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Posts Tagged ‘Corona de Aragón’

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«Alberca»: Archivo personal


Como si no hubieran sido suficientes las prebendas y posesiones de que disfrutaban las Órdenes Militares por los servicios prestados, les legó el Batallador el reino con ligereza impropia de un hombre cabal”, argumenta Manuel, andarín, ex-bibliotecario y estudioso de la Historia de Huesca, cuando el exiguo grupo de caminantes echa a andar hacia la alberca de Cortés, con el familiar y modernista puente de San Miguel transformado en kilómetro cero de la marcha.

Pese a la temperatura  cero grados a las siete y trece de la mañana—  Manuel, que en agosto cumplirá setenta y ocho años, únicamente lleva un ligero chubasquero sobre una camiseta de manga larga, finos pantalones de loneta hasta los tobillos y, en los pies, sus sempiternas sandalias de tiras cruzadas y suela neumática; sin calcetines. Como si fuera inmune al frío. Dejando en evidencia a sus acompañantes  —con ropa deportiva térmica—  de los que, por edad, podría ser padre y, en algún caso, abuelo.

El grupo festonea la margen derecha del río Isuela al ritmo de las zancadas del hombre mayor que, de vez en cuando, reduce la marcha para trazar, señalando con las manos, una línea imaginaria en el paisaje, delimitando las antiguas posesiones eclesiásticas donadas por los sucesivos reyes aragoneses y las heredades de otros prohombres de la Corte medieval en una época donde una de las preocupaciones de los monarcas era mantener el flujo de agua necesario para regar las extensiones de cultivo oscense, ampliando los recursos hídricos que habían dado renombre a la agricultura con la red de acequias construidas cuando la ciudad era gobernada por los sarracenos.

En 1134, en virtud del testamento de Alfonso I el Batallador, los Hospitalarios, los canónigos del Santo Sepulcro y los Templarios se convierten en los herederos del Reyno, no renunciando a los derechos que les correspondían hasta el reinado de Petronila, casada con Ramón Berenguer y constituida ya la Corona de Aragón. A cambio de esa renuncia, las Órdenes Militares recibieron diferentes posesiones en el Reino de Aragón, que fueron incrementando a lo largo de los años. Con la caída de los Templarios, la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén se convirtió en la encomienda con más propiedades en Aragón y Cataluña, creándose la Castellanía de Amposta, desde la que se gobernaban las tierras y haciendas hospitalarias que, además, gozaban de privilegios y exenciones fiscales.

Y esta alberca de Cortés”, señala Manuel aspirando profundamente al detenerse frente a ella, “fue mandada construir a finales del siglo XV por Diomedes de Vilaragut, máxima autoridad de la Castellanía de Amposta, que tenía su sede, por concesión real, en el palacio de la Zuda de Zaragoza. La terminaron de construir allá por 1501 y la calcularon para que pudiera contener medio millón de metros cúbicos de agua. Y aunque el objeto de la misma era la traída de agua a Huesca, los primeros beneficiarios fueron los propios sanjuanistas, cuyas posesiones se extendían por toda esta zona. No eran lerdos, no”. Vuelve a aspirar, como si quisiera absorber todo el oxígeno del entorno.

En el centro de la alberca se mece una solitaria focha mientras lo que parece una cerceta común permanece en el carrizal inundado de la orilla, junto a una pareja de patos silvestres.


Se avistan desde el sendero el puente de San Miguel y el torreón del convento de las Miguelas. El Isuela baja silencioso y regresan los paseantes bordeando el cauce.
Son las diez menos veinte de la mañana. En el acceso peatonal del puente se despide y dispersa el grupo. Manuel cruza el paso de cebra, se vuelve a saludar con la mano desde la acera contraria y, a buen ritmo, prosigue su camino por el Paseo de Lucas Mallada.

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«Back Closet»: Siff Skovenborg


«El Rey Alfonso, […] ,a todos y cada uno de sus nobles, amados y fieles nuestros y sendos gobernadores, justicias, subvengueros, alcaldes, tenientes de alcalde y otros cualesquiera oficiales y súbditos nuestros, e incluso a cualquier guarda de puertos y cosas vedadas en cualquier parte de nuestros reinos y tierras, al cual o a los cuales la presente sea presentada, o a los lugartenientes de aquellos, salud y dilección. Como nuestro amado y devoto don Juan de Egipto Menor, que con nuestro permiso irá a diversas partes, entiende que debe pasar por algunas partes de nuestros reinos y tierras, y queremos que sea bien tratado y acogido, a vosotros y cada uno de vosotros os decimos y mandamos expresamente y desde cierto conocimiento, bajo pena de nuestra ira e indignación, que el mencionado don Juan de Egipto y los que con él irán y lo acompañarán, con todas sus cabalgaduras, ropas, bienes, oro, plata, alforjas y cualesquiera otras cosas que lleven consigo, sean dejados ir, estar y pasar por cualquier ciudad, villa, lugar y otras partes de nuestro señorío a salvo y con seguridad, siendo apartadas toda contradicción, impedimento o contraste. Proveyendo y dando a aquellos pasaje seguro y siendo conducidos cuando el mencionado don Juan lo requiera a través del presente salvoconducto nuestro, el cual queremos que lleve durante tres meses del día de la presente contando hacia adelante. Entregada en Zaragoza con nuestro sello el día doce de enero del año del nacimiento de nuestro Señor 1425. Rey Alfonso.»
—Documento extendido, en calidad de salvoconducto, por Alfonso V de Aragón para que el gitano Juan de Egipto Menor y sus gentes puedan viajar libremente por los territorios de la Corona—


El 12 de enero de 1425 quedó documentada, con parabienes incluidos, la entrada de los primeros gitanos en los territorios de la Corona de Aragón. Apenas ochenta y cinco años después, en 1510, los Fueros del Reino recogían idénticas medidas represoras que las promulgadas por la Pragmática de 1499 de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón: «Se les concede un plazo de sesenta días para salir del reino y a los que sean hallados se les castigará con cien azotes y destierro a perpetuidad; la segunda vez se les cortarán las orejas, permanecerán sesenta días encadenados y sufrirán destierro. Los apresados por tercera vez pasarán a ser esclavos por el resto de su vida».

A partir de esa fecha —y con brevísimoss períodos de tutelaje paternalista por parte de los gobernantes— comienza la represión brutal contra un grupo que se ve obligado a sobrevivir en una sociedad hostil, en absoluto diferenciada de las que acogen al resto de los gitanos extendidos, desde las regiones hindúes de Punjab y Sinth —de las que eran originarios—, por toda Europa.


«Tomo consciencia de los siglos recorridos y me digo: No han podido con nosotros. Aquí estamos. Aquí seguimos tirando los unos, los conscientes, de los otros, los resignados. Aquí y allá, aun desde el silencio, seguimos elevando la voz, no para quejarnos, únicamente, de las injusticias del pasado y del presente, sino para demostrar que nuestro empuje es también necesario en las sociedades donde nos hallamos integrados. Para que tanto sufrimiento de los nuestros no haya sido vano».- Barsaly H. (1938-1999), activista gitano.


NOTA

Sastipen thaj mestipen es una expresión en rromanés que significa Salud y libertad.

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«Petronila I de Aragón, (detalle)»: Archivo personal


«No pienso que galera o bajel o barco alguno intente navegar por el mar sin salvoconducto del rey de Aragón, ni tampoco creo que pez alguno pueda surcar las aguas marinas si no lleva en su cola un escudo con la enseña del rey de Aragón».- Crónica de Bernat Desclot, siglo XIII.


Cuando en 1137 se acordó el matrimonio bajo el régimen jurídico aragonés llamado casamiento en casa—  de la pequeña Petronila, hija y heredera del rey Ramiro II de Aragón, con el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona, se sentaron las bases de la que, hasta el siglo XVIII, sería denominada Corona de Aragón, potencia de primer orden, con especial significación en aguas del Mediterráneo —denominado Mar Aragonés en la época de esplendor de la Corona—,  que estuvo formada por el Reino de Aragón, los condados de Cataluña y posesiones adscritas al condado de Barcelona, los Reinos de Mallorca, Valencia, Sicilia, Córcega, Cerdeña y Nápoles y los ducados de Atenas y Neopatria.

Ramiro II, padre de la heredera al trono de Aragón, en las capitulaciones matrimoniales de la futura reina Petronila I, no dudó en dejar pactadas sus intenciones, no cediendo a su yerno ni la dignidad ni el título de rey —salvo que Petronila, reina propietaria, falleciera sin descendencia—, que sí heredaría Alfonso, su nieto y primer rey de la Corona de Aragón, hijo de Petronila y Ramón Berenguer.


Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y consorte de Petronila I, fue intitulado Príncipe de Aragón y, como tal, ateniéndose a los deseos de su suegro Ramiro II y a los Fueros de Aragón, administró hábilmente y amplió el reino aragonés hasta su muerte, acaecida en 1162, legando a su hijo primogénito el condado de Barcelona. En 1164, Petronila I otorgó testamento —ratificando el que ya había firmado en 1162— instituyendo formalmente como heredero del Reino de Aragón al primero de sus hijos, el ya conde de Barcelona, retirándose de la vida pública. Nacida en Huesca, el 29 de junio de 1136, la reina aragonesa falleció en Barcelona, el 15 de octubre de 1173. Fue la última monarca del Reino de Aragón, como feudo individual, y la transmisora de la dignidad real que posibilitaría la unificación de distintas tierras y sus singularidades diversas, bajo la férula de la Corona.

Alfonso II, el Casto. Pedro II, el Católico. Jaime I, el Conquistador. Pedro III, el Grande. Alfonso III, el Liberal. Jaime II, el Justo. Alfonso IV, el Benigno. Pedro IV, el Ceremonioso. Juan I, el Cazador. Martín I, el Humano. Fernando I, el Honesto. Alfonso V, el Magnánimo. Juan II, el Grande. Fernando II, el Católico. Fueron los monarcas que, desde el siglo XII al siglo XVI, dirigieron, gobernaron, guerrearon y expandieron la Corona de Aragón.


Los diferentes territorios que conformaban la Corona mantuvieron sus peculiaridades, lenguas, leyes y privilegios hasta la subida al trono del rey de España Felipe V de Borbón, contra cuyos partidarios lucharon en la Guerra de Sucesión, apoyando la candidatura al trono de España del archiduque Carlos de Habsburgo, segundo hijo del emperador Leopoldo de Alemania.

El primer rey Borbón, consciente de tener el enemigo en casa, se vengó de aquellas tierras díscolas, que se habían opuesto a su entronización, firmando los Decretos de Nueva Planta, que ordenaban la supresión de las fronteras arancelarias, los fueros y todos los privilegios de los territorios que, durante siglos, formaron parte de la Corona de Aragón, pasando a regirse, desde ese momento y por mandato real, aunque no sin resistencia, por las leyes de Castilla.


De aquel pasado común de los territorios de la Corona queda, en la actualidad, la impronta del Signum Regni Nostri, las barras aragonesas que todavía conforman las banderas de Aragón, Cataluña, Comunidad Valenciana y Baleares, aun cuando determinado revisionismo histórico haya propiciado el ocultamiento y la tergiversación del pretérito compartido.



ANEXO



NOTA

El retrato de cuerpo entero, e idealizado, de la reina Petronila I, que ilustra el artículo, fue pintado por Manuel Aguirre Montálvez (1822-1859) y se halla en la Diputación Provincial de Zaragoza.

 

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Joan Manuel Tresserras, público nesciente que ocupa el cargo de Consejero de Cultura y Medios de Comunicación de la Generalitat de Catalunya, ha expresado su júbilo ante la real masa momificada del monarca de la Corona de Aragón, Pedro el Grande, asegurando que dichos restos servirán para que se comprenda la importancia de Catalunya durante el medievo, “davant les temptacions d’alguns d’ocultar-la”.

El ignaro político –que ha reeditado la teoría de la Corona Catalano-aragonesa sin que su músculo risorio enviara una alerta para el inmediato vaciado de la vejiga urinaria- parece dispuesto a enmendarles la plana a los amanuenses de los abundantes legajos que desmienten las descaradas tergiversaciones perpetradas por una esforzada pléyade de acomplejados burgueses cuyo mayor mérito es haber creado, en los dos últimos siglos, dos tipos de especímenes fácilmente reconocibles: el muñidor de seudohistorias y el alumbrado obtuso.

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