores y Autoras de Aragón, hay una camiseta verde de la Escuela Pública junto a una tarjeta en la que se lee, con la precisa caligrafía de la señorita Valvanera: «Al profesor Aramayona, a quien tantas luchas nos unen». Al lado, cerca de un retrato de Ana María Navales y un dibujo hecho a plumilla de Ánchel Conte, cuelga, enmarcado entre varitas de boj, el último artículo de la bitácora del profesor, aquel que escribió el mismo día de su voluntaria muerte, anunciándola. Bajo el cuadro, una pequeña estantería de apenas metro y medio de alta donde, además de sus libros y algunos de sus artículos en prensa —sencillamente encuadernados—, se halla un DVD de la serie Tabú, de Jon Sistiaga, con el último viaje reflexivo de Antonio Aramayona Alonso, en los entornos de su combativa vida, desgranando su cotidianidad previa a ese final que él mismo planificó, anunció y ejecutó el día cinco de julio de dos mil dieciséis, a las cuatro de la tarde, en Zaragoza, la ciudad donde nació en 1948.


Antonio Aramayona, admirado maestro, que se definía a sí mismo —siempre reconocible y tan familiar en su silla de ruedas— como perroflauta motorizado por las calles de Zaragoza, fue profesor de Ética y Filosofía, activista del laicismo y de la Marea Verde por la Escuela Púbica, miembro de la Asociación Pro Derecho a Morir Dignamente, combatiente por la justicia social, escritor, articulista y defensor hasta las últimas consecuencias de la libertad individual para vivir y morir.

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«Entre los dedos»: Archivo personal

 

Roza la mano la urna. Tamborilean las uñas sobre el metacrilato transparente de la aprisionada voluntad ciudadana. Resbalan los sobres blancos y sepias entre las yemas de los dedos abocadas al fatalismo y sacude un espasmo cerebral la mente abstraída.

 

«Se acabó lo que se daba. No se acabó el bipartidismo, sino que ganó la delincuencia organizada, los granujas, los maleantes de alma, capitaneados por un tonto malvado. Nada menos que siete millones de granujas, porque tan maleantes y corruptos son quienes han urdido la trama inacabable de la corrupción, los recortes sociales, la ley Mordaza, como todos y cada uno de los que les votan porque les permiten seguir en el poder y porque, cómplices, votan eso: corrupción, mentiras, trampas, abusos policiales y judiciales, leyes retorcidas en beneficio de una clase social, militarización de la vida española, sumisión internacional, clericalización grotesca, pérdida de soberanía, negocios bancarios en detrimento de las economías más débiles, saqueo de las pensiones… ¿Sigo? Para qué. No son mis conciudadanos, sino mis enemigos en lo personal, pueden hacerme daño, a mí y a los míos.»Miguel Sánchez-Ostiz. Artículo publicado en su bitácora Liquidación por derribo bajo el titulo Ganó la delincuencia organizada.

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