«Río Guatizalema»: Archivo personal
Siete kilómetros abajo, por rutas casi imposibles donde se entrecruzan rocas de arenisca, huertos, acequias colmadas y barzales, llegan los senderistas a orillas del río Guatizalema, aguas calladas que avanzan lentamente acompañando los pies desnudos reafirmados entre guijarros que, apenas a diez pasos, se agitan y se hunden engullidos por la poza.
Wādī Salama [1], llamose el río cuando formaba parte de la kūrah [2] de Wasqa, en la al-Tagr al-Aqsa [3] de Al-Ándalus del Norte; Matapanizos, le decían, furiosos, los agricultores ribereños de La Hoya cuando el estiaje disminuía tanto el humilde caudal que asfixiábanse, deshidratados, los sedientos campos y huertos de sus orillas.
A la izquierda, entre las suaves lomas, se avista la línea de trincheras onduladas excavadas por el Ejército Republicano en la ofensiva a la ciudad de Huesca, con la peana pétrea desde donde José, el Nene, con una ametralladora Hotchkiss recalibrada a 7 mm, mantuvo a raya a un grupo de fascistas cuando el cerco a la capital altoaragonesa fue roto y las tropas de Franco tomaron, uno a uno, los pueblos de los alrededores, fieles a la República. Agotada la munición y gravemente herido, el Nene se deslizó hasta el Guatizalema y, arrastrándose por la orilla, consiguió llegar a una caseta de pastor donde fue encontrado por una cuadrilla de milicianos con los que, monte a través, y en condiciones espantosas, logró cruzar las líneas enemigas, siendo evacuado a un hospital de campaña. Refugiado en Francia, fue uno de los españoles que entraron, como libertadores, en París, ciudad en la que falleció, a la edad de treinta y siete años, a mediados de los años cincuenta.
Baja el Guatizalema, tranquilo y sin pretensiones, desde la Sierra Gabardiella, bordeado su último trecho de carrizos, matojos, gramas y erizones, embarrancándose, embalsándose y abriéndose, con sus aguas casi siempre mansas serpenteando hasta el tumultuoso Alcanadre, que lo acoge para recorrer juntos el tramo que desagua en el Cinca y, después, en el Ebro.
Queda lejos —muy, muy lejos— el mar.
NOTAS
[1] Literalmente, «Cauce o valle de los Salama», en referencia al linaje Banu Salama, gobernadores de Wasqa (Huesca).
[2] División territorial de Al-Ándalus.
[3] Literalmente, «Marca o frontera extrema». Era el nombre que recibían las divisiones administrativas y militares de Al-Ándalus del Norte.
Me gusta mucho cómo describes el curso del río, su recorrido. Parece un ser vivo. Bueno, es que lo es.
Pobre Nene, demasiado joven para morir.
Hay tanta vida dependiente del río que es imposible no considerar vivo un elemento tan esencial y que tanta vitalidad desprende.
Sí, demasiado joven el Nene, aunque con una experiencia intensa.
Como siempre la descripción inmejorable. A juzgar por la edad que tenía cuando falleció en París, el Nene debía ser muy joven en la guerra (in)civil. Entrar como libertador de París fue un premio que le dio la vida, para compensar otras amarguras más cercanas. Un abrazo.
Me contó mi fuente (nieta de una hermana de José) que había nacido en 1919 y se unió al POUM en 1937, cuando la ofensiva se convirtió en combates cuerpo a cuerpo, así que el apelativo de el Nene no era accidental. Triste que, con las vicisitudes que pasó, no pudiera disfrutar de unos años más de vida.
Cordialidades.
Con esta entrada he aprendido mucho, me he tenido que recorrer con Google Maps parte de la provincia de Huesca, ya que los ríos me sonaban todos, pero nos los posicionaba correctamente. No conocía a José, el Nene, ni tampoco la planta erizones, que también se la llama, escarpín y alberizón.
Pues mira, no conocía esos otros nombres de la planta erizón, así que, gracias a tu perseverancia, he enriquecido el vocabulario botánico. El Cinca, que recibe el agua del Guatizalema gracias al Alcanadre, es uno de los afluentes del padre Ebro, siempre bien nutrido por sus hijos pirenaicos.
Qué preciosa la fotografía del río Guatizalema, y la descripción de su curso inmejorable. Y sobre todo cuántos y cuántos amantes de la libertad habrán muerto, como el Nene lejos de su Tierra. Me ha encantado.
Salud.
Lo único que se puede hacer con esas personas anónimas que creyeron y lucharon por la libertad es recordarlas, que no queden en el olvido.
Salud.
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….Baja el Guatizalema, tranquilo y sin pretensiones, desde la Sierra Gabardiella, bordeado su último trecho de carrizos, matojos, gramas y erizones, embarrancándose, embalsándose y abriéndose, con sus aguas casi siempre mansas serpenteando hasta el tumultuoso Alcanadre, que lo acoge para recorrer juntos el tramo que desagua en el Cinca y, después, en el Ebro.
Queda lejos —muy, muy lejos— el mar…..»
Queda lejos, sí, igual que queda lejos la historia de las personas que pasaron por ese río, como en su momento hizo «el Nene», con un propósito, un destino. Lejos digo en el tiempo, porque en la memoria de muchas personas es como si hubiese sucedido ayer. Qué joven murió, por cierto.
Tus textos tienen la capacidad de llevarnos in situ hasta los escenarios que fueron testigos de tantos sucesos. Podemos ver trozos de historia a través de «tu mirada» y de los personajes que la vivieron. Gracias por ello.
Buen fin de semana.
Besos.
Esas maravillosas fuentes de vida guardan, en su cauce y sus orillas, el transcurso del tiempo, el devenir de tantas gentes y la transformación del paisaje y de la vida que, durante cientos de años, ha vibrado al compás de ese ciclo hidrológico. Es como si el agua, contemplándola, hablara; a veces, su sonido al desizarse entre piedras parece incluso reír…
Más besos para ti.
Qué bonita es esa parte del río de la fotografía.
Lo es. Aunque podría fotografiarse cualquier tramo y seguiría siendo precioso.
Que bonito nombre el de Guatizalema y que familiar… Y que pena que haya sido testigo de hechos como el de El Nene. Guerras, sangre… Un río debe ser siempre fuente de vida, no de muerte.
Es un nombre sonoro, con esa etimología que transporta al pasado y a la vida y la muerte de quienes contemplaron sus aguas en una u otra orilla.
El río sabe, dice una canción de los Doors. Si los ríos hablaran, cambiaría la Historia, habría que reescribirla.
Con tantos nombres que han heredado de los musulmanes y reconvertido al castellano, me imagino esas épocas en que todavía los accidentes geográficos o los lugares no tenían su nombre definitivo (si es que se considera que ahora sí lo tienen), lindos líos se armarían.
Abrazos
La toponimia es siempre una buena fuente de la historia de los paisajes y lugares. Cada pueblo dejó su impronta, por eso el castellano es una lengua tan rica y espléndida. Las palabras, los nombres nos llevan a un pasado mágico lleno de matices que han engrandecido la comunicación verbal y escrita. Es una herencia inconmensurable.
Cordialidades.
Aunque el mar quede lejos, el río sabe dónde quiere ir, y con constancia lo consigue. Precioso texto y una vida demasiado corta por muy intensa que fuera.
Fíjate que, siempre que miro un rio recuerdo la estrofa tercera de Jorge Manrique con esos ríos que van a parar a la mar, «que es el morir». Pero los ríos fenecen y renacen continuamente, a tal velocidad que ni nos damos cuenta.