«Desde el mirador»: Archivo personal
A buen paso y sin paradas, caminan desde Zizur hasta el cordal de la sierrecilla —donde una prospección descubrió un emplazamiento romano de campaña— que domina Gazólaz, siguiendo el familiar itinerario que otros senderistas, en su mayoría mujeres, recorren en una y otra dirección, aunque obviando la ascensión al monte. Son tantas las personas que parecen haber acordado transitar a la vez por la misma vereda que el camino ya semeja un bulevar festoneado de hierbas y árboles entre los que, con mejor o peor soltura, hace el paseíllo una buena colección de calzado deportivo con el color blanco como seña predominante.
A la vuelta, pasado el mirador, se cruzan con el señor Juan-Ignacio —ochenta y seis años mejor que bien llevados— y su nuera, vecinos de Madalina y Camelia y habituales entre los paseantes que hacen la ruta Zizur-Gazólaz-Zizur. “A estos mañicos habrá que empadronarlos en Navarra”, les dice el hombre, con un guiño, sin detener la marcha.
El señor Juan-Ignacio nació, en 1937, en un caserío de Oyarzun que, durante la II Guerra Mundial, sirvió de refugio a aviadores aliados derribados en Francia y que la conocida como Red Comète, que contaba con colaboradores en el País Vasco, se encargaba de trasladar a los consulados británicos de San Sebastián y Bilbao, rehuyendo a la Gestapo y a la policía franquista. La Red Comète fue puesta en marcha en 1941 por la joven belga Andrée (Dédée) de Jongh (1916-2007) para evacuar a través de la frontera franco-española a pilotos aliados, combatientes fugados de campos de concentración y prisiones, judíos y cualquier persona perseguida por los nazis. Entre los colaboradores españoles, la Red Comète contó con María Garayar Recalde (1893-1983) y miembros de su familia. Tanto su marido, pese a no pertenecer a la Red, como ella y sus cuñados fueron detenidos por la policía franquista y encarcelados. En Bélgica y Francia, varios miembros de la Red Comète cayeron en manos de la Gestapo y algunos fueron fusilados, pese a ello los nazis no consiguieron desmantelar la organización, a la que también perteneció Maritxu Anatol Aristegi (1909-1981), una francoespañola con residencia en Irún cuya heroica contribución a la Red Comète fue reconocida en 1946 por los gobiernos de Francia, Inglaterra y Estados Unidos.
Cuando el tiempo es bueno, no es difícil encontrar ese cruce de personas con atuendos más o menos deportivos que disfrutan de los paisajes y del ejercicio saludable. Como tantas veces me sucede en tu blog, no paro de aprender, en este caso no conocía la Red Comète, ni la labor humanitaria que desarrollaba. A través de los enlaces he conocido la apasionante vida de Andrée y de Maritxu. Muy interesante. Un abrazo.
En tiempos tan escabrosos como aquellos de la guerra mundial es admirable que existieran personas capaces de jugarse la vida por otras. Fueron actos de solidaridad extrema que merecen ser recordados por muy alejados que se hallen en el tiempo porque demuestran que en las peores circunstancias es cuando más aflora la generosidad de los seres humanos.
Abrazos.
Me gusta conocer lugares y costumbres que no conocía. Te mando un beso.
Es una apreciación que compartimos.
Otro beso para ti.
Cuantas historias grandes y pequeñas desconocemos de aquellos años oscuros. Yo no tenía ni idea de la existencia de la Red Cométe y su actividad. Interesante.
Salud.
Recientemente, la escritora Juana Cortés Amunarriz ha publicado una novela de ficción, Las vivas, en cuya trama aparece la Red Comète en relación a un grupo de mujeres vascas que esconden a un aviador inglés.
Salud.
Buscando información sobre la Red Còmete, he encontrado un artículo interesante, que amplía el tema a todo el trasiego que hubo en los Pirineos, tanto para un lado como para otro, en las distintas guerras y circunstancias. Y habla de muchas redes y muchas personas individuales, que hicieron una gran labor y no han sido reconocidas.
Dejo el enlace por si alguien quiere leerlo.
https://www.elcorreo.com/bizkaia/sociedad/201610/10/cordillera-salvadora-20160917214347.html
Un buen artículo el que traes. Precisamente esa era la idea, que quien tenga interés en saber más pueda hacer una búsqueda partiendo de las pinceladas trazadas en esta entrada. Hace un tiempo ya escribí sobre Paco Ponzán y su Red de Evasión (en la que el grueso de colaboradores y colaboradoras era anarquista) que operaba en Toulouse con las mismas metas que la Red Comète.
De este tema, pero de forma ligera, hemos tenido conocimiento por el cine y la narrativa, pues ha habido novelas y películas que lo han tocado. Sin ir más lejos, me parece recordar que uno de los personajes de Por quién doblan las campanas, de Hemingway, se dedica a guiar a través de la frontera a republicanos que huyen de las tropas franquistas.
Los mugalaris o pasadores cumplían una función tradicional que, en muchos casos, pasaba de padres a hijos. En el caso de las redes de evasión, también solían recurrir a estos pasadores experimentados que eran quienes mejor conocían las rutas, los controles y los lugares más adecuados para el tránsito.
Siempre hay gente dispuesta a ayudar como María. La fontera de los Pirineos en esa época estuvo bien transitada por ambos lados. No sabía de la Red Cométe y su interesante ayuda. Me apunto el libro, me gustan estas historias. Estoy leyendo Cuentos Populares Italianos que recomendó Nélida.
Buena semana.
Un abrazo.
En este caso, más que los Pirineos, en los que también hubo mucho trasiego, la frontera la marcaba el río Bidasoa, archivigilado por unos y otros. Y sí, es admirable la cantidad de personas que se implicaron para que los pilotos consiguieran salvarse, y más teniendo en cuenta que a algunas la solidaridad les costó la vida.
Mis mejores deseos para ti.
La historia sobrevive en la memoria de aquellos que saben llevar muy bien sus ocho o nueve décadas a cuestas. Cada vez parece que va quedando más lejos lo referido a la II GM pero cuánto más pasa el tiempo más vamos sabiendo sobre ella.
Desconocía la historia de Andrée de Jongh, una vez más te agradezco por los enlaces y por llevarnos de viaje desde tus tierras (o cercanías) hacia la historia universal -como diría el viejo Borges- de la infamia.
Un abrazo grande
Que andes bien
Decía bien Borges, historia universal de la infamia, pero hasta contra la vileza existen quienes no se resignan y sacan fuerzas para demostrar que la generosidad humana no es una ilusión o un simple deseo sino un moto que empuja a luchar sin importar las consecuencias.
Más abrazos.
Firma: Frodo
vaya! No sé para qué firme, acabo de notar que ahora sí (¡por fin!) pude loguearme
La fuerza de la costumbre.
Hola, Una mirada.
La foto me ha encantado, transmite tanta calma….
Se me antoja un lugar especial para un paseo corto, o una excursión larga. Muy interesante la gente que te puedes encontrar por la vida, y más interesante aún tu forma de tirar del hilo para hacer una madeja entera. Has repasado un hecho histórico muy conocido, de la mano de personas (ángeles, que por cierto, me he fijado y ambas fallecieron con 90 años, dato curioso que las une un punto más) que marcaron la parte más humana hacia los damnificados en la Guerra contra los Alemanes.
No es baladí todo lo que hicieron, muy al contrario. Aprovecho para preguntarte, ¿sabes de algún buen libro que trate sobre la Red Conmète? No he leído ninguno específico.
Gracias por hacer de recordatorio, y por regalarnos esas vistas tan bucólicas.
Un fuerte abrazo, con cielo añil y nubes.
Es un sendero fácil que se puede alargar o acortar según cada cual mida sus fuerzas, eso la hace factible para personas de todas las edades. Me hace gracia eso de tirar del hilo, que no es la primera vez que me lo dices; a veces, esas historias guardadas en el fondo de la memoria resurgen ante una palabra o un rostro, y terminan por convertirse en un pequeño relato.
Sobre la Red Comète, pese a no ser excesivamente conocida por la gente en general, hay mucha y buena bibliografía. Como no quiero darte títulos cuyo desarrollo desconozco, sí señalaré un libro que he leído; se titula Camino a la libertad: La red de evasión Comète y la frontera vasca durante la II Guerra Mundial, de Juan Carlos Jiménez de Aberásturi Corta, un historiador que pertenece a la Asociación de Amigos de la Red Comète y que cada año organiza una travesía por los mismos lugares que utilizaba la red para sacar a los aviadores de Francia.
A primeros de abril se publicó una novela, Las vivas, de Juana Cortés Amunarriz, en el que, aun siendo un relato de ficción, aparece la Red Comète como parte de su trama. Es una novela, digamos, feminista.
Otro abrazo para ti y muchísimas gracias siempre por tus palabras.
P.S.- El nuevo nick me ha confundido al principio, pero enseguida me he dado cuenta que eras tú, apreciada Contadora.
Perdón, quise escribir Red Comète.
Nah, tranquila, que se entendía muy bien.
A mí también me ha confundido el «nuevo nick» -como tú dices- que no es más que mi correo electrónico. Desconozco por qué salió de esta manera, en vez Contadora de Libros.
Muchas gracias por tus recomendaciones. Si me guiara de la portada, iría más por el libro de Juana Cortés que por el otro, pero me ha picado la curiosidad porque el de Juan Carlos Jiménez lo has leído de primera mano y ahonda el tema en cuestión (incluido un mapa con las rutas) quizás más que el otro libro que parece tocarlo más de pasada.
Tomo nota de los dos, sin duda. ¡¡Mil gracias, apreciado!!
A Tawaki y Frodo les pasa con el nick lo que a ti, pero desconozco las razones.
De los libros que indiqué, he leído ambos; son muy diferentes y, por supuesto, si lo que te interesa es la historia de la Red Comète el del historiador te pondrá al día. Es tan interesante como ameno.
Un abrazo y buena lectura.
«Tan interesante como ameno». Me quedo con eso y con las ganas de hacerme con el libro en cuestión.
Aclarado queda que has leído ambos. ¡¡Muchas gracias!!
Gracias a ti.