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Archive for abril 2011

Impulso

«Surrealistic art»: Richard Wazejewsji


Quedáronse enterradas en el limo las solitarias congojas y las tristezas compartidas. Nos desprendimos de la onerosa masa de las penas y renacimos de entre las lágrimas con el ímpetu de la esperanza inyectado en el espíritu.

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En Hungría  -país que asumió, en enero de este año, la presidencia del Consejo Europeo- el partido ultraderechista Jobbik, bendecido, merced a los votos ciudadanos, con 47 escaños en el Parlamento magiar, no sólo continúa con alevosa impunidad su campaña de terror contra la minoría romaní sino que no duda en ratificar públicamente sus fuentes ideológicas. El pasado 20 de abril, el canal televisivo CN1 de los filonazis húngaros emitió a través de internet un vídeo de corta duración que  conmemoraba el 122º aniversario del nacimiento del siniestro Adolf Hitler y donde se honraba al impulsor del Partido Nazi alemán como “gran estadista que logró alcanzar un gran desarrollo económico y moral de Alemania” y acabó siendo “víctima de una caza de brujas organizada por anglosajones y bolcheviques”.

Gábor Vona, líder del partido Jobbik e  inspirador del  “Boldog születésnapot, mein Führer![1]”, ya demostró suficientemente su ruindad cuando, en la primavera de 2010, juró su cargo de diputado electo vestido con el uniforme de la organización paramilitar Magyar Gárda, heredera de los facinerosos que durante la II Guerra Mundial colaboraron con la Alemania nazi en la detención y asesinato de miles de judíos y gitanos de nacionalidad húngara.

Cuentan los ancianos patriarcas que, un día, las carretas trashumantes dejaron de rodar por los viejos caminos europeos y enmudecieron las voces que seguían el compás chirriante de los ejes mientras saltaban las ruedas, en repetitivo juego, sobre las piedras talladas a golpes de huída.
Recitan los arrugados sabios nombres impronunciables, retales desiguales de vidas sajadas, recuerdos aprendidos de otras voces que, a su vez, escucharon la desdichada retahíla cuando la memoria todavía no se había distanciado del pasado.
Una vez que el silencio recoge el testigo y entrecierran los ojos los patriarcas, el auditorio, como un único ser humano, se yergue y, una a una, resuenan -en una cascada de dejes plurilingües- las filiaciones de los hombres, mujeres, niñas y niños de etnia romá víctimas del genocidio nazi, con una leve pausa entre uno y otro nombre, en mudo homenaje a aquellos que, amén de la vida, fueron desposeídos también de su identidad.




Dicebamus hesterna die…


NOTA
[1¡Feliz cumpleaños, mi Fuhrer!»

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En las aguas quietas y apresadas en el penal del cemento se reflejan los rostros muertos de quienes desgastaron las suelas de esparto de sus alpargatas en el desigual empedrado de sus callejuelas mientras se abrevaban los mulos que tiraban del trillo en el asimétrico espacio de las eras.

Susurran las coníferas cercanas al pantano como si los espíritus compungidos de los desterrados moradores del pueblo anegado hubieran quedado prendidos en las agujas de los pinos, esperando las sacudidas del viento para regresar, en rápido vuelo sin retorno, al cobijo de adobe y piedra que el agua, compadecida, deja emerger como solitarios faros de la historia vivida.

(El caminante, detenido ante la mortaja líquida, une su voz al lamento de las coníferas y murmura: “Adiós, barquitos hundidos…«. Y una lágrima dibuja tres círculos concéntricos en el agua.)

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En la replaceta que forman la pared sur de la Abadía y el muro delantero del Gortón de Francisquer, los gitanos instalan  -el primer y último sábado de cada mes, cuando llega el buen tiempo-  un mercadillo que en el Barrio se denomina, familiar y jocosamente, Los Zarrietes [1]

Son cuatro puestos bien surtidos de ropa y complementos que regentan los Gabarri Clavería, una esforzada familia de calés navarroaragoneses con muchos años de dedicación a la venta ambulante.

Pilar-Carmen, la menor de los cuatro hijos del señor Gabarri, se encarga, principalmente, del puesto de calcetines, medias y ropa interior femenina. Es una guapa muchacha de poco más de veinte años, con la piel ligeramente bronceada, los ojos inmensos y sendos piercings en la nariz y el labio inferior. Buena comerciante, tiene siempre las palabras apropiadas para las clientas, a quienes trata con tanta familiaridad como respeto, actitud que termina por animar a las simples mironas a aflojar el monedero para hacerse con alguna de las prendas que la joven gitana promete regalar si “alguna de ustedes, señoras mías, descubre dónde se halla la tara”.

Pilar-Carmen, que cursó magisterio en la especialidad de Educación Infantil, prepara oposiciones y estudia Psicología en la UNED, actividades que ocupan parte de las horas que no dedica al negocio familiar.

En el zaguán de la Abadía, que ejerce de improvisado probador, las mujeres se embuten en vestidos y bañadores mientras Pilar-Carmen ensalza la perfecta caída de tal o cual vestimenta o niega con la cabeza cuando se hace evidente que clienta y atavío son incompatibles. Entonces, con determinación, corretea hasta los puestos y regresa con una nueva prenda que, asegura, “le va a quedar  a usted di-vi-na”.


De once a dos, el sábado que toca, el corazón del Barrio se traslada desde el bar del Salón Social al mercadillo de los gitanos, donde entre bolsos, cinturones, calcetines, gorras, leggins, faldas, camisolas, vestidos, braguitas, medias, pashminas, sujetadores, blusas, albornoces, camisetas, pijamas, bañadores, pañuelos, camisones y sombreros, se desliza la mañana sabatina buscando la sombra de los soportales.


NOTA
[1] Diminutivo de zarrio, que significa trapo, tela vieja, pingo.

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