«Il signorino Tommasso»: Archivo personal
Tommasso, el gato de maman Malika, es un genuino signorino, amante de las exquisiteces culinarias envasadas de las que se nutre, relamido, mientras vigila al resto de los gatos de la casa que, tras olisquear el pienso que les ha puesto en los cuencos la veterinaria, se acercan al invitado esperando compartir algún bocado que Tommasso les niega y defiende. Cuenta maman Malika que Tommasso tiene pedigrí romano, descendiente de los felinos del barrio de Monti, como le explicó Selomit, una de sus sobrinas italianas, que lo encontró en septiembre vagando por los alrededores del Mercado de Trajano, a pocos metros de su casa, lo recogió y, en una visita a Béziers, se lo llevó como regalo a maman Malika. “Te hará compañía, tía. Pero no te lo comas”, le dijo. Lo de comer gato forma parte de la broma familiar, recordatorio de las muchas veces que el abuelo Lájos les contaba a nietos y nietas que, en aquella Europa de posguerra, hambrientos los hijos, cazó un gato sorprendentemente orondo que la abuela Nené guisó y del que todos —incluída la tía Sibi, madre de Selomit, pero no maman Malika, que todavía no había nacido— dieron cuenta como si de un conejo se tratara, ignorantes los niños de a quién pertenecía aquella carne que les resultó deliciosa. “Fueron tiempos duros para la familia”, suspira maman Malika dirigiéndose a su nieta Jenabou que, pese a conocer la historia, compone una mueca de repugnancia. “Pero, bueno, aún eres demasiado joven para escuchar penurias”. “Te equivocas, mamá”, la contradice la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio. “Ella lo tiene todo y es importante que comprenda de dónde procede y valore el esfuerzo de la familia por salir adelante. ¿No es lo que siempre nos habéis inculcado…?”.
Pues Tommasso es guapísimo!
Y tú, Una mirada, un fotógrafo de 10.
Abrazo!
Los gatos, en general, son buenos modelos cuando se les fotografía despistados. Y Tommasso, como bien dices, es guapetón.
Otro abrazo.
En cierta ocasión, yo aún no había nacido y era mucha el hambre que existía en aquella época, tres de los hermanos de mi madre junto a ella, se comieron un exquisito conejo.
Al terminar de comer, era el primero y único plato, dos de los hermanos empezaron a maullar, miauu, miauu, mi madre por lo que me contó, sin inmutarse les dijo, será gato, pero me supo mucho mejor que un conejo ya que este último no está a nuestro alcance y este seguro que lo habéis cocinado bien. Los dos hermanos eran cocineros.
Cuando las circunstancias son adversas se pierden los escrúpulos y en la olla cabe cualquier cosa que calme las punzadas del hambre, ya sea gato, hierbajos o las peladuras crudas de las patatas tiradas en cualquier parte. Y, por cierto, muy buena respuesta la de tu madre; si el guiso estaba sabroso, daba lo mismo de qué animal se tratara.
Está precioso Tommasso, gracias por compartir.
Gracias a ti, encantadora Elvira, por tu presencia.
Siempre sigo tu blog con mucho gusto, eres muy gentil. Gracias.
Lindo día.
Yo también he escuchado algún relato de la posguerra, con tales penurias que el gato podía ir a la cazuela por necesidad alimenticia. Al parecer, gato y conejo, una vez desollados son similares. Desde luego viendo la foto, no hay duda de que Tommasso es todo un signorino, es guapo y tiene un porte ejemplar. Un abrazo.
Con la gazuza que atenazaba en aquellos años, pocos ascos se le podían hacer a las pizcas de gato. Me contaba un señor, ya fallecido, que él había comido «un cabritillo que en vida maullaba«, así que comer gato no resutaba novedoso entre mucha gente; y gracias que pudieron alimentarse. En nuestro caso, que comemos, digamos, a la carta, echamos una ojeada a Tommasso y ni se nos pasa por la imaginación cómo sería hincarle el diente.
Cordialidades.
En una ocasión que un amigo judío y su pareja me traían a mi casa en su coche, pasamos por la casa donde nací y se la mostré. Me dijo entonces: «eso es algo que pocos judíos podemos decir». Se refería a que estuviera en la misma ciudad y tan cerca de donde vivo ahora. Entonces me di cuenta de que algo que a mí me parecía natural, no lo era tanto. Bueno, pues lo mismo me ocurre cuando leo en tu blog estas vidas tan azarosas y aventureras.
Lo considerado «normal» siempre es relativo porque depende del contexto en el que cada grupo se desarrolla. Para aquellos nómadas (Lájos, Nené…), que ni siquiera figuraban en un registro y carecían hasta de un techo bajo el que cobijarse, la vida en una Europa devastada solo les daba para sobrevivir, y en ese busilis se hallaban muchas personas; esa era su «normalidad» de entonces.
Ah, los gatos, mis animales preferidos, inteligentes, misteriosos, bellos. Y una foto fenomenal. Saludos.
Algo tienen los gatos que se adueñan de la admiración y el cariño de gentes diversas. Dicen que hasta el recién fallecido Ratzinger tenía una relación especial con los felinos. Son seres libres que nos conceden el honor de estar a nuestro lado.
Salud.
Precisamente, son seres libres que nos conceden el honor de estar a nuestros lados. Increíbles animales que siempre me han fascinado. Lamentablemente no puedo tener uno en casa, pero tengo unos que me visitan por las ventanas cuando les parece bien hacerlo… un saludo
Sin duda, tus visitantes gatunos han captado tu buena disposición hacia ellos y ya habrán marcado con sus feromonas las aberturas de tu casa, advirtiendo al resto de los felinos que eres «su» humano.
Saud.
Efectivamente, así lo creo yo también.
Además de pedigrí italiano, Tommasso tiene pintas de ser gran observador y un pelín desconfiado.
Preciosa fotografía.
Salud.
Todavía se está adaptando al entorno vacacional, en una casa con cuatro gatos anfitriones y dos perras que pretenden llevarlo a su terreno, lejos de la tranquilidad a la que estaba habituado.
Celebro tu regreso a la escritura bloguera.
Salud.
Pues sí que es importante conocer de dónde venimos y lo que sacrificaron quienes nos precedieron, lo que les tocó vivir entre penurias y alegrías. No deja de ser parte de nuestro presente, del aquí y ahora particular de cada persona.
La verdad es que el gato se ve muy majestuoso, es todo un signorino. Pero anda que no le dan mimos también para serlo ¿eh?, jaja. Qué bueno, me alegro mucho, me encanta que sea así.
Un abrazo fuerte.
Cierto. El camino es de cada cual pero se origina en quienes empezaron a trazarlo.
Tommasso es el reyezuelo de su casa, mimado y consentido por su humana; nadie diría que, hace cinco meses, era un gatito callejero.
Otro abrazo para ti.
Comme il est joli, ce petit «signorino Tommasso», un véritable aristocrate de Rome.
Jajaja, oui, bien sûr.
Pues por lo que me cuenta una amiga que tiene muchos gatos, algunos de ellos recogidos de la calle, estos no se adaptan facilmente a vivir encerrados y a que se les acerquen los humanos.
Depende de la edad del gato; a un gato adulto le cuesta renunciar a su libertad, por eso, cuando es posible, es mejor combinar interior y exterior y, en cuanto a su relación con los humanos, es recomendable dejar que sea el gato el que se acerque cuando él decida.
Se cuenta cada cosa de la Europa de posguerra que eso sería algo menor.
Interesante saber que tiene pedigrí romano.
«Exquisiteces culinarias envasadas» es una frase de pluma refinada
Cordialidades
Cualquier posguerra es durísima; únanse al hambre las vendetas, el caos y la incertidumbre y tendremos el cuadro completo.
Jajaja, pluma refinada…
Abrazotes.