«Pasajul Victoriei (Bucarest)»: Archivo personal
Bajaba, renqueante, el señor Pedro de [Casa] Berches por el Pinar de la Fontaneta, apoyada la mano izquierda en su bastón de boj y la derecha en un viejísimo paraguas de pastor que, tiempos atrás, trocó su negritud original por un gris apelmazado y con manchurrones de óxido. “¿Qué, siño Pedro, lloverá…?”, le preguntaba, con indisimulada chanza, el paseante mañanero. “San Úrbez te oiga”, respondía el viejo mentando al santo de Nocito cuya momia, quemada por exaltados republicanos al inicio de la guerra (in)civil, fue, durante once siglos, reclamo de lluvias y opíparas cosechas y del que las gentes de la sierra siguen siendo devotas y pedigüeñas del icor celestial, ampliando las suplicaciones —por si un solo santo no fuera suficiente— al venerable titular de la ermita románica de San Martín de la Choca, de quien se cuenta que, hace años, hartos en Lecina de hacerle rogativas en vano, lo castigaron arrojando su talla al camino por donde la procesionaban, cayendo a los pocos minutos una tromba de agua fenomenal, con el subsiguiente desagravio al pobre santo embarrado, que recogieron, limpiaron y depositaron de nuevo en la ermita como si nada hubiera sucedido.
El señor Pedro —cuya casa es la actual depositaria de la arqueta que contiene un trozo de la rodilla de San Úrbez que un pastor le arrancó al cuerpo incorrupto del santo de un mordisco— tiene, como la mayoría de las personas añosas de la sierra de Guara, una religiosidad trufada de supercherías a la que añade el rito de portar, cuando arrecia la sequía, un destartalado paraguas por la circunvalación de los huertos y campos de cultivo, tal vez convencido de la atracción que puede llegar a ejercer el artilugio en las impolutas masas atmosféricas bañadas por la luminosidad solar.
“¿No hay miedo, pues, a que me chipie [*], siño Pedro?”, le insistía, jocoso, el caminante. Y sonreía el viejo alejándose despacio en dirección al Barrio.
NOTA
[*] En aragonés, el verbo chipiar(se) significa mojarse, calarse.
La photo va très bien avec l’automne. Ici à Moscou, il a plu tout le samedi.
Au lieu de cela, là où j’habite, la pluie refuse de tomber alors que nous l’attendons tous avec impatience.
Je sais que je vis dans un endroit privilégié. Pour moi, Moscou est la plus belle ville du monde.
Je ne connais pas Moscou, mais, oh, les endroits et les sentiments qu’ils inspirent… L’atmosphère que l’on voit toujours avec les yeux de l’âme.
Brillante, me encantan esos personajes que rompen todos los esquemas! Un saludo.
Muchas gracias, Francisco.
Salud.
Un placer. Salud
Son muy bonitas las sombrillas flotantes como las de la fotografía 😍😍
Son bonitas y cada vez está más entendida por muchas ciudades ese tipo de decoración.
[…] Que llueva, que llueva — Una mirada alrededor […]
Aquí, este verano se han visto muchos paraguas tratando de taparse el sol, pero sin conseguirlo, pues sus telas no sirven, son como el cristal de las marquesinas del bus, que es peor estar debajo que a pleno sol.
Los paraguas flotantes se han extendido por muchas ciudades desde que surgió la iniciativa en una localidad portuguesa. Algo de sombra sí dan, depende de la altura en la que se exponen, aunque la idea original lo que pretendía era visibilizar, dándoles colorido, zonas peatonales y comerciales.
Aquí teníamos desde muy antiguo la costumbre de los toldos para la procesión del Corpus, pero ahora se quedan todo el verano por el calor y se ha extendido la costumbre a la mayoría de los pueblos.
No se que me pasa ahora que no me coge el enlace. Hoy solo lo subraya, pero no enlaza.
Es una buena manera de tener una ruta de sombra cuando aprieta el calor. En la foto se aprecia de maravilla y, como están en altura no agobian.
Ay, que risa. Me ha hecho mucha gracia lo de la talla de San Martín de la Chica. Lo imagino y me parto.
Nada que los santos salan por donde menos esperas.😂😂😂
Salud.
Jajaja, es que menudo cuadro… A tomar por saco el santo, p’a chulos los de Lecina…jajaja. Vamos, que no llega a llover y allí lo dejan.
Salud.
¡Que llueva, que llueva! La Virgen de la Cueva…
Este año en agosto muchos vecinos de la urbanización de Broto me preguntaban si iba a llover, en realidad no tenía ni idea, simplemente consultaba AEMET, pero un día la Agencia Estatal escasamente daba ligera llovizna en Broto y yo veía que por Yosa, había un enorme y negro nubarrón, y los del pueblo hace años me habían dicho y yo había comprobado, que nubarrones negros por Yosa indicaban una lluvia torrencial, así que cuando veía salir a alguno sin paraguas, le decía, «¿Sin paraguas? ¡Mira que van a caer chuzos de punta!«, a lo que me dirigían una sonrisita y se marchaban. Esa tarde o al día siguiente me dijeron, que razón tenías, «volví a casa chipiado»
Pues el próximo nubarrón que veas en Yosa lo mandas a Huesca ciudad, que apenas quedan hectómetros en Vadiello y ha habido que acudir a otros acuíferos para que el agua de boca llegue a las viviendas. Nada, que no llueve y, al paso que se va, la gente oscense no va a poder chipiarse ni bajo la ducha.
El santoral entero se nos queda corto ante la acuciante necesidad de lluvias, en España y en Suiza. Es un problema que crece de año en año sin que le pongamos solución, creyendo que se trata de algo pasajero cuando la realidad es que vamos a peor.
Cierto. Fíjate, por ejemplo, en los datos de agua embalsada en la provincia de Huesca. El año pasado, en estas mismas fechas, había 1.310 hectómetros cúbicos, mientras que esta semana se calculan en los embalses sobre 898 hectómetros cúbicos.
Las reliquias marcan en vuestras tierras cierto tipo de supersticiones y supersticiosos. Por aquí los personajes de ese estilo son más bien paganos, aunque también están los que se afilian a las «supersticiones oficiales».
Pero que hay personajes repartidos por todo el mundo, no cabe duda.
La sequía también arrecia por aquí. Hubo mucho incendio producido a propósito para arrasar humedales y luego cultivar soja… eso trae sus consecuencias.
Abrazote
Esos lugares donde el catolicismo construyó iglesias ya tenian antes un fuerte influjo sobrenatural que, simplemente, se adaptó a los nuevos santos.
La falta de lluvia es un rpoblema mundial, como lo son los incendios que, este verano del hermisferio norte, han arrasado bosques y campos de cultivo, llegando las llamas hasta las zonas habitadas. Unidos ambos, incendios y sequía, la catástrofe está servida.
Cordialidades.
¡Vaya historia tan rocambolesca!
Estoy imaginándome cómo tiraron la «talla» enfadados por la falta del «milagro» que le pedían, para justo después del suceso comenzar a llover y ya «sumar dos y dos» pensando que el hecho en sí había tenido su recompensa.
Pobrecita talla y su simbolismo.
Sin embargo, al mismo tiempo me pone una sonrisa en los labios «imaginar» al «siñor Pedro» pasar mientras le preguntan, con la historia ya sabida, si lloverá o no.
Estas historias y leyendas, aún con miedo de repetirme, tengo que decir una vez más que son la sal de la vida para muchos lugares. Esa historia, esa leyenda, ese mito, permanecerá de generación en generación….
¿Y la de cosas que aprendo contigo, Una mirada? 🙂
Gracias!!!
Un abrazo con paraguas abierto (por si acaso).
Son historias transmitidas oralmente a lo largo del tiempo; eran narraciones que sustituían a las lecturas pero que resultaban atrayentes porque cada contador o contadora las dotaba de su propio ritmo. Así han perdurado mucho antes de transcribirse al papel. Forman parte de esa cultura popular que no se adquiere en los Centros de Enseñanza sino de las personas mayores que han vivido rodeadas de mitos antiguos que han compartido con las siguentes generaciones. Ahora ya no se estilan pero, en los pueblos, quien más quien menos las ha escuchado alguna vez.
Otro abrazo y a ver si esos paraguas (el tuyo y el de siño Pedro) hacen mella en las nubes.