«A glera d’Otal / Barranco de Forcos»: Archivo personal
«Cuando acabé Luna de lobos empecé a recorrer aldeas de Guadalajara, Soria o Segovia, y al final fui a Huesca, donde sabía que hay muchos pueblos abandonados; más de 300 en la zona de los Pirineos. Entrar en un pueblo abandonado me producía una inquietud muy especial, la emoción de la ruina. Pensaba: durante años la gente ha luchado aquí por salir adelante, se ha casado, ha tenido hijos, ha visto nacer y morir a los suyos, se ha peleado con el vecino… y solo queda un montón de ruinas y zarzas. Y me preguntaba qué sentiría el último que permaneció en la aldea, viendo cómo todo el mundo se marchaba. Esa es la idea de La lluvia amarilla; al final las novelas son preguntas a las que tienes que dar respuesta».- Julio Llamazares, en conversaciones con la periodista Ana Esteban.
Pese al calor que se abate sobre las tierras del Sobrepuerto, los matorrales y coníferas que festonean los alrededores del barranco del Forcos alivian el tórrido mediodía colmado de ensalada y empanadillas que los excursionistas comparten con la pareja de franceses que han pasado la mañana estudiando el terreno para emprender, al día siguiente, la Senda Amarilla [*]. “Por esta zona no pasa esa ruta”, les explica Marís sobre el mapa. “La teneís que empezar en este punto, donde está Oliván, ¿veis…? Y tenéis que ir por los desvíos de Susín y Berbusa hasta llegar a Ainielle. Ahora estáis en este punto, en Escartín, pero la senda por la que iréis se halla al otro lado del barranco y Ainielle queda como a una hora de donde estamos en este momento. Pero no me parece buena idea hacer una ruta como esa con el calor que hace estos días”.
Marchan los franceses y retornan los excursionistas al silencio y la modorra acunada por los murmullos del agua deslizándose por las paredes en flysch hasta la poza donde, nada más llegar, se dieron un baño ante tres ranas bermejas apostadas en la orilla.
Salvo Bergua, que todavía está habitado, el Sobrepuerto agrupa hasta nueve asentamientos humanos más que se vaciaron entre los años cuarenta a setenta; pueblos abandonados que, en muchos casos, todavía mantienen en pie las carcasas laceradas de sus edificaciones, escondiendo de las miradas de los senderistas sus interiores huecos y devastados. Algunos de sus antiguos moradores y descendientes aún se acercan, con el alma encogida, a desenterrar los fantasmas de los tiempos vividos, recordando los nombres de las Casas, de las eras, de los campos, para terminar componiendo en los labios, como si de una plegaria se tratara, el de su pueblo, al que nunca han dejado de pertenecer.
—Mi familia procede de Escartín.
—Yo nací en Oliván.
—Mi padre era de Basarán.
—Mi madre, de Cortillas.
—Yo soy de Otal.
Y revive el viejo Sobrepuerto humanizado con las voces que, con dolor y orgullo, lo reivindican.
NOTA
[*] Ruta senderista circular, con nomenclatura PR-HU-3, que sigue el trayecto Oliván-Susín-Berbusa-Ainielle y cuyo nombre, Senda Amarilla, es un homenaje a la novela de Julio Llamazares.
He visitado muchos pueblos en ruinas y abandonados, no solo en España pero también en Grecia y Turquía y siempre pienso en esas mismas cosas y me hago las mismas preguntas…
Son lugares que acongojan pero cuyo éxodo es comprensible: Los pueblos del Sobrepuerto carecían de infraestructuras mínimas para encarar la vida moderna (ni carreteras ni electricidad ni agua corriente) y sobrevivir con medios económicos escasos resultaba imposible.
Me ha gustado tu descripción, por mi mente pasaron las imágenes de los matorrales, he sentido el sabor de la ensalada y empanadilla. Hace muchos años, estuve en España, pase cerca de Guadalajara. Soy de México, nieta de españoles. Los,pueblos tiene magia…
Gracias por compartir.
Elvira
Estos pueblos de los que trata el post están muy lejos de Guadalajara y próximos a Francia. También México será un país de contrastes; algún conocido tengo en la zona de Chiapas pero no conozco tu país salvo lo que he leído y he visionado en una pantalla de él.
Magníficoo paísel tuyo que acogió a tantos refugiados españoles y que, aunque solo fuera por eso, merece todo mi respeto.
Un placer tu visita y comentario.
Muchas gracias, por tu respuesta, leí Guadalajara y he recordado que pasé por ahí. Claro hace muchos años.
Aprecio tus gentiles palabras.
Con gusto. Saludos.
Me pasa lo mismo, que solo conozco Guadalajara por haber pasado por ahí, pero sin detenerme.
Gracias a ti, amable Elvira.
Gracias a ti, linda semana.
👍
👍🏼🙂
Hay que tener valor para ir de excursión con estas temperaturas… O ser muy joven, claro.
…o viajar cómodamente en coche y andar un trayecto corto hasta el lugar donde va a pasarse la jornada.
Yo voy poco por los pueblos, pero me parece que aquí no hay tantos abandonados. Y el caso es que la pobreza y la emigración son muy propias de Andalucía en general, por lo que me extraña que no ocurra eso. A ver si me informo…
El problema no era la pobreza sino la falta de infraestructuras acordes con los tiempos, que es lo que llevó a la gente a abandonar muchos pueblos de montaña en pos de una vida mejor para sus hijos e hijas, cuando no la construcción de pantanos que anegaron tierras de cultivo y también los propios pueblos.
Vayamos por partes, «la lluvia amarilla» la he leído tres veces, las mismas, que libros he comprado y he perdido por prestarlos, ahora no tengo ninguno.
Solamente he visitado un pueblo, semi-abandonado, fue el pueblo de Jánovas, este con bastantes fotos que hice, aunque tengo 4 ó 5 entradas sobre el.
Flysch creo que equivale en aragonés a ralla.
Sí, recuerdo que alguna vez comentaste tus vicisitudes con el libro de Llamazares. Tendrías que comprar un cuarto ejemplar y no prestárselo a nadie. También de Jánovas he escrito un par de entradas; la historia de ese pantano que nunca se hizo es tan inquietante como surrealista.
La palabra flysch está más cercana al vocablo «glera» que a «ralla»; este último se corresponde con el término geologico hogback, que es una cresta alta, que se extiende por una sierra, mientras que flysch corresponde a agrupaciones de sedimentos rasos en zonas costeras o barrancales de agua dulce.
Glera, yo la entendía como una acumulación de piedras sueltas.
Una glera ye una aria a on se son acumulatas as piedras y ruellos de forma superficial en o terreno, a sobén perque han estato arrocegatos dica astí per un curso d’augua u bien arrullatos en ixe puesto per a mar.
Y no te equivocas, esa es la definicion correcta de glera, referida a los sedimentos geológicos, como en el flysch, y no a la estructura geomorfológica ni al nivel de inclinación que es lo que define el término raya.
Siempre me gustan tus descripciones de los ambientes y escenarios, llenas de afinidades hacia tu gente y tus lugares. Produce cierta tristeza leer que hay más de 500 pueblos abandonados en el Pirineo. Quizás esa tendencia se invierta pronto. Salud
Bueno, ya sabrás por experiencia que la percepción del paisaje tiene muchos componentes subjetivos.
Algunos de esos pueblos han recobrado una chispa de vida gracias a los descendientes de los antiguos pobladores pero seguirá habiendo muchos enclaves imposibles de recuperar y quedarán como atractivas ruinas para caminantes.
Salud.
Al paso que vamos con el cambio climático, algún día todos los habitantes de este sur se irán desplazando hacia el norte para poder sobrevivir y es posible que esos pueblos abandonados «de veranos cortos y frescos» revivan.
Oye, sitio hay de sobra. Lo malo es que los veranos cada vez son menos cortos y menos frescos…
Tiene tramas interesantes, por lo que auspician los resúmenes enlazados.
Los pueblos abandonado, perdidos más allá de las rutas convencionales, deben tener muchas historias para contar.
Todo esto me hizo pensar en la tarde de finde año que me quedé en la ruta con el auto y fui partícipe por la noche de la «fiesta de fin de año» del pueblo. Fue todo una sorpresa descubrir qué diferente se vive a unos cientos de kilómetros de la gran ciudad y alejado de sus rutas habituales.
Abrazotes.
A esos pueblos hay que asomarse ex profeso, caminando, porque están situados en lugares donde solo se llega por pistas forestales, y cuando se accede a ellos se descubren las casas de paredes de piedra con tejados de pizarra y pequeñas iglesias que son verdaderas joyas. Entonces se entiende lo que supuso para sus habitantes marcharse y qué bien supo, Llamazares, en su novela, expresar las vivencias de soledad de quien permaneció varado en su lugar, recordando los tiempos de casas habitadas y campos cultivados. Una vida diferente y dura, muy dura.
Más abrazos.
Pueblos abandonados, deshabitados, cómo no pensar en lo que un día fueron.
Me produce tristeza, hay cosas (lugares, personas…..) que deberían sobrevivir a los años, al tiempo. Más concretamente cuando de lugares se trata, pues la viabilidad de que eso se consiga es muy grande…..a poco que los organismos públicos actúen y trabajen en ello. Y la población, poniendo se su parte. Es mi opinión.
Gracias, Una mirada, por tu forma de acercarnos a lo que de verdad importa.
Además, me dejas dos libros sobre la mesa los cuales no he leído aún. Tengo que retomar a Llamazares, todos los libros suyos que he leído me han gustado mucho.
Un abrazote, hoy con olor a petricor. Los chubascos de San Juan, siempre fieles al calendario.
En realidad, esos pueblos llevaban muchos años abandonados por el Estado, antes de que sus habitantes, hastiados y desesperados, decidieran marcharse. Algunos rehicieron su vida en las zonas llanas de Aragón pero otros marcharon a otros territorios, por eso la tierra aragonesa es amplia pero poco habitada y en la zona del Pirineo, por su singular geografía, es donde mayor ha incidido la despoblación.
Leer a Llamazares es un gozo e, independientemente de la temática, su escritura poética brilla hasta en los momentos más grises y duros de sus tramas.
Me quedo con ese olor a petricor que aún permanece pese a haberse retirado la lluvia hace unas horas.
Otro abrazo para ti.
Curioso. Alguien comenta que ha leído «La lluvia amarilla» tres veces. Me encanta Julio Llamazares, pero «La lluvia amarilla» me producía tal angustia que era incapaz de seguir leyendo. La desolación me ahogaba. Ahí tengo el libro. No sé si algún día podré.
Los pueblos abandonados , incluso los que no lo están, pero que las puertas se van cerrando me producen mucha tristeza. Un mundo que desaparece. Mi infancia es mi pueblo y no la cambiarìa por una de ciudad nunca.
Salud.
Las puertas que se cierran… Las casas que se van deteriorando porque los que se fueron no han regresado… Por eso en los pueblos mantener la escuela abierta supone un aval para seguir tirando, para que haya vida unos años más.
Y sí, La lluvia amarilla siembra tristeza pero está tan bien escrito, transmite tanto… que hasta se pasa por alto esa brillantez expresiva tan impropia de un montañés pero que cala los huesos e impregna el alma.
Salud.
Los Pirineos son una cadena montañosa muy interesante, en la frontera de Francia y España, una zona de una belleza excepcional. Pero es una vida dura, en las montañas.
Les Pyrénées sont une chaîne de montagnes très intéressante, à la frontière de la France et de l’Espagne, une région d’une beauté exceptionnelle. Mais c’est une vie dure, dans les montagnes.
Así es. Los paisajes son preciosos pero las condiciones de habitabilidad no son las mejores cuando no hay una inversión estatal para procurar bienestar a los habitantes.
Salud.