«El árbol y el muro»: Archivo personal
Han vuelto los carbonerillos a ocupar la oquedad del tronco del viejo árbol que inclina sus ramas sobre el muro de la corralaza [1], despreciando la caja de anidación que cuelga, discreta y aún vacía, de la encina que señala la pendiente del barranco.
Entra y sale el carbonero macho de la entraña del árbol en un visto y no visto, atrincherándose en lo alto cuando Jenabou, que sigue sus idas y venidas desde el huerto, prescinde de los prismáticos y se llega hasta el tronco habitado para contemplar, in situ, al pajarillo. “Así solo conseguirás que se asuste”, le advierte Emil, que ha ayudado a la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio a preparar el hoyo donde se plantará un brote de secuoya para celebrar el undécimo cumpleaños de la niña. “Dice Mam’zelle [2] que si agarra bien se hará tan vieja como la carrasca de Lecina. Igual entonces anidarán los carboneros del futuro en la secuoya”, reflexiona la pequeña regresando al improvisado observatorio de aves mientras el pájaro, libre de intrusiones, asoma su brillante y negra cabeza de mejillas albas por la abertura y retoma su nervioso vuelo dejando a la hembra al cuidado de la pollada.
Tras los muros de la corralaza, la hierba montaraz cubre los restos desmontados de una cosechadora arrumbada veinte años atrás, cuando el hombre que tenía alquilado el recinto abandonó el negocio de cría de avestruces que mantuvo a la expectativa al Barrio durante los escasos seis meses que duró la estancia de tan extraordinarios ejemplares, macho y hembra, en aquel lugar, para asombro de los adultos y entusiasmo de los más jóvenes que, trepando por el árbol de los pájaros carboneros, se encaramaban al muro para admirar al Vestruzo y la Vestruza —así los llamaron— concitando la atención del macho, que les dedicaba, sentado sobre sus potentes patas, toda la parafernalia sonora y visual del cortejo, acercándose después, con movimientos pausados y elegantes, hasta rozar con el musculoso cuello y la cabeza las piernas colgantes de la chiquillería para recoger en su pico, con golpes secos y no siempre indoloros, las piedrecillas que le ofrecían con las manos abiertas. La hembra, en cambio, se mantenía a distancia y, de vez en cuando, siseaba amenazante obligando a unos y otras a descolgarse con premura de la precaria atalaya.
Pero la buena sintonía entre las gentes del Barrio y el dueño de los avestruces terminó cuando, supuestamente, fueron robados siete de los ocho voluminosos huevos de las últimas puestas, de los que, pese a la denuncia que se interpuso, jamás se supo. El criador de las aves canceló el alquiler y los avestruces fueron trasladados a una granja de la comarca de los Monegros.
NOTAS
[1] En arag., corral grande.
[2] Nombre que dan en el Barrio a la vieja maestra jubilada.
Me parece una anecdota muy bonita, y lastima que le robaron los huevos, sino hubieran seguido haciendo feliz a muchos del barrio…un bello relato de nostalgia…
Un abrazo de Valencia,
FBC
Imagínate unas aves exóticas en un pueblo prepirenáico… Increíble. Han pasado veintiún años y aún se las recuerda, sobre todo al macho, que se ponía muy contento ante las visitas y se dejaba acariciar como si de un perrillo se tratara.
Otro abrazo
Eso, increíble, eso no se olvida…
Siempre que veo las cajas de anidación me entra la curiosidad de saber cuantas tienen éxito. Se ven muchas pero no creo que la mayoría sean útiles salvo en las zonas en las que exista un seguimiento y las muevan para mejorar las posiciones. Todo es necesario, los pájaros disminuyen de forma preocupante…
En pleno campo, donde los pájaros se saben buscar muy bien su acomodo, las cajas tienen, en general, poco éxito, aunque algunos pajarillos de poco tamaño las utilizan; quizás en jardines y zonas verdes urbanitas tengan mayor ocupación, porque es en las zonas humanas más pobladas donde los pájaros tienen mayores dificultades para encontrar un sitio acorde con sus necesidades.
En Broto he fabricado 3 cajas de anidación, sin embargo aunque las han utilizado, nunca han anidado en ellas, en la primera incluso les compré semillas especiales para aves pequeñas, pero mucha simiente terminaba en el suelo y con la humedad y el riego, terminaba germinando. Pudiera ser que olían el pegamento o el barniz que daba a la madera la que las ahuyentaba, en esta última el tejado además de ser de madera, como protección le puse metacrilato, pero no se deciden a ocupar la «vivienda»
La diferencia estriba en que, en Broto, los pájaros tienen una buena extensión de terreno y arbolado para buscarse la vida, lo que no implica que, cualquier día, te encuentres una familia pajaril pasando el invierno en una de las casitas que, con tanto primor, has fabricado. Dales tiempo e igual te llevas una sospresa.
Qué bonito el carbonerillo. Me imagino a los niños disfrutando de ese paisaje que describes y pienso lo que se pierden los niños de la ciudad, lo digo por mí, por la memoria de mi infancia en mi pueblo. No la cambiaría por nada.
Y lo de los huevos de la «Vestruza» vete tú a saber…
Un relato de nostalgia y entorno envidiable.
Antaño en los pueblos había muchas carencias y hasta parecía que las poblaciones grandes quedaban lejos, pero en la actualidad, en los pueblos se realizan actividades de todo tipo, hay vidilla que desmiente aquella idea del pueblerino palurdo e ignorante. Una criatura criada en una zona rural tiene las mismas oportunidades que otra de zona urbana y, además, disfruta de la naturaleza sin necesidad de desplazarse en coche.
Esas aves exóticas no pegaban para nada en ese ambiente y quien se llevó los huevos quizá le hizo un favor al Barrio.
Fueron los años del boom de la cría de avestruces en España, aunque dudo que la desaparición de los huevos fuera la causa real en el cierre de ese proyecto de explotación en la zona.
Me encantan los carboneros, se parecen mucho a los herrerillos pero con distintos colores. A veces los confundo.
He puesto colgado del balcón un comedero con bolas de semillas, ha venido uno varias veces, un herrerillo, creo que es, pero en cuanto me acerco a mirar, huye.
Lo malo es que también ha venido una urraca muy lista y saca a picotazos las semillas, las deja por el suelo y ahora también se presentan las palomas, lo cual mucha gracia no me hace.
¡Qué simpáticos Vestruzo y Vestruza!, pena que les robaran los huevos.
Son dos pajarillos familiares; el herrerillo, es más pequeño que el carbonero y con tonos azules en la cabeza, esa es la única manera de distinguirlos. Las urracas, ya se sabe que suelen tener muy mala baba y las palomas, cansinas.
Ese balcón tuyo debe ser un ir y venir de aves… Seguro que los gorriones habrán tomado buena nota de la ubicación.
Que bonito eso de plantar un árbol con motivo de un cumpleaños, pues así esa niña cumplirá bien pronto con una de las tres condiciones que se dice debemos cumplir todos antes de morirnos para que nuestra vida haya sido plena.
Y, con suerte, el árbol seguirá allí, destacando entre el resto de coníferas, incluso cuando la niña solo sea un recuerdo lejano…
Son preciosos los carboneros, la foto de la wiki con ese plumaje amarillo es única. Curiosa historia de las vestruces y vestruzas. Puedo llegar a entender al criador, porque robar los huevos no, los huevazos, tuvo que ser algo premeditado o quizás con algún interés monetario, vete tú a saber. Un abrazo.
La fotografía del carbonero le hace justicia y se tiene la ventaja de apreciar los detalles de su plumaje con mayor precisión que en la realidad. En cuanto al robo, cierto que no pudo tratarse de una acción sobrevenida sin más sino muy bien planificada y llevada a cabo por varias personas; no solo porque los huevos tienen un buen tamaño (y siete son muchos) sino porque los avestruces es poco probable que aceptaran la sustracción sin plantar cara. En aquellos años se sospechó que fue un asunto interno entre criadores y que, quienes lo llevaron a cabo, entraron y salieron por la puerta.
Otro abrazo.
Plantar una secuoya solo puede hacerlo alguien que tenga visión de futuro a largo plazo. Ojalá que crezca sana durante siglos. Los carboneros no son tontos y distinguen la buena obra del árbol natural a una casa prefabricada, pero quizás se muden al nuevo árbol cuando consigan la célula de habitabilidad. Triste lo de los huevos, sin embargo, pero en todas partes hay indeseables. Por cierto, ¿qué fue de la votación sobre la carrasca?
La Carrasca Milenaria fue la ganadora, con 104.246 votos, y es, desde marzo, Árbol Europeo 2021, así que la sierra de Guara tiene una muestra más de sus tesoros naturales reconocidos; y ahí sigue, muy mimada y visitada.
Lo de la secuoya surgió por casualidad y quizás dentro de muchas décadas sea un árbol tan singular como lo es la carrasca.
En el juego del truco el ñandú (el avestruz de nuestras tierras es muy mentado).
Por ejemplo, un cantito picaresco antes de cantar «flor» que ahora recuerdo es:
«En el campo está el ombú
y en la codillera de los Andés
FLOR de culo tiene el avestruz
para poner los huevos tan grandes!
Abrazotes
Jajaja… Flor de culo… Pues no veas el aparato sexual que tienen los avestruces machos. Im-pre-sio-nan-te.
Saludines.