«Placēre»: Archivo personal
Sobre el acristalado mostrador de lo que hace unos años fuera una perfumería con ínfulas, aguardan los tuppers con un batiburrillo de sobras de los ágapes navideños salvaguardadas por el frío todopoderoso que invade la bajera[*] y obliga a los reunidos a permanecer con anoraks y sudaderas mientras el calefactor recién adquirido arroja inútiles bocanadas de aire caliente que apenas caldean la novela Un mundo deslumbrante, de Siri Hustvedt, abandonada, bocabajo, en una banqueta despintada.
Alguien sube el volumen de la música y Joni Mitchell pasea su grata voz por el local mientras los presentes van disponiendo las viandas en la mesa —sushi de arroz negro gratinado con alioli, ensalada de queso caramelizada con nueces y vinagreta— y se calienta en el microondas el marmitako de bonito con chili dulce.
Un grado bajo cero en Zizur, marca el termómetro de la farmacia situada frente a la bajera, cuando Cat Power toma el relevo vocal y los reunidos, aligerados ya de las prendas de abrigo, dan cuenta del café y los licores.
NOTA
[*] Local comercial en desuso, a pie de calle, que se alquila como lugar de ocio privado. Son tradicionales, entre la gente joven, especialmente en Navarra y La Rioja. A las bajeras se las conoce, también, como piperos.
Que raro que el Ayuntamiento de turno no escudriñe esas bajeras, exigiéndoles infinidad de permisos y condiciones, incluido el aporte a la SGAE por la música.
Son poquísimas las bajeras que escapan del celo municipal y del ojo avizor de la policía -ya sea por denuncia vecinal o por sospechas de actividades inadecuadas-, entre otras cosas porque existe una normativa específica que regula su uso como locales de ocio privado con una licencia que obliga, no solo a insonorizar el local, sino que establece medidas de seguridad y salubridad, horarios de uso y aforo máximo según los metros cuadrados… Cualquier incumplimiento supone desalojo, clausura y multa.
La SGAE no tiene nada que rascar porque las bajeras son locales de uso privado, como lo puede ser una vivienda particular.
Un grado sobre cero se desparrama en Zaragoza entre la niebla, haciendo pensar si merece la pena salir a la calle a comprar o nos quedarnos en casa escuchando los anuncios de colonia que están dando a todas las horas por los innumerables canales de televisión que invaden nuestras casas, mientras calentamos al microondas las sobras de este pasado día de Navidad.
Y las previsiones se mantienen entre un grado y seis de máxima, con aviso amarillo por nieblas que harán imposible que los tuppers aguanten hasta poder escuchar las doce campanadas del cambio de año.
Ay, la niebla… Adorable -o maldita- boira… Me gusta caminar entre sus humedades y que me lama el rostro para volver y apreciar el calor de la casa, sin televisivas colonias, y comprobar que el frigorífico cierra bien pese a hallarse colmado de alimentos… Solo de pensar en la comida, me duele el estómago.
Que las doce campanadas sean el comienzo de un buen año.
De todo ese conciliábulo la música ambiental es lo que reconozco. El resto tuve que seguir los enlaces y armé la historia.
Esa sensación de frío me causa gracia. Hoy es uno de los días más calurosos de la temporada por acá… el pronóstico da 34 º pero la humedad, la presión y la ausencia de vientos hacen que la sensación sea de mayor temperatura.
Disfruta del fresquete y los conciliábulos de licores, cafés y comidas calóricas
Abrazosy como ya sabes ¡¡¡Feliz año!!!
Pues mira, no te cambio los 2º y la niebla de ahora mismo por tus 34º. El frío, (me) da bríos; el calor, (me) angustia. Así que me quedo con este fresquete para empezar el año.
Un fortísimo abrazo y que se cumplan tus propósitos para 2020.
Aquí, según mi móvil, estamos en este momento a 3º y se espera para esta noche -1º, pero tampoco lo cambio por el calor.
Agustín del Correo, el cuentacuentos, tenía un dicho hilarante que encierra -para quienes nos agobia el calor- una gran verdad: «Más vale hielo en la nariz que agua en el sobaco«.
El cuentacuentos viviría en un sitio húmedo, pues aquí con 40º no sudas, sino que ardes en combustión espontánea.
Como para visitar tu tierra en verano…
Una estampa que se lee y se siente, porque hace que una pueda estar allí fácilmente sin moverse de casa.
En todos los puntos del planeta hay reuniones (clandestinas, o no), donde la gente hace lo propio: abrigarse del frío, escuchar música, beber algo, comer, charlar….
Feliz 2020, Una mirada….
Un fuerte abrazo!
P.S: He aprendido una palabra nueva 🙂 pero ¿sabes de dónde viene el nombre de llamarlo pipero? el de bajera, por lógica, se entiende.
El término pipero hace referencia a los locales donde se guardan las cubas, pipas y demás recipientes de la vinicultura; en los pueblos, estos locales, también llamados pipotes, se alquilaban, durante las fiestas, a mozos y mozas, que se reunían en ellos para tomar aperitivos y bebidas. Aún lo hacen, creo. Ese es el origen; de hecho, el uso del término bajera fue muy posterior y más centrado en los piperos urbanitas, que son locales sin ninguna relación vinícola.
Un abrazo inmenso y que el 2020 esté colmado de días geniales.
Un grado bajo cero. La gente del norte ya no es lo que era… Claro que, desde Suiza, me quedáis al sur. Puede que esa sea la explicación.
Llevas razón; un grado bajo cero es irrisorio en un territorio donde antaño los 6 u ocho grados bajo cero eran habituales y la nieve se transformaba en una capa de hielo que formaba estalactitas que pendían, puntiagudas, de los aleros. Solamente la niebla mantiene la tradición de semanas sin que el Sol consiga atravesarla.