«Catedral de Huesca al cielo»: Kum111
Cuando sobre el mediodía del 26 de agosto de 1937, tropas de la IV Brigada de Navarra y de la italiana División Blindada Littorio, adscritas ambas al ejército sublevado contra la República, entraron victoriosas en la ciudad de Santander, los ecos de la conquista llegaron hasta Huesca, ciudad que había quedado en manos fascistas desde el inicio de la guerra. El jolgorio festivo de los afectos a Franco engalanó momentáneamente la capital oscense y una ruidosa pirotecnia se elevó a las nubes hasta que uno de los cohetes lanzados impactó contra el chapitel de madera emplomada que coronaba la torre del campanario de la magna catedral altoaragonesa, incendiándose y desmoronándose aquel y finalizando así, bruscamente, la celebración.
De tal guisa, con la torre sin remate, conocieron las siguientes generaciones el magnífico templo, relegada al olvido forzado la causa de tan irregular arquitectura. Pero hete aquí que, a mediados de este mes de diciembre, ochenta y tres años después de la accidentada pérdida del elemento ornamental catedralicio, el portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Huesca presentó una enmienda a los presupuestos municipales proponiendo que el Consistorio de la ciudad se hiciera cargo de la reconstrucción del desaparecido chapitel que, argumentaba, “fue destruido por la artillería republicana en el transcurso de la guerra”.
Tan falaz afirmación, no se sabe si fruto de la ignorancia o del revisionismo histórico, ha producido más ruido, si cabe, que el cohete desviado que descabezó la vieja torre, y a la indignación, no exenta de chanzas, de quienes conocían la versión real de lo acontecido aquel agosto de 1937, han venido a añadirse las declaraciones del representante de Patrimonio de la Diócesis, que ha desmentido con pruebas documentales que la pérdida del chapitel se debiera a la intervención belicosa republicana sino a la suma de la fatalidad, la imprudencia y la nula destreza de algún falangista metido a pirotécnico chapucero.