«Rojos»: Archivo personal
Un Ramón J. Sender (1901-1982) absorto, levemente hosco, con el sombrero borsalino colocado distraídamente sobre la noble cabeza encanecida, resalta entre la amalgama de ocres y naranjas, con tenues trazos rojizos, de la pared que comparte con su amigo Ildefonso-Manuel Gil (1912-2003) y su compañero epistolar Joaquín Maurín (1896-1973). Cerca, sonriente y juvenil, Ana María Navales (1939-2009) contempla al circunspecto Miguel Labordeta (1921-1969) levemente girado hacia un pensativo Francisco Carrasquer (1915-2012).
Sobre el atril, Siete domingos rojos, la novela elegida por la señorita Valvanera para el libro-fórum.
—La mejor. La del Sender más ágil. Su primera mirada crítica hacia el modus operandi anarquista de la etapa republicana, antes de buscar su sitio en el comunismo, al que terminó detestando para crear su propia rebeldía, siempre con los retales de sus desgraciados recuerdos.
Silencios. Los mismos silencios del Ramón doliente, jamás recuperado del asesinato del hermano, Manuel Sender Garcés, y la esposa, Amparo Barayón.
A Manuel Sender Garcés, el amado hermano, abogado de 31 años, miembro de Izquierda Republicana, que había sido alcalde de Huesca en dos ocasiones, lo fusilaron los fascistas el 13 de agosto de 1936, junto a Mariano Carderera, alcalde en ejercicio, Mariano Santamaria, teniente de alcalde y Miguel Saura Serveto, cenetista benasqués. Una lápida [FOTO], colocada el 14 de abril de 2003 sobre la fosa compartida en el cementerio oscense, los recuerda.
Silencios. Exilio. Recuerdos rotos de aquella Amparo, exultante, de los años treinta, trabajadora de Telefónica, experta mecanógrafa y ágil pianista a la que ronda Ramón en 1931 y que le sería arrebatada el 11 de octubre de 1936, asesinada en Zamora por ser la esposa del escritor aragonés.
Silencios. Exilio. Crepita el dolor en las entrañas. Se inflama. Arde. Se eternizan las llamas. Se suceden los libros. Dolor. Charlas. Amargura. Libros. Conferencias. Dolor. Dolor.
—Y entonces dijeron que venía. Venía a España. Venía a Huesca. ¡Venía a Huesca! Sender regresaba a su tierra. Daría una conferencia en el Centro Cultural Genaro Poza.
Ramón José Sender había previsto viajar a Huesca en domingo, el 2 de junio de 1974, pero impuso una condición: que se depositara un ramo de flores sobre la fosa donde se sabía que reposaban los restos de su hermano Manuel. Idas y venidas de los organizadores. Miedo. Sender, firme: Solo irá a Huesca cuando la tumba de su hermano sea señalada con un ramo de flores. Miedo. Cuchicheos. Llamadas al Gobierno Civil. Murmullos. Las autoridades franquistas ceden y Manuel Sender Garcés, vilipendiado, asesinado y sepultado en el obligado olvido, obtuvo su ofrenda floral. Entonces, y solo entonces, Ramón José Sender se asomó a la ciudad que tanto le dolía y desgranó sus recuerdos de un verano —de hace tanto, tanto, tanto tiempo— pasado en el Pirineo.
Mora Sender entre los cromáticos muros del ala aragonesa de la Biblioteca del Barrio, donde sisean las hojas y susurran los seres retratados. Sobre el atril, el libro. Y un grupo de sombras que, en silencio, caminan hacia la puerta dejando tras de sí recuerdos y penumbra.
Muy interesante y muy bien escrito… El gran escritor y un gesto gentilísimo del mismo, obligando que se reconozca y recuerde la tumba de su hermano, que lo caracteriza y sirve para recordarlo bien.
Sospecho que la única razón que tuvo para ir a Huesca fue que se supiera que no había olvidado el asesinato de su hermano y quiso que la propia ciudad lo recordara.
Si, es muy probable que haya sido por eso.
2 de junio del 74. Miedo. La dictadura agonizaba con el dictador, pero había miedo de que la fiera muriera matando
Precisamente ese mismo año, el 9 de julio, un mes después de la visita de Sender, empezaron las «peregrinaciones» hospitalarias del dictador. Ya en marzo de 1974, se había ejecutado a Heinz Chez y a Salvador Puig Antich, que no le parecieron suficientes porque, cuando ya estaba en las penúltimas, el Parkinson no fue obstáculo para que no firmara el «enterado» de las últimas.
Yo creo que, en esos últimos meses, ya no sabía ni lo que firmaba. Era un títere manejado por los que luego lo mantuvieron con vida contra viento y marea. Si es verdad que parte del mal que hacemos se paga aquí, el dictador lo pagó en ese final de su vida.
No nos engañemos, aunque lo hubiese sabido, habría firmado igualmente. Donde no tuvo opción fue en ese encarnizamiento terapéutico que parecía diseñado en los sótanos de la DGS.
Conmovedor texto. De verdad que me ha impresionado, he de confesar que desconocía casi todo lo que relatas. ¡Tremendo!. Bien por traerlo aquí.
Salud.
Es que las circunstancias de Sender son conmovedoras. Detrás de ese genio de polvorilla que mostraba se escondía un ser humano profundamente herido.
Salud.
Leo el comentario del Senior ziticen.
La fiera murió matando. Las últimas ejecuciones del franquismo se produjeron el 27 de septiembre de 1975.
…y más que hubiera firmado si hubiera podido. Ahora, que también el destino (y la camarilla que pretendía alargar el franquismo hasta el fin de los tiempos) le preparó a él muy mala muerte.
Me ha gustado me ha pensar y conocer más de su historia. Te mando un beso.
Gracias por tu comentario, Citu. Que empieces bien la semana.
Salud.
Desgraciadamente conozco muy poco la historia de España y mucho menos de los escritores, observo por el vistazo que les he echado a los enlaces que nos dejas que todos son aragoneses, de alguno me suena su nombre, de otros ni eso, mi vida dedicada a la tecnología, y dejé atrás algo mucho más interesante, y aunque quisiera ponerme al día ya no me sería posible.
Los escritores y la escritora que se nombran en el texto son aquellos cuyas fotos en la pared de la Biblioteca están próximas a la de Sender. Es normal que te suenen aunque no hayas profundizado en ellos. Tampoco son tan relevantes los conocimientos literarios, tú posees otros tan valiosos o más en otros terrenos.
Estas páginas se caracterizan por devolver la memoria sobre personas y situaciones que se han querido olvidar.
Gracias una vez más por los enlaces.
Anoche fui a un recital nuevamente en el lugar aquel de los Fusilados de José León Suárez, y he visto a muchos chicos esperando por entrar apoyados o subidos al monumento que recuerda el hecho, y me he preguntado ¿cuántos de todos estos chicos sabrán qué ha ocurrido, ahí mismo 70 años atrás?
Abrazos
Es positivo no perder el hilo del pasado. Se tiene la costumbre de rememorar los grandes hitos pero no debemos olvidar que también, o quizás, sobre todo, de los sucesos vergonzantes se extraen los mejores aprendizajes para forjar una voluntad que obstaculice la posibilidad de repetirlos.
He vuelto a recordar la Operación Masacre de Rodolfo Walsh, de la que tuve noticias por ti. Pobre Rodolfo… Veinte años después, caería también él en esa danza sin sentido de horror y desapariciones. No, no hay que olvidar.
Cordialidades.
Silencios. Exilio.
Los mismos silencios…
Me gusta sentir esa grandeza interior que sacas afuera cuando hablas de Sander. Ese ímpetu, fuerza, admiración, respeto y sobre todo conocimiento de causa.
Silencios. Exilio.
Los mismos silencios…..
Gracias que luego vienes tú, y lo gritas a los cuatro vientos.
Gracias, Una mirada. Un lujo venir a visitarte.
Un abrazo grande, en esta soleada mañana de abril.
Ya sabes que siento debilidad por Sender que va mucho más allá de lo meramente literario, al igual que por Max Aub, convertidos ambos en la actualidad en «ilustres desconocidos»; por ello me gusta airearlos de vez en cuando y recorrer aspectos de sus existencias que me dejaron huella.
Gracias a ti por tus palabras, querida Nélida.
Primaveral abril… Y, cómo no, un abrazo.
Una mirada, no sólo es una gozada tu forma de escribir y describir, sino que, además, tus escritos están plenos de nuevos conocimientos para tus lectores (al menos para mi).
De Sender poco más sabía que el haber leído su «Requien por un campesino español» y su genial «La tesis de Nancy».
Un abrazote!
Bueno, Sender fue un autor exiliado cuyas obras, en su mayoría, se publicaron en España, en muchos casos, fuera de tiempo, quedando muchas relegadas al olvido. Las dos que citas fueron su carta de presentación a las generaciones para las que era un desconocido, siendo las novelas protagonizadas por Nancy las más comerciales y muy alejadas del planteamiento del resto de su obra.
Muchas gracias por tus palabras, apreciada mía.
Más abrazos para ti
Ya hemos comentado en alguna ocasión en esta Bitácora, la necesidad de recordar a los ajusticiados impunemente en los tiempos de la guerra. Ignoraba la suerte del hermano de Sender y valoro mucho su decisión de acudir a Huesca solo si se recordaba a su hermano, con un sencillo ramo de flores, en unos tiempos en los que el franquismo presagiaba su final. Gracias por los enlaces y por el pdf de «Siete domingos rojos». Un placer leerte. Abrazo.
Muchas de la obras de la última etapa de Sender solo son comprensibles si se conocen las tragedias que rodearon al escritor, no es de extrañar, pues, que el único motivo para aceptar dar una conferencia en Huesca fuera homenajear a su hermano, por el que sentía devoción. Sender, pese a la lejanía, siempre tuvo presentes los lugares de su niñez y juventud y los mantuvo con él, intactos y vivos, hasta el último instante.
Otro abrazo.
Hizo muy bien Don Ramón. La historia de un país no debemos olvidarla, tampoco el lugar de donde venimos aún con malos recuerdos. Por motivos de trabajo algunos deseábamos que esa la larga agonía terminara de una vez…
Buena tarde.
Un abrazo.
Las pretensiones para alargarle la vida a ese hombre eran absurdas como improbables las posibilidades de que continuara el franquismo sin Franco; solo consiguieron crear tensión en la ciudadanía y torturar salvajemente a quien decían respetar. Fue tan deleznable como la propia dictadura.
Salud.