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Archive for marzo 2015

«Bocados»: Archivo personal


Entre bocado y bocado, y con el cierzo cargando contra la loneta que ejerce de falsa pared de la veranda sin techumbre, van las conversaciones de la ceca a la Meca entremezclándose con las de los comensales arracimados en las mesas vecinas.

No mencionéis el avión otra vez, que aún estoy asimilando lo ocurrido…
Pues el abuelo de la víctima de Jaca ayudó a nacer a mi madre…
Ya veréis, ya, como terminan colocando a los depresivos en las listas de posibles terroristas…
Por favor, por favor, por favor…
Ayer, cuando sobrevolábamos el parque eólico cercano a Noain, me entró una aprensión…
Vamos a dejarlo, por favor…

Danzan los cabellos al viento y revolotean las servilletas de papel y los sobres vacíos de los azucarillos.

Estaba pensando en utilizar el We Shall Overcome de Pete Seeger para la lectura pública de las memorias de Martín Arnal
Uf, demasiado lenta y con un origen religioso que tira para atrás…
Busca algo de Léo Ferré
Podíamos improvisar algunos acordes con las guitarras…
Sí, claro, como tenemos tanto tiempo…
Pues a mí me gusta la idea…
Bueno, bueno, bueno, no os embaléis…

Van despoblándose de humanidad saciada las terrazas de la calle del Padre Huesca y acuden, en anárquico intervalo, los gorriones de los aleros a revisar los restos.


«Oh, deep in my heart, I do believe…
We shall overcome someday
«.

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«[…]en la realidad hidrológica, económica, productiva y social española, los grandes trasvases […] no responden a una necesidad social objetiva de nadie ni a una estrategia productiva o autárquica del país, sino a una apetencia, a un deseo de lucro que raramente guarda proporción con el daño físico y moral que conllevan, y menos aún con su coste económico y patrimonial de naturaleza. Su perversidad está en que son planteados como un parabién del futuro, como una exigencia del progreso, que en su hipocresía no duda en utilizar el discurso de las necesidades de boca y la situación del pobre agricultor.»Fco Javier MARTÍNEZ GIL. Catedrático Emérito de Hidrogeología. Universidad de Zaragoza


Regresan los ingenieros de la demagogia financiada con su aluvión de embustes generadores de improperios. ¡Trasvase! ¡Trasvase! ¡Trasvase!, vocean. Y el coro de incondicionales —con los oídos anegados de las consabidas engañiflas— grita, con el desprecio escupido con cada sílaba: ¡In-so-li-da-rios! ¡In-so-li-da-rios!

«Dios ha castigado a los aragoneses con las riadas por avariciosos«, dice una señora de muy buen ver mirando, tras las gafas de sol, la cámara que llevará su sentencia hasta las familias que han perdido casas, tierras y ganado.

En un país donde el desconocimiento arrastra más sedimentos que las crecidas de los afluentes que han desbordado el río principal, se sigue entonando el mantra del agua que el Ebro «tira al mar» en vez de transportarla, ¡oh, divinidades del cemento!, mediante una red de canales y tuberías de buenas proporciones, ochocientos kilómetros en sentido contrario, en trepidantes pendientes cuyo bombeo eléctrico entraría en la historia de las aberraciones hidráulicas del siglo XXI, amén de arrasar una parte considerable de la cuenca cedente para construir en ella portentosos pantanos donde guardar el preciado líquido que exigen quienes pretenden mantener sus vergeles hortelanos y sus paraísos para turistas a costa del prójimo del norte.

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