«Rojo»: Anztowa
A Juana Mari —vieja compañera de colegio de Agnès Hummel y abuela de Gorka— la conocieron personalmente durante las fiestas de San Fermín, la noche del concierto de los raperos granadinos Ayax y Prok en la plaza de los Fueros, al que la señora se empeñó en acudir, situándose a pie de escenario, porque, dijo, quería entender “de qué va eso del hip hop”. “Si no reparamos en el salto generacional, no hay tanta diferencia entre lo que denuncian esos jovencitos y lo que defendía el querido Jean”, les explicaba al día siguiente a María Petra y la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio, en referencia al cantautor Jean Ferrat, con el que compartió, junto con Agnès, militancia en el Partido Comunista Francés y una firme amistad. “Los intereses sociales son los mismos en cualquier época”, proseguía. ”Los problemas del mundo no se solucionan a corto plazo sino cuando varias generaciones asumen que existen y establecen pautas para resolverlos”. Y recordaba a su padre, natural del valle de Salazar, que, apenas veinteañero, se exilió a Francia y se enroló en las milicias comunistas de la Resistencia Interior Francesa, colaborando con la cédula de inmigrantes que capitaneaba el irreductible luchador de origen armenio Missak Manouchian, detenido por colaboracionistas franceses y entregado a la Gestapo, que lo fusiló, junto con veintiún camaradas, el 21 de febrero de 1944. El padre de Juana Mari evitó la detención, tortura y muerte “por una minucia”, recordaba su hija: Había sufrido graves heridas en una pierna en el último acto de sabotaje llevado a cabo por el grupo de Manouchian. La minucia le supuso la amputación de la pierna por debajo de la rodilla pero lo salvó de una muerte certera. De su padre, que fue condecorado tras el fin de la guerra, heredó Juana Mari, nacida en 1946, el tesón en la lucha por la libertad y una militancia comunista de carácter antisoviético que la llevó a recorrer la misma senda del malogrado Jean Ferrat y la exquisita Agnès.
NOTA
L’Affiche Rouge es una canción de Léo Ferré con letra del poeta Louis Aragon, que homenajea al grupo de resistentes extranjeros del grupo de Manouchian. Está basada en el deleznable y famoso Cartel Rojo distribuído por los nazis y los colaboracionistas franceses para denigrar, presentándolos como vulgares terroristas, a los veintitrés resistentes asesinados por la Gestapo. En el libelo, que los nazis colocaron en muchas poblaciones de la Francia de Vichy, manos anónimas añadieron un “Muertos por Francia”, convirtiendo así el intento de vejar a los luchadores extranjeros en homenaje público póstumo.
Esa frase tan buena de Juana Mari, que has puesto en cursiva, me ha traído a la memoria los versos de un cantautor vuestro, Labordeta, cuando decía:
También será posible
que esa hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro
la lleguemos a ver;
pero habrá que forzarla
para que pueda ser.
(Aunque nosotros decíamos «empujarla», en vez de «forzarla»)
Así es. La perseverancia de muchas voluntades extendidas en el tiempo facilita transformar los sueños en realidades.
Es una historia terrible y muy conmovedor ese poema musicado por Ferré. No suele hablarse mucho de esa parte de Francia aliada con la Alemania nazi y los horrores que en ella se vivieron, no sé mucho salvo lo que tú has ido contando y lo que he ido leyendo por ahí. No es extraño después de todo que la ultraderecha francesa racista siga teniendo votos.
Un abrazo y buen fin de semana.
P.D. Mañana me voy unos días a la playa.
Se da, por cierto, la paradoja de homenajear y glorificar institucionalmente a Pétain, cabeza visible del régimen de Vichy, con la excusa de su heroica actuación en la I Guerra Mundial, como si su patriótico pasado pudiera borrar la connivencia con el nazismo y sus terribles consecuencias.
Felicísimas vacaciones.
No conocía a Jean Ferrat, pero al ser un cantautor francés, y pese a que no entiendo el idioma, me gusta oír cantar en esa lengua, así que he escuchado entre otras, Deux enfants au soleil, Nuit et brouillard, A Santiago, de Ferrat chante Aragon, la canción Les yeux d’Elsa.
En cuanto a Manouchian otro de los muchos mártires, que en en aras de la libertad, fue fusilado por el Tercer Reich.
Es una lengua, la francesa, que invita a recrearse en cada sonido y, sin duda, Ferrat y Léo Ferré atrapan con sus letras impecablemente vestidas con notas musicales, que lo mismo sirven para loar un amor único que para recordar a quienes, como Missak Manouchian y tantos otros, lucharon por una causa hasta ser asesinados por ella.