«Formigal»: Archivo personal
Hasta que, allá por los años ochenta, no introdujo el Ministerio de Educación las Jornadas de Esquí Escolar, todas las criaturas del Barrio, con escasísimas excepciones, aprendían a esquiar en el Tozal de Berches, una pendiente ancha, limpia y de dificultad media, que terminaba en las ondulaciones del prado Gabarre, utilizado como pista de iniciación. El Tío Inazio, el del molino de aceite, era el voluntario y paciente instructor de aquellas camadas infantiles que, sin bastones y con los esquís en cuña, se deslizaban, cada vez con mejor destreza, sobre aquella nieve grumosa que solía vestir la sierra desde mediados de diciembre.
Cuando la escuela del Barrio se integró en el programa oficial de Esquí Escolar ofertado por el Gobierno de Aragón, las tres aulas rurales se desplazaban, durante una semana, a la residencia estudiantil de Búbal, un pueblo abandonado del valle de Tena, expropiado durante el franquismo para construir un embalse, y que se hallaba en proceso de rehabilitación; desde allí, a primera hora de la mañana, un autobús trasladaba a los jovencísimos cursillistas hasta las cercanas pistas de la estación de Formigal, donde monitores profesionales se hacían cargo de las evoluciones en la nieve de aquella chiquillería retozona e incansable que disfrutaba ascendiendo en el arrastre o montándose en el telesilla en busca de cotas más altas desde las que descender, con brío, emulando a los esquiadores experimentados. A las dos y media de la tarde regresaban a la residencia para comer y, tras un corto recreo, comenzaban los talleres diversos (repaso escolar, cocina, música, dramatización…) que se desarrollaban por la tarde en las instalaciones educativas de Búbal.
Aquella semana mágica e intensa finalizaba con la entrega de diplomas de la Escuela de Esquí de Formigal y una gran fiesta de despedida la última noche de estancia en Búbal. De esas vivencias, compartidas por el alumnado y sus tres maestras, quedó un entrañable recuerdo que se reaviva cada invierno regresando a los emotivos parajes de aquellos inolvidables días grabados en la memoria de los adultos que los disfrutaron en la infancia.
Siempre he pensado que la chavalada de esas hermosas tierras, esquiarían desde la cuna, dado que se encuentran en su hábitat invernal y cercano y con la ayuda enorme del Tio Inazio. Sin duda buena decisión la del Gobierno Aragonés respecto de su programa de Esquí Escolar . Un plan diario muy apropiado que disfrutarían los chavales y que es de justicia que esté guardado como un excelente recuerdo de esos años. Un abrazo.
Me he permitido leer tu enlace a «Las tornas del ruejo» espléndida la visión del proceso de «canto del aceite», de la figura de Inazio y de un léxico que solo puedo calificar como apabullante para un profano como yo. Cordialidades.
El léxico relativo a las faenas del campo es tan rico como peculiar y resulta increíble, en este caso, cómo, de unas simples olivas, se puede extraer tal cantidad de vocablos que designan tanto las tareas como las fases de conversión y los instrumentos y recipientes.
Cordialidades.
Ya no caen las nevadas de antaño, aquellas que yo recuerdo que blanqueaban el Prepirineo hasta hace unos años… En estas tierras, al menos en la provincia de Huesca, se ha vivido durante muchos años de espaldas al esquí, considerado entretenimiento de ricos, de ahí que el Gobierno de Aragón creara la Semana Blanca, como muy bien la llama Azurea en su comentario, como una manera de acercar el esquí a los escolares aragoneses sufragando parte de los gastos, porque subir a esquiar no resulta barato.
Más abrazos.
Durante años existía la llamada «Semana blanca» Un semana que algunos colegios, no sé si todos, aprovechaban para subir a Formigal o Candanchu. disfrutar de la nieve o aprender a esquiar. Igual ahora eso ya no es así. Lo ignoro. Si ha dejado de estar en el programa de los «coles» seguro de los chavales lo echaran de menos. Salud y buenas noches.
Semana Blanca se llamaba, sí, y, antes del parón derivado de la pandemia, todavía se realizaba como opción en todos los Centros de la Comunidad, aunque la Consejería de Educación, en los últimos años, denomina Semana Blanca a dos o tres días festivos de febrero que coinciden con los Carnavales y que son independientes de la Semana del Esquí, que se hace en días lectivos.
Salud.
Yo he vivido esas jornadas cuando era un mozuelo, no precisamente en Bubal, más bien en, creo recordar Candanchú, tres o cuatro cosas recuerdo de aquellos días, en primer lugar fui dos años, los esquís los había que recoger en Zaragoza, la medida entonces se hacía extendiendo uno de los brazos y desde los pies hasta hasta la punta de los dedos era la medida de los esquís, hoy son mucho más cortos. Una de las veces el monitor me llegó a decir que si seguía, sería buen esquiador ya que me caía hacia adelante en lugar de sentarme en el suelo para tratar de parar, otra que fui campeón del juego de las Damas y me dieron una medalla que todavía rondaba por casa hace unos años y una última que siempre recordaré, se me soltaron los esquís, entonces no llevaban frenos y bajaron por aquellas pendientes a toda pastilla hasta perderlos de vista.
Las tablas y las fijaciones han variado mucho con los años, lo mismo que la vestimenta, y eso hace que, al llevar elementos más ligeros, el desplazamiento sea más cómodo. Aprender a caer es crucial y suele ser lo primero que se enseña. En alguna exposición he visto esquís rudimentarios, con unas correas que se ataban a las botas para mantener los pies sujetos, que debía ser bastante engorroso.
Otra cosa, lo que cuento ocurrió sobre el año 60, me imagino que habría que pagar algo pero no seria mucho ya que mis padres entonces no disponían de una cuenta saneada, era patrocinado por alguna organización franquista, pero mis recuerdos me han abandonado.
Quizás se tratara del Frente de Juventudes, que tenía una rama denominada OJE (Organización Juvenil Española) que agrupaba niños y jóvenes organizando actividades al aire libre. Lo que yo cuento es muy posterior, ya en democracia.
Exacto la OJE, no recordaba el nombre. Gracias por remover el polvo de mis vivencias olvidadas.
Por cierto y que sirva de descargo, creo que ya lo he comentado en alguna ocasión, mi padre no era partidario del dictador, ni de los partidos o agrupaciones que le rodeaban, de hecho, se salvó de un posible fusilamiento gracias al alcalde de su pueblo, que le avisó que iban a por el, por lo que pudo huir a tiempo.
No tienes que justificar nada, Jubi. Todas las organizaciones oficiales pertenecían a la Falange, a través de Educación y Descanso. Eran otros tiempos y ya sabemos quién mandaba y cómo lo hacía; salirse de los cánones impuestos implicaba la clandestinidad o formar parte de la lista de desafectos a los que se podía amargar la existencia o detenerlos… La vida durante la dictadura hay que observarla en su contexto, sin etiquetar.
Nosotros tenemos la estación de esquí de Sierra Nevada a 33 Km, pero no recuerdo que aquí se haya hecho nunca algo así. Se que hay unos días de vacaciones que coinciden con el Día de Andalucía, el 28 de febrero, y que algunas veces se le llama Semana Blanca , aunque no sea una semana ni los escolares suban a la sierra, a no ser particularmente los colegios privados.
También aquí la Semana Blanca (que no dura más de tres días) es en febrero, en Carnavales, mientras que la Semana del Esquí abarca de enero a abril, en tandas semanales que se ofertan al alumnado de los últimos cursos de Primaria. La experiencia que narro, en cambio, englobaba a todo el alumnado de una Escuela Rural, que compartía residencia y actividades con otras Escuelas Unitarias con poco alumnado y era de carácter gratuito. La Semana del Esquí que había antes de la pandemia tenúa un precio reducido porque el Gobierno de Aragón la subvencionaba.
Beautiful blog
Muchas gracias.
Esa es la desventaja de estudiar, por aquellos mismos años ochenta, en un colegio de Canarias, porque aquí nunca nieva (ni nevó) y de hacer acto de presencia la nieve es en montoncitos aislados y dura horas (tal vez un par de días a lo sumo)
Gracias que para compensar, tengo la suerte hoy de leer esta entrada y mirar atrás e imaginarme mi misma educación pero yendo a la nieve también como actividad escolar. Y es que tu relato me ha llevado al escenario de inmediato y no tanto al presente sino a aquellos tiempos. Gracias!!!!
Aprovecho para desearte un Muy Feliz 2021, en esta primera entrada del año en que te visito.
Un beso.
En aquella época, lo importante, más que las prestaciones de la estación de esquí, era la convivencia durante una semana fuera de la rutina familiar, en un ambiente que, aun teniendo unas normas de obligado cumplimiento, era ameno y distinto al meramente escolar. Y era curioso cómo el grupo cumplia a rajatabla las normas, porque eran el pasaporte para regresar la siguiente temporada.
Mis mejores deseos para ti también, Nélida.
Cordialidades mil.
Qué bello paisaje el del Valle de Tena, me recuerda la cordillera por las regiones patagónicas. Por esas regiones aún más australes y occidentales a la mía puede llegar a haber un estilo de educación e infancias como esas que describes
Acá, en plena Pampa, hasta un ombú o un ñandú don accidentes geográficos.
Ah, pero que hemos visto nieve, eso sí: 9 de julio de 2007
Abrazos
Las zonas de montaña tienen un trazado geográfico que deleita la vista, rompiendo con ese tópico de eterno Sol y tórridas playas que se proyecta de España hacia el exterior.
En un territorio tan extenso como Argentina imagino esos contrastes acentuados, esas diferencias de clima y paisaje entre unos lugares y otros.
Cordialidades.
Me arrepiento de no haber aprendido a esquiar, sobre todo con el juego que me habría dado viviendo ahora en Suiza, pero tengo la excusa de que en Huelva la nieve estaba muy lejos.
Siempre estás a tiempo… Y, aunque no esquíes, también puedes disfrutar de la nieve en polvo ligeramente acariciada por el Sol.