En la replaceta que forman la pared sur de la Abadía y el muro delantero del Gortón de Francisquer, los gitanos instalan -el primer y último sábado de cada mes, cuando llega el buen tiempo- un mercadillo que en el Barrio se denomina, familiar y jocosamente, Los Zarrietes [1]
Son cuatro puestos bien surtidos de ropa y complementos que regentan los Gabarri Clavería, una esforzada familia de calés navarroaragoneses con muchos años de dedicación a la venta ambulante.
Pilar-Carmen, la menor de los cuatro hijos del señor Gabarri, se encarga, principalmente, del puesto de calcetines, medias y ropa interior femenina. Es una guapa muchacha de poco más de veinte años, con la piel ligeramente bronceada, los ojos inmensos y sendos piercings en la nariz y el labio inferior. Buena comerciante, tiene siempre las palabras apropiadas para las clientas, a quienes trata con tanta familiaridad como respeto, actitud que termina por animar a las simples mironas a aflojar el monedero para hacerse con alguna de las prendas que la joven gitana promete regalar si “alguna de ustedes, señoras mías, descubre dónde se halla la tara”.
Pilar-Carmen, que cursó magisterio en la especialidad de Educación Infantil, prepara oposiciones y estudia Psicología en la UNED, actividades que ocupan parte de las horas que no dedica al negocio familiar.
En el zaguán de la Abadía, que ejerce de improvisado probador, las mujeres se embuten en vestidos y bañadores mientras Pilar-Carmen ensalza la perfecta caída de tal o cual vestimenta o niega con la cabeza cuando se hace evidente que clienta y atavío son incompatibles. Entonces, con determinación, corretea hasta los puestos y regresa con una nueva prenda que, asegura, “le va a quedar a usted di-vi-na”.
De once a dos, el sábado que toca, el corazón del Barrio se traslada desde el bar del Salón Social al mercadillo de los gitanos, donde entre bolsos, cinturones, calcetines, gorras, leggins, faldas, camisolas, vestidos, braguitas, medias, pashminas, sujetadores, blusas, albornoces, camisetas, pijamas, bañadores, pañuelos, camisones y sombreros, se desliza la mañana sabatina buscando la sombra de los soportales.
NOTA
[1] Diminutivo de zarrio, que significa trapo, tela vieja, pingo.
Creo que Pilar Carmen triunfará en todo lo que emprenda, ya sea en ventas como en estudios.
Me gustan los mercadillos. Aquí son los viernes y es día de reencontrarse con gente e intercambiar pareceres doméstico y de modas:)
Qué bien lo describes, es como estar allí.
Abrazos
El mercadillo es un arte; el de saber vender y, sobre todo, el de saber comprar. Observar su fauna y entresijos es una buena manera de entretenerse.
Otro abrazo.
Un olé por Pilar-Carmen. Cualquier empresa desearía que sus empleados tuvieran esa profesionalidad y ese afán de formación.
Un abrazo!
…es que, en este caso concreto, puede aplicarse el refrán «de padres gatos, hijos cazadores de ratones«.
Más abrazos.
Me encantan los mercadillos por todo lo que allí se mueve, por la diversidad de la gente que los frecuenta y el ambiente festivo que tienen; me divierten porque se puede hablar con cualquiera sin problemas, incluso aunque sólo sea para pasear y mirar, y también compro algunas veces. Sin duda esa persona de la que hablas, me vendería algo…
Hay uno cerca de mi casa con un puesto/herboristería, en el que, me paro a hablar con el vendedor que es la persona que más sabe de hierbas y especias con la que me he encontrado; muchas veces le consulto.
Algunos de los mejores mercadillos con los que me he encontrado, fuera de España, son los de Amsterdam, que además de tener todo lo que tienen aquí, también venden quesos, comida, artesanía, pomadas y remedios orientales… Recuerdo un puesto de variantes turco donde compré las mejores aceitunas que nunca he probado.
U abrazo y feliz domingo
Ay, esos aromas a cuero, especias y humandad…. Esas vueltas y revueltas ladeándose para no chocar con quienes recorren el mismo espacio… Ese revoltijo de objetos y gentío…
Otro abrazo y grata semana.
Los mercadillos son los que traen la vida a una ciudad. Todo el mundo mira con expectación la mecancía. Y si los vendedores son diplomáticos, mejor aún.
Aqui también, en el llamado mercadillo predominan los puestos regentados por gitanos, algunos de ellos con largo recorrido y que han pasado de padres a hijos.
Me ha hecho sonreír el apellido ¨Gabarri; parece como si todos ellos descendieran del mismo tronco, lo digo porque aquí hay unos cuantos con apellidos como Gabarri, Gimenéz y/o Jiménez, ciertamente curioso.
Saludos
Un placer saludarte de nuevo, Tío Antonio.
El apellido Gabarri/Gabarre es, al parecer, de origen aragonés. No obstante, tiene cierta lógica que los gitanos compartan apellidos «zonales», dado el parentesco que suele unir a unas familias con otras.
Cordiales saludos, Esperanza.
Qué aburridas serían las semanas de miles de pueblos españoles sin su mercadillo, que un día a la semana, rompe la monotonía de la rutina y sirve como lugar de encuentro y ágora popular.
Pues sí, algo de ágora popular tienen.