«Tiempo de langostos»: Archivo personal
Ascienden las caminantes hasta el Barrio atajando por la brecha que saja la vertical del congosto formando un sendero estrecho —poblado de cascajos— que termina cerca de la parte trasera del bar del Salón Social, donde Olarieta, la cocinera, que las ha observado desde las cristaleras del mirador, las recibe con un «Vais a matar a Mam’zelle[1] haciéndola ir por el derrubio«, que no recibe más respuesta que una sonrisa de la aludida mientras el sexteto desfila hacia una de las mesas que Josefo, el camarero, está terminando de montar en el exterior, bajo el emparrado.
Parlotean las caminantes desparramadas, más que sentadas, en los sillones metálicos y sirve Olarieta rebanadas de pan recién tostado y untado con ajo y aceite como acompañamiento de los tazones de leche y tacitas de café que atestan la mesa de tablero ovalado.
Despierta el Barrio en la avanzadilla cálida del domingo mientras el reloj de la torre campanea ocho veces y el mercurio del termómetro anclado a la pared de piedra del bar señala 9º de temperatura.
En la esquina del muro del almacén, indiferentes a las mujeres que desayunan, una pareja de langostos[2] festeja, en abrazo amoroso, la primavera.
NOTAS
[1] Apelativo que dan a la vieja maestra sus antiguos pupilos y pupilas.
[2] En aragonés, saltamontes.
No tengo experiencia en caminar muchos kilómetros sin embargo lo que no podría hacer nunca es sentarme cerca de esos bichos, qué asco me dan. Un día se me agarró uno a la pernera del pantalón y me puse histérica, qué repelús.
Un abrazo.
Seguro que no lo hizo por atacarte -son inofensivos- sino porque, al saltar, tu pierna se interpuso en su camino. Y es cierto que agraciados no son.
Otro abrazo.
Nunca nos has dicho si ese «Barrio» es grande, pequeño, mediano…
Digamos que las personas que residen de manera fija en el pueblo no llegan a cuatrocientas.
Y, sin embargo, tienen de todo. Una veternaria que cuida de los gatos, actos culturales, un Salón Social, las Tejedoras…
Los pueblos pequeños necesitan muchos alicientes para seguir siendo pueblos vivos con futuro, por eso su primera lucha es mantener la escuela abierta; pero para elllo necesita que la gente joven que trabaja fuera de la localidad no traslade, también, su residencia. Y eso se consigue haciendo causa común para dinamizar el día a día y que la gente residente -y la que viene en fin de semana o a vacacionar- se sienta privilegiada por vivir en un entorno favorable donde se puede disfrutar también de actividades de tiempo libre no necesariamente campestres.
¿Pan tostado con ajo, sal y aceite?
En cierta ocasión, en el turno de tarde un compañero y yo nos preparamos las famosas tostadas, era soltero y me comentó que su novia tenía una reunión y no se iban a ver hasta el día siguiente, así que nos comimos unas cuantas rebanadas, esperando que no se nos arrimara nadie ya que se podía marear del olor.
Salíamos a las diez de la noche y un cuarto de hora antes, le llama la novia que ya habían terminado con la reunión y que la fuera a buscar ya que el coche no le arrancaba y no había autobuses desde donde estaba…
Ignoro como terminaría la noche, al día siguiente, no me quiso soltar prenda.
(Totalmente verídico)
Como el ajo es taaaaaaan indiscreto, tu amigo tendría que haberle llevado una buena tajada de pan bien pringado y aromoso para que se la comiera la novia y así ambos se hubieran encontrado en idénticas circunstancias.
Solo me sobra la leche.
Ah, mira, mira, cómo nos apuntamos al café y las tostadas…
Qué pulsiones!
Por acá se las llama langostas, en femenino. No sabia que en aragonés era langostos.
Me recordaron a mi «Jingle», un cuadro veterano…
https://frodorock.blogspot.com/2017/06/el-jingle.html
Bonito barrio… y encima se viene la primavera. ese mercurio y las langostas estallarán en unos meses
Abrazo!
En realidad las langostas son los saltamontes agrupados y sobrealimentados, capaces de engullir todos los vegetales que se les pongan por delante. En el Barrio empiezan a abundar en primavera pero no se les puede considerar una plaga porque tienen bastantes depredadores que se alimentan de ellos.
Cuando yo era niña, a los saltamontes les llamábamos cigarrones.
También es un buen apelativo.
Qué idílico paseo mañanero de domingo.
Se me antoja que hoy podría ser otro día como ése. En el alto Aragón, o en la Costa Canaria.
Las costumbres y sus gentes…..es lo que da sentido a un Barrio.
Esas expresiones arraigadas, que dichas de cierta manera, provocan sonrisas y saben a hogar.
Ese desayuno después de la caminata, no podía tener mejor acompañamiento que el abrazo de una pareja de langostos. Y unas buenos asientos para desparramarse. Y cómo no, unas rebanadas de pan recién tostado con aceite y ajo.
Buena mañana, Una mirada…
Un abrazo!
Los domingos siempre tienen otro aire que rompe con las rutinas de la semana e instala otras más distendidas y con vocación bucólica.