«ὄνειρος»: Archivo personal
Abríase la pista forestal entre carrascas —en sinuosa ascensión que las balizas amarillas proclamaban sencilla— hasta el imponente megalito de la Siureda, desbrozadas sus inmediaciones del enmarañado follaje que preservó el dolmen de la curiosidad humana hasta la década de los ochenta, a pocos metros de la atalaya medieval de Bel Œil, que un día miró, desafiante, los 1256 metros del pico Néoulous, guardián asilvestrado de la llanura del Roussillon.
Pugnaba inútilmente el Sol por rozar las formas humanas que, sentadas en semicírculo, engullían los sándwiches que, unas tres horas antes, habíales preparado la maternal Mme. Faure, dueña de la casa de huéspedes de Maureillas; la misma Mme. Faure que, siete años atrás, les había presentado a la afectuosa Colette Marlot —née Colette Durruti— la hija del célebre anarquista herido de muerte en la Ciudad Universitaria de Madrid el 19 de noviembre de 1936 y fallecido al día siguiente.
Pueblan los sueños el bosque de alcornoques que declina hacia Maureillas-Las Illas; se acallan las conversaciones y sólo los pájaros amenizan, con su locuacidad cantarina, el manso sesteo vigilado por los insectos.
Revolotea el sopor en los ojos entornados de los onironautas que, recostados contra las mochilas, se dejan acunar por el mismo aire humedecido que bambolea las copas aparasoladas de los árboles.