«El gato de la nigromántica»: Archivo personal
En la antigua Saleta de Gimnasia de la Escueleta Vieja se ultiman, amenizados por el vocerío in crescendo, los preparativos para la Noche de las Ánimas. Sobre los antiguos potro y plinto se apilan, arrugadas a conciencia, las túnicas blancas que vestirán los niños y jóvenes en la procesión de Almetas[1] y Totones[2], que recorrerá las calles del Barrio portando candiles y velas para guiar al público hasta el Salón Multiusos, donde Iliane, transformada en Severina, la entendedera[3], ejercerá de maestra de ceremonias en la representación del Cuento de Marieta, que dramatizará el elenco infantil de la Escuela Rural.
Gritos, carreras y alboroto se congelan con el primer golpe de silbato de María Petra; los jóvenes que desfilarán de Totones abandonan, a regañadientes, los móviles y atienden, al igual que las Almetas, las indicaciones de Mercedes, adaptadora del cuento y autora de la letra de los cánticos que se escucharán en la procesión, a los que han puesto música, más o menos truculenta, las hermanas Cristea.
Murga, la gata, vigila, inmóvil junto al maletín de maquillaje, las evoluciones de Kuro, el único sobreviviente de su camada, que retoza entre los niños, ahora silenciosos, mientras Mercedes reparte las fotocopias del teatrillo a las pequeñas actrices.
Es la hora del penúltimo ensayo general.
NOTAS
Barambán es una palabra usada en la fabla aragonesa para expresar alboroto, jaleo o mucho trabajo.
[1] En el Alto Aragón, las Almetas son las ánimas de los difuntos que fallecieron violentamente o dejando asuntos pendientes; se pasean, invisibles, entre los vivos y son tan queridas como temidas.
[2] En el Alto Aragón, los Totones son las ánimas guardianas de los cementerios; al igual que el Coco, tienen fama de llevarse con ellos a niñas y niños que permanecen despiertos durante la noche.
[3] En el Alto Aragón, la entendedera era una mujer sabia, experta en las fuerzas de la Naturaleza y el mundo de las Ánimas. Las entendederas fueron perseguidas por la Inquisición y catalogadas como brujas. Una famosa entendedera, en las inmediaciones de la Sierra de Guara, fue Dominga Ferrer, conocida como Dominica La Coja, condenada a la hoguera pero fallecida a causa de las torturas a las que fue sometida.
Buena historia, repleta de oscurantismo y religión, en un hermoso escenario llamado calle.
Gracias por todos los datos al pie de página, ¡me ahorrás la búsqueda!
Supongo que murga significa lo mismo allá que acá, es un buen nombre para una gata.
Abrazos!
En realidad, la fiesta se corresponde con las antiguas festividades paganas, cuando los seres humanos buscaban estrategias para defenderse de los seres del inframundo.
El nombre de Murga es casual; la gata es apacible y, aunque no rehúye a los seres humanos, sabe mantener las distancias; todo lo contrario que su hijo, que es un gatito cercano, zalamero y provocador.
Más abrazos.
Ese del primer comentario fui yo. Presioné enviar antes de poner mi nombre… me agarró un pánico escénico…
Ahora sí
¿Pánico escénico…? Vaya… Y yo que te iba a proponer para hacer el papel de alma en pena del Cuento de Marieta…
Gracias. Te digo esto, ya que no he tenido que buscar que significaba cada palabra, alguna la conocía, otras no.
Esa noche Marieta se sentía más segura con su abuela en la cama. No dejaba de pensar en el cementerio y en el señor Joaquín, muerto.
No consiguió dormirse hasta casi medianoche.
Cada vez es más popular la noche de difuntos y sin embargo ya pocos creen en ello.
Es una tradición que se pierde en la noche de los tiempos precristianos, cuando las sombras del cercano invierno vencían a la luminosidad del día y las ánimas vagaban, esa noche que se correspondería con el final de octubre, en busca de huesos y desechos humanos para alimentarse. Se encendían velas para hacerles creer que era de día, se colocaban amuletos en puertas y ventanas para alejarlas de las viviendas y se les dejaban restos de los animales muertos para el consumo -las familias estaban bien aprovisionadas para pasar el invierno- para que los seres invisibles no se cebaran con los vivos. Con la extensión del cristianismo se pretendió acabar con estas costumbres paganas pero, al estar tan arraigadas, la Iglesia Católica instituyó el solemne Día de Difuntos que, en muchos lugares, finiquitó las viejas creencias.
Los ritos de antaño son hoy celebraciones lúdicas sin ningún contenido religioso pero que conforman, junto a su vocabulario específico, un patrimonio etnográfico que resurge y pervive.
es fascinante . las noches de invierno mi padre tenia por costumbre contarnos historias truculentas.
En la infancia suelen atraer los cuentos con componentes truculentos y misteriosos. Fantasmas, ogros, brujas, monstruos, aunque a veces formen parte de las pesadillas infantiles, son ingredientes imprescindibles de esas historias que, en algún momento, nos produjeron escalofríos deliciosos.
como resultado de eso una noche pude ver una gargola parada en el techo de la casa.
acababa de dejar atras el largo pasillo cuando mi madre abrió la puerta de la cocina.
Ella me preguntó porqué estaba tan pálido . entonces le comenté lo de la gargola
Uf, con el aspecto tan espantoso que suelen tener las gárgolas… Afortunadamente, los miedos infantiles terminan reconduciéndose cuando se es capaz de distinguir entre realidad y fantasía. De adolescente, me apasionaban las películas de terror, con sanguinolencias, psicópatas… En cambio, soy incapaz de ver escenas reales cruentas en las que se lastime a un ser humano o a un animal; me producen un malestar duradero.
No soy amigo del ruído, pero estos barambanes son bienvenidos.
Siempre lo son. Rompen con la rutina y proporcionan buenos momentos.
En ese «barrio» siempre están organizando cosas por un motivo o por otro. Vamos, que nadie se aburre…
En los pueblos pequeños las oportunidades de diversión hay que crearlas.
Qué interesante lo que cuentas, y qué apropiado para estas fechas en que festejamos el día de los difuntos y las ánimas.
Desconocía lo que eran las almetas y los totones. Y otras cosas que nos cuentas, siempre reconocidas.
Da miedo. Pero es época de sugestionarse un poco con él, aunque ya no seamos niños ni tan crédulos.
Son miedos atávicos que se reconducen de manera lúdica. El Totón era, además, el monstruo de la niñez; un fantasma que acechaba bajo las camas infantiles, detrás de la puerta o entre las ropas dejadas sobre el sillón y que únicamente desaparecía con las luces del alba.
Puestos a celebrar fechas tan señaladas que se remontan además a la noche de los tiempos, mejor hacerlo con nuestras propias tradiciones antes que importando otras que resultan innecesarias y que obedecen al marketing.
Efectivamente, Tawaki. Además, esos festejos de Halloween que se importan no son sino derivados de aquellos que llevaron a América los colonos europeos, enraizados con las tradiciones celtas.