«Colores»: Archivo personal
Recién amanecido, se interna el trío por el hayedo. Lola Haas, que se halla de visita desde el martes, como invitada de la señorita Valvanera, la vieja maestra, protesta por el frío matutino y la humedad de sus pies enfundados en unas zapatillas de loneta. “Te dije que ese calzado no era adecuado…”, le sermonea la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio. Atraviesan el campo de almendros recién vareados que abarca desde el desnivel de la pardina[1] de arriba hasta los límites de las vides del saso[2] y suben, por un repecho resbaladizo, hasta el mirador donde la sierra, todavía veteada de verano, alza sus crestas a la neblina horadada por los rayos solares. “No creo que me acostumbrara a la vida rural”, asegura Lola, sentada sobre una soleada laja cuarteada y a prudente distancia de la pendiente yerma del barranco.
La tarde del jueves María Petra y la veterinaria llevaron a Lola a la nave del señor Juan a escoscar[3] las almendras recogidas esa misma mañana. Con buena disposición al principio, la francesa no tardó en cansarse de separar, a navaja, las pieles secas amarronadas que envolvían las almendras; otro tanto sucedió cuando, siguiendo el rudimentario proceso de toda la vida, hubo de quebrar con una piedra la cáscara exterior para acceder al fruto. “Esto mismo hacían los que vivían en esas cuevas prehistóricas de más arriba”, ironizó después de haber partido no más de media docena de almendras, convertir la mayoría de los frutos en migajas y lastimarse dos dedos.
Regresan al Barrio por la senda viciada cubierta de diminutos guijarros que bordea el barranco. “Este sendero es más practicable que el otro”, dice Lola. María Petra y la veterinaria se miran y sonríen. Ninguna de ellas le explica que, a menos de cien metros, ese camino accesible termina abruptamente en una leve cortada con cinco anclajes metálicos, a modo de escalones, que han de salvarse para retomar el camino hasta el pueblo.
NOTAS
[1] En Aragón, monte bajo para pastos.
[2] Id, elevación con paredes verticales y cumbre llana que forma una terraza.
[3] En aragonés, limpiar.