«Okupas que enternecen»: Archivo personal
Doris, la gata campestre que habitaba el territorio del azud, ha asentado sus reales en el huerto que comparten Marís y la veterinaria. Independiente y tan escurridiza que para las revisiones sanitarias bianuales del Proyecto Michinos [*] había que organizar una batida para localizarla, ha trocado su manifiesta aversión a los humanos por cierta tolerancia a la que no son ajenos los siete mininos que parió en agosto, en algún lugar indeterminado, y que acomodó en el porche de la caseta en construcción del huerto, donde descubrió Marís a los okupas gatunos a la vuelta de las vacaciones. Ahí siguen. Rondan los pequeñuelos las piernas humanas y se retuercen en el suelo, juguetones, ahítos de caricias, con la madre siempre a prudente distancia, tensando hacia adelante las vibrisas de sus bigotes y bufando ante cualquier atisbo de acercamiento humano hacia ella, como diciendo: “Os dejo manosear a mis hijos, pero conmigo, confianzas, ninguna”, lo que no le impide llenarse el estómago del pienso que se le deposita diariamente en el cuenco, que complementa con lo que ella misma caza y, en ocasiones, trae, ufana, hasta el porche, como si, pese a su alergia a las personas, realizara una ofrenda a los seres humanos, que trabajan y se solazan en ese lugar, por su buen comportamiento con la camada. El domingo pasado, la dádiva de Doris la encontró Jenabou, que fue a visitar a los gatitos y estuvo a punto de pisar el cuerpecillo inerte de un periquito verdiazul colocado sobre la esterilla de la entrada a la caseta. “Era el periquito de Adela, mamá, que se les había escapado de la jaula…”, le contaba, compungida, la niña a la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio. “Lo he enterrado donde las almendreras porque si lo ve Marís le da un telele”.
NOTA
[*] Conjunto de protocolos ambientales y sanitarios que suponen el control censal, alimentación, desparasitación, vacunación y, en último caso, esterilización, de la colonia felina del Barrio.
Qué bonito. Qué bonito todo. Los gatitos…una preciosidad. He visto la foto, y que ganas de acariciarlos. «Ocupas que enternecen» . Genial.
Salud.
Es que enamoran. Dos mesecillos tienen, todavía tetando de la madre, siempre deseosos de que se les coja en brazos y quedarse dormidos entre caricias.
Salud.
¿Gatitos? A la entrada de la urbanización hay una colonia. Antes venía una persona con comida que les traía diariamente, ahora, hace tiempo que no lo veo. En cierta ocasión le pregunté si el ayuntamiento le pagaba algo y me dijo que lo único, cuando los llevaba a esterilizar, eso con la factura si se lo pagaba, pero los viajes y la comida eran de su bolsillo.
Algunos Ayuntamientos se ponen medallas porque en los departamentos de Medio Ambiente tienen un apartado para las colonias felinas de la ciudad pero no cuentan que todo el trabajo, incluso adelantando dinero particular, depende de las personas voluntarias. En Huesca ciudad se han reciclado contenedores para que sirvan como puntos de reparto de comida a las colonias… ¿Sabes quiénes los lijaron, pintaron, abrieron gateras y una puerta…? Pues la gente voluntaria que tuvo la iniciativa.
Genial,tiene razón Azurea 20, esos gatitos son encantadores. ¿Quien no se va a enamorar de semejantes animalitos?
Desde luego. Imposible permanecer impasible ante esas miradas y esas poses.
Imposible.
Esos gatitos son lindísimos 😍😍, la mamá gata estará orgullosa y muy ocupada alimentando a los siete bebés.
Los gatitos están en proceso de destete y la madre gata, como todas las progenitoras, les está enseñando a ser unos futuros gatos competentes.
Que cosas… Con lo feos que nacen los gatos y cómo se ponen de encantadores en dos meses. Y me estoy acordando de mi aventura infantil de alimentar cuatro gatitos recién nacidos con el biberón de mi muñeco. Después de aquello, no me quedaron ganas de tener gatos en toda mi vida.
¿Pero tuviste una mala experiencia con aquellos gatitos? ¿Te los quitaron o los hicieron desaparecer?
Hasta donde mi memoria alcanza, perros, gatos, gallinas, conejos, corderos… han formado parte de mi vida. Pero con los gatos la atracción ha sido mayor, quizás porque los que han convivido conmigo eran singulares y receptivos, familiares sin renunciar a su libertad, con tal reciprocidad en los afectos que formaban parte de la familia de pleno derecho.
Mi mala experiencia es que aquellos gatitos recién nacidos no me gustaban nada, pero no podía dejar que se murieran en el solar donde los encontré. Aguanté con ellos hasta que mis padres me dijeron que unas vecinas los querían y no quise investigar si aquello era verdad o es que mis padres quisieron resolver mi dilema.
Obligación moral versus devoción. Tremendo dilema para una niña; en cualquier caso, tus padres actuaron correctamente (porque lo hicieron en tu beneficio y ahí no hay juicio que valga) por muchas dudas que te quedaran sobre la suerte de los animalitos.
Quizá esta historia de para una entrada ahora que serial del tango está llegando a su fin…
Es una buena idea. Sería un placer verla desarrollada en tu blog.
La verdad es que son preciosos.
Entre la foto y la ternura que desprende tu relato, no hay quien se resista 🙂
Un abrazote, con temperaturas en descenso por fin!!
Es mirarlos y caer rendidos a sus diabluras, ¿verdad? Pues fíjate que, en el mismo terreno, están los siete nacidos en agosto y otros seis que nacieron en junio, así que, ni se aburren los gatitos ni las personas del huerto.
Cordialidades entre la luminosidad solar.
Da gusto tener okupas como estos. Son animales muy entrañables, con esa mezcla de apego y libertad.
A los gatos hay que saber comprenderlos y, sobre todo, aceptar y respetar ese espíritu libertario que los hace estar cerca de las personas pero sin dejar que estas se conviertan en sus dueñas.
Me has traído el recuerdo de un acontecimiento que me sucedió hace poco.
Fui a buscar a la niña Celeste a la casa de sus abuelos y cuando aún estaba dentro golpean la puerta de calle. En la misma vereda hay una veterinaria y se ve que un gato se les escapó (a la dueña y al doctor) y se fue por los techos…. ese se escapó de todo Proyecto Michinos.
Con Celeste nos fuimos y me enteré al otro día que la dueña tardó dos horas en recuperarlo, pues en esta zona suburbana, cuando los gatos ganan los techos, no hay quien los pare: pueden aparecerse por la otra cuadra, ya no hay zonas baldías por aquí.
Cordialidades
…y con lo amigos que son los felinos de hacer equilibrios por las alturas, aún tuvieron suerte de atraparlo. Además, que como buenos cazadores, en los tejados encuentran crías de gorrión y ya tienen apañado el menú.
Oye, qué crecida y hermosa está Celeste. No fui consciente del tiempo transcurrido desde su nacimiento hasta que no vi la foto que enviaste.
Abrazos.