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Archive for febrero 2024

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«Signum Regium de Aragón en Budapest»: Archivo personal


En Budapest, en la orilla danubiana correspondiente a la histórica ciudad de Buda, ondea, junto a la enseña húngara, el Señal Real de la Corona de Aragón; es el homenaje de la capital de Hungría a la princesa magiar que en el siglo XIII matrimonió con el monarca Jaime I de Aragón, convirtiéndose en reina de los territorios de la Corona. Desde que, tras la caída del comunismo, las autoridades húngaras redescubrieron a la compatriota que fue soberana consorte de una monarquía medieval de la península Ibérica, la (casi) desconocida Violante, de la Casa de Árpád, hija, esposa y madre de reyes, ha sido la protagonista de reconocimientos y honores, incluida la ofrenda floral, en 2005, del entonces presidente de Hungría, Ferenc Mádl, quien, acompañado de los Príncipes de Asturias, visitó el monasterio cisterciense de Santa María de Vallbona (Lérida), donde la reina Violante se halla enterrada. Ya en 2003, las autoridades húngaras habían donado 12.000 euros para restaurar el sepulcro [FOTO] que contiene los reales despojos.


Afirman los historiadores que Violante de Hungría (1215-1251) era una mujer culta y resuelta que llegó a entenderse muy bien con el esposo que le había buscado el papa Gregorio IX, tras haberse anulado el matrimonio del rey aragonés con Leonor de Castilla. El nuevo enlace de Jaime I el Conquistador (1208-1276) con Violante tuvo lugar en Barcelona, en diciembre de 1235, en una ceremonia celebrada por el obispo de Pécs, en cuya compañía y la de un centenar de soldados y sirvientes, había llegado la princesa desde su país natal.

Según las crónicas, la soberana fue la mejor valedora de la conquista del reino musulmán de Balansiya/Valencia, que su marido llevaba años forjando en contra del parecer de la nobleza aragonesa. La reina Violante no solo animó a Jaime a mantener el asedio de cada plaza en liza en las distintas fases de la conquista, sino que arengaba a las tropas paseándose a caballo entre la soldadesca, que la veneraba, no en vano, poniendo por delante su estatus de consorte, tenía por costumbre acompañar al rey en sus desplazamientos, ejerciendo de esposa tanto como de asesora, y algunos de sus nueve hijos habían nacido en una tienda de campaña cercana a cualquier contienda en la que intervenía el monarca.

De su capacidad negociadora es buena muestra el Tratado de Almizra (en el que intervino como mediadora) pactado entre Jaime I y el príncipe Alfonso de Castilla (futuro Alfonso X el Sabio, que acabó siendo yerno del monarca aragonés y de Violante) para establecer los límites territoriales de la Corona de Aragón y del Reino de Castilla.


Violante, princesa de Hungría y reina consorte de la Corona de Aragón, falleció  —se dice que de unas fiebres que le contagió uno de sus hijos—  en el santuario de Santa María de Salas de Huesca, trasladándose sus restos al monasterio de Vallbona, en Lérida, del que era benefactora y donde había expresado su deseo de reposar definitivamente.

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«À table!»: Archivo personal


En abril de 2022, coincidiendo con la apertura de la exposición literaria sobre Bertolt Brecht (1898-1956) en la Biblioteca de Cultura Popular, parió una de las gatas del huerto cuatro gatitos a los que se dieron nombres relacionados con el autor alemán. Una vez destetados, a Brecht y Zoff  —apellido de la primera esposa del escritor—  los adoptó una familia de Pamplona; Weigel  —apellido de la segunda esposa de Bertolt Brecht—  fue acogido por la secretaria del Ayuntamiento y Groschen, que recibió tal apelativo por la obra de teatro épico La ópera de tres peniques  —Die Dreigroschenoper, en el original alemán—,  encontró acomodo con una pareja oscense de recién casados que lo recogieron tras el viaje de luna de miel. Un año después, el matrimonio que se había hecho cargo de Groschen contactó con la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio para explicarle que, pese al cariño que le tenían al gatito, había surgido una circunstancia «que impedía la normal convivencia con el animal» (sic): esperaban un bebé y temían que el pequeño felino, de carácter inquieto, «pudiera hacerle daño» (sic). Así que Groschen regresó al Barrio, al cobijo de la veterinaria, y ahí sigue, tan amoroso como perillán, bien avenido con la vieja perra Yaiza, las gatas y las personas de la casa, atento a los gorriones, a los que controla desde una de las troneras de la buhardilla, su espacio favorito, y, en los últimos días, ensimismado con el devenir de las bandadas de grullas que abandonan los humedales cercanos para remontar los Pirineos. Voluntarioso gastrónomo, Groschen se aventura a catar cualquiera de los productos que comen sus convivientes humanos, ya sea calabacín [VÍDEO], melón, aguacate [VÍDEO], huevo frito [VÍDEO]…, sin que esos bocaditos, que engulle con deleite, le mermen el apetito hacia su menú favorito, el pienso gatuno.

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«Donde la nieve II»: Archivo personal


Se deslizan despacio, pendientes de Madalina Cristea, más entusiasmada que habilidosa en su segunda jornada de esquí. “¡Mete el culo, que si no cargas todo el peso en las espinillas!”, le grita la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio. El último descenso lo hacen, acalorados, con los anoraks  atados a la cintura, bajo un Sol que, despiadado, va dejando a la vista las placas de hielo y algunas rocas desnudas cubiertas por la nieve horas antes.


Muy cerca de estos sinuosos pastizales blanqueados de las tierras jaquesas, donde todavía el invierno muestra cierto rigor de antaño, nace el rio Aragón, que dio nombre al Biello [1] Reyno y a la posterior Corona y del que sigue siendo deudo el territorio que abarca, de norte a sur,  desde Ansó (Huesca) a Abejuela (Teruel). Aquí, en el valle de Astún, entre los imponentes omes grandizos [2]  petrificados que forman el ficticio mausoleo de Pyrene, la desgraciada princesa que dio nombre a la cordillera y cuyas lágrimas originaron los espectaculares ibones pirenaicos; dos de ellos, el de Escalar y el de Truchas, mantienen vivo el caudal del río Aragón a lo largo de los 195 kilómetros que recorre hasta rendir sus aguas al Ebro.


A las tres de la tarde, después de casi seis horas en un no parar, regresan al aparcamiento anexo a la estación. Sudorosos, fatigados y apetentes, los generosos bocadillos de tortilla de patata que les preparó Olarieta antes de partir les saben como el más exquisito de los manjares.






NOTAS

[1] En aragonés, viejo.
[2] Id, gigantes.

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