«La vida por delante»: Archivo personal
Ahí están. Son ellas. Las Irreductibles. Con el tiempo transcurrido recorriéndoles el rostro maduro y el cabello con vetas de ceniza levemente acunado por el cierzo. Fueron nuestro referente cuando, quinceañeras y quinceañeros con la timidez a horcajadas en nuestras mochilas del instituto, empezamos a amasar con pisadas los adoquines de la calle. Ellas, las Irreductibles, sonreían a aquel colorista e incansable grupo de adolescentes que desfilaban creciendo y madurando con cada paso. Y aún nos sonríen y asienten como nosotros y nosotras, ya alejados y alejadas de la pubertad, asentimos y sonreímos a la savia nueva que fertiliza el presente para hacer realidad los sueños del futuro.
Sororidad, una palabra que no conocía.
Otra cosa relativamente curiosa es que yo no tuve compañeras de carrera… perdón, solamente una estudió conmigo peritaje eléctrico, la actual ingeniería industrial eléctrica.
Se nota la diferencia de edad y también las distintas disciplinas.
Antaño, hombres y mujeres eran educados en habilidades muy diferenciadas y eso obstaculizaba que las mujeres se decantaran por el tipo de estudios que comentas.
Y sí, sororidad resulta, todavía, una palabra extraña y novedosa; el año pasado la incorporó la RAE al diccionario.
«…la savia nueva que fertiliza el presente para hacer realidad los sueños del futuro.»
Tienes una manera muy cercana y amable de hablar de las injusticias, no desde el rencor sino desde el respeto y defensa, desde la empatía y sensibilidad. Con convicción y sin caer en el olvido.
Todo eso lo comparto.
Ojalá las enseñanzas de esas mujeres irreductibles, sean pilares recios donde seguir construyendo. Siempre adelante, ni un paso atrás.
Y que nunca nos cubra la indiferencia.
Un fuerte abrazo.
Siempre hay personas comprometidas que, sin pretenderlo, convierten sus acciones en pedagogía social y ejemplo para otras, sin necesidad de mítines ni eslóganes.
Con cuánta generosidad y cariño te expresas…
Otro abrazo.
Lo malo es que las de entonces, ya no somos las mismas.
…pero las convicciones tienen la misma esencia; el tiempo habrá incidido más en tus articulaciones que en tu conciencia.
También es que, como decía Concha Lagos:
Vamos diciendo «bueno» a tantas cosas
que nos hubieran puesto en pie de guerra…
Leyéndola en la virtualidad he estado, a raíz de esos dos versos.
No he mirado lo que hay de ella en Internet, pero yo la recordé con un poema en esta entrada.
http://el-macasar.blogspot.com/2009/05/una-habitacion-propia.html
En la página A media voz ha sido, precisamente, donde he leído alguno de sus escritos.
Fuerza con esa lucha, somos muchos los que estamos también con ustedes luchando para que no exista la desigualdad.
La palabra llamó mi atención hace unos años cuando la vi en un graffiti, escrita sola, con un corazón al lado. Desde ahí se me quedó grabada
Abrazo!
Pues sí, la igualdad que defiende el feminismo no es un asunto de mujeres, sino de mujeres y hombres. De seres humanos. Codo con codo.
Otro abrazo.