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Posts Tagged ‘antifascistas’

—Martín, que te hago una foto.
—Las que tú quieras.


Martín Arnal Mur

Asistíamos ambos, con un puñado de familiares y gentes anarquistas y republicanas, a la inhumación definitiva en el cementerio de Huesca de Constantino Campo, asesinado en 1937. Te miré y, por primera vez, fui consciente de tu fragilidad, de la vejez sustentada en ese bastón rojinegro que no te abandonaba en los últimos tiempos. Te abracé, sonreíste y navegaron por ese instante de ternura las imágenes de las calles recorridas, de los gritos y cánticos corales reunidos a la vera de la Fuente de las Musas, entre pancartas, en esa misma plaza donde las miradas aún chispeantes de nuestra juventud oteaban tu presencia y la de Mariano Viñuales, el viejo luchador comunista. Nos apelotonábamos alrededor vuestro. Abrazos. Saludos. Admiración. Había cierta emoción en vuestros ojos, que tantos desgarros habían presenciado en el pasado, y brillaban en esos momentos con el conmovedor orgullo de quienes, ante el presente luminoso, dan por bien empleados los años oscuros de lucha. Nos parecíais, entonces, inmortales; dos adorables abuelos guerrilleros antifascistas cuyos corazones seguían bombeando la férrea voluntad de cambiar el mundo. Cuando los latidos de Mariano se detuvieron, tú seguiste fiel, revestido de elegante ancianidad, a aquella plaza, a las manifestaciones, a la reivindicación de justicia social, mientras nosotros íbamos dejando atrás los años mozos pisando, a tu lado, las calles con la madurada firmeza de las convicciones arraigadas, mirándonos en el espejo de las tuyas y arropándote en aquellas interminables jornadas en el cementerio de Las Mártires, desenterrando los huesos agujereados de los desaparecidos, pero nunca olvidados, entre los que tú soñabas encontrar a tus hermanos, José y Román.



Hoy, Martín Arnal Mur, compañero libertario, hubiera cumplido cien años, pero su corazón se quebró el 21 de octubre dejándonos huérfanos de su presencia y herederos de un legado imperecedero para compartir y transmitir.




Despedida de Martín Arnal Mur en Bielsa.




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«Toulouse»: Alfred Essa


En la fachada del renovado edificio del Hospital Joseph Ducuing, en el número 15 de la calle Varsovie del barrio de Saint-Cyprien de Toulouse, una sencilla placa, colocada en el año 2010, recuerda a los utópicos republicanos españoles que fundaron el centro hospitalario  llamado entonces Hospital Varsovia—  bajo los auspicios del Partido Comunista y en cuyo dispensario trabajó solícitamente la extraordinaria libertaria Amparo Poch, feminista, maestra, dibujante, escritora y brillante médica zaragozana fallecida en el exilio el 15 de abril de 1968 y rescatada de entre los escombros de la memoria por Antonina Rodrigo, autora de una fascinante biografía de la cofundadora de Mujeres libres.


El Hospital Varsovia se fundó en octubre de 1944 para atender a los guerrilleros españoles heridos a raíz de la fracasada Operación Reconquista, cuando más de setecientos combatientes entraron en España por las fronteras pirenaicas enfrentándose, durante once días, a las fuerzas franquistas, en una guerra de guerrillas que, indudablemente, estaba perdida antes de planearse. Posteriormente, en mayo de 1945, el hospital, ubicado en una antigua y señorial mansión abandonada por los alemanes, se constituyó legalmente como centro sanitario civil de asistencia gratuita a todos los refugiados españoles, subvencionado con las aportaciones de organizaciones internacionales —sobre todo, norteamericanas— de apoyo al antifascismo español, del gobierno francés y del Partido Comunista.

«Ningún enfermo tiene la impresión de estar en un hospital donde todo lo que le rodea sea extraño; al contrario, tiene la sensación de estar cuidado en su casa y en familia; médicos, enfermeras y personal administrativo, todos españoles, con la única preocupación del paciente que es al mismo tiempo su amigo en el exilio y su compañero de lucha por la reconquista de la patria perdida.», puede leerse todavía en una Memoria editada por el propio hospital en 1950. Pero la situación cambió cuando EEUU comenzó sus purgas contra el comunismo  real o no—  dentro de sus fronteras y se inició la Guerra Fría con la URSS.

El literato y guionista Howard Fast, que ayudaba económicamente al Varsovia, comunicó al hospital: «El Comité de Actividades Antiamericanas nos ha exigido darles los nombres de los republicanos españoles que hemos ayudado, de suerte que, de hacerlo, nos hubiésemos convertido en criminales asociados al abominable Franco. Y porque nos hemos negado a ello vamos a la cárcel.». Tres meses de privación de libertad en una prisión federal fue el precio que pagó Fast, en 1950, por su negativa a entregar los archivos del Comité Conjunto de Refugiados Antifascistas, quedando en situación laboral precaria hasta que, en 1956, se dio de baja del Partido Comunista y denunció públicamente los horrores del estalinismo.

Las presiones del gobierno presidido por Truman  a las que lógicamente y con tesón, se unó la dictadura franquista—  terminaron desbaratando el pequeño enclave sanitario español en Toulouse. El 7 de septiembre de 1950 fue encarcelado el equipo médico español del Hospital Varsovia y, un mes después, el gobierno francés ordenó la liquidación de todos los bienes de la sociedad que administraba los donativos que se recibían para mantener el centro.

En noviembre de 1950, el doctor Joseph Ducuing se hizo cargo de los pacientes ingresados y, junto con otros médicos franceses y la ayuda económica del Partido Comunista Francés, adquirió el inmueble constituyéndose la Asociación de Amigos de la Medicina Social, gestora del hospital hasta 1982.


…y setenta y siete años después —convertido oficialmente, desde 1979, en Hospital Joseph Ducuing-Varsovie— ahí sigue, emblema de una época y una lucha, erguido en el presente paisaje de Toulouse —llamada la Ville Rose por el color rosado de sus antiguos edificios de ladrillos caravista— como bastión de la sanidad pública y con el deje de voces españolas prendidas en su historia.

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