«Melodia»: Victor Bezrukov
“Pero… ¿cómo que taratatá, taratatá…? ¿Y dónde tenéis las partituras?”, se desespera Óscar, novio de Madalina y aspirante a saxofonista de la charanga. “¿Partituras…? ¿Y no te arreglas si te damos los acordes…? Mira, aquí la mayoría toca de oído”, le explica Emil, percusionista y líder de la banda conocida en el Barrio, entre bromas y veras, como Charangueta Fara, en alusión a la leyenda —Fara dumnezei. Fara stapani[1]— serigrafiada en las camisetas negras que llevaron a modo de uniforme en todos los pasacalles de las fiestas de agosto de hace cuatro temporadas.
Aquella primera semana de julio de 2011 todos los miembros de la charanga se desplazaron a Rumanía invitados por una fanfarria de Iași con la que habían compartido actuación callejera el verano anterior en varias localidades monegrinas. Su segundo día en la antigua ciudad moldava coincidió con una asamblea de la Federación Anarquista Rumana cuyo final amenizaron con todo su repertorio festivo, incluida su descacharrante versión de Paquito Chocolatero, y en la que les regalaron las camisetas que, sin ellos proponérselo, terminarían por ser su seña de identidad musical en el Barrio.
“Venga, Óscar, que nos conoces y nos llevas escuchando la tira… Tú te haces las notaciones que mejor te parezcan y nos sigues. Que no se trata de dar un concierto sino de pasarlo bien, hombre”, insiste Emil.
Al frontón —donde la charanga improvisa sus ensayos algún sábado por la tarde, cuando el buen tiempo y el concurso de sus nueve miembros lo hacen factible— acuden, como si de una verbena se tratara, tres o cuatro abuelas marchosas, los ociosos de costumbre, un par de madres entusiastas, algunas amigas y amigos de los músicos y parte de la chiquillería autóctona, que escuchan, bailan, opinan, cantan y sugieren hasta que los sones de la Fara se apagan; entonces, como si del final de una gran gala se tratara, aplauden complacidos.
NOTA
[1] En Rum., Sin dioses. Sin amo.
Voy a tener que comentar con el cónsul Rumano en Zaragoza que vive en mi bloque, que yo también se tararear alguna canción y aunque no las baile seguiré el ritmo con mis pies delante de la típica tuica o también con unos famosos caldos autóctonos como por ejemplo el Tamáioasa, el Fráncusa, o el Feteasca Alba, entre otros.
Claro que antes habré probado sus postres el Cozonac (un pastel dulce), y dentro de su familia el pandişpan sponge cake, plăcintă (tarta con manzana, queso o calabazas), ya sabes que los dulces me chiflan.
Pues que te invite a un traguer de Țuică, pero casera, que seguro que tendrá sus buenas botellas. Y a beber con moderación ¿eh?
Estos tienen más suerte para ensayar que las bandas de las cofradías de Semana Santa de aquí, que los ves a los pobres dando trompetazos en pleno invierno y de noche debajo de un puente.
Y yo que pensaba que, dado el empaque de la Semana Santa del Sur, las cofradías contaban con sus buenos locales… Y, ojo, que tampoco es que un frontón con cuatro paredones y al raso sea el mejor de los lugares, pero… debajo de un puente…
La cofradía es una cosa y otra la banda… Tienen buenos locales, pero no como para que una banda esté ensayando durante horas en los bajos de un edificio lleno de vecinos. También los costaleros tienen que hacer algunas veces sus ensayos en caminos apartados o a altas horas de la noche para no entorpecer la circulación con un «trono» cargado de sacos de arena.
Pero, habrá, supongo, algún polígono donde no se molestará al vecindario.
Si lo hay y les prestan alguna nave, lo ignoro, pero lo que veo en vísperas de Semana Santa es a los de las bandas en sitios inverosímiles y a los costaleros dando vueltas bien tarde por las calles menos transitadas. Es que los semanasanteros son muy sufridos…
Afición, y mucha, tienen, indudablemente. Es que la Semana Santa por tu tierra y adyacentes se vive de una manera más peculiar y festiva que por los altos de la península. Desde luego, en Huesca jamás he oído comentar que quienes conducen los pasos de Semana Santa, ensayen el recorrido.
Será menos dificultoso que esto
Muy puestos en su papel y con coreografía y todo.
Que coste que mi intención era poner solo el enlace y no meterte el vídeo en los comentarios, pero el blog manda, ya lo sabes.
No, si no me parece mal; todo lo contrario.
yo me enganché a la fanfara con Emir Kusturica en la película Underground
Si no la han visto, no tienen perdón de dios, aunque se hayan leido las obras completas de saquespeare, no pasan las puertas del cielo.
Confieso que las obras completas del afamado ingles no las he leído… y de las películas de Kusturica lo que más me gusta es la música de Goran Bregovic. El simbolismo de Kusturica me recordaba, al principio, al cine de Buñuel y Saura (salvando el abismo entre ellos), pero empezó a parecerme Kusturica tan reiterativo…
A mi me resulta algo fresco, con espíritu de improvisación espontánea, aunque ésta, en ocasiones, resulte efectivamente bastante reiterativo.
Ha demostrado que puede dar mucho de sí mismo, bastante más de lo que ha dado en sus últimos films.
(Celebro ver ese avatar y leerte. Feliz y saludable regreso).
pues no vea más, se queda con las 4 o 5 primeras y hasta dentro de 20 años no vaya a verlo de nuevo.
Aunque me da, que el trombon acelerao, va a seguir saliendo y pasendo por todas ellas…
…pero aún así siempre se recae en la tentación.
Vale más que no te pregunte si además de tocar el chocolatero les enseñaron la coreografía… Me descojono pensando en el cuadro que se pudo montar.
Salud.
Hay aspectos que es mejor obviarlos, 😀 😀