«Casa Chira. Vişeu de Sus»: Archivo personal
Cuando le preguntan a la pequeña Jenabou qué le ha gustado más de sus vacaciones en Maramureș, responde, sin titubeos, que los paseos en carro tirado por imponentes pero dóciles búfalos de agua dirigidos por el amable Petre, el recorrido en el tren maderero Mocănița por el valle del río Vaser y la pequeña fiesta en la aldea de Plopiș donde ejerció de jurado en el concurso de pintura rápida y dirigió unas palabras en rumano a las personas asistentes asegurando que no le importaría vivir allí porque “…sunt tot atâția munți ca în țara mea“(sic)[*].
“Y he hecho un amigo para siempre, siempre”, se regodea recordando a Petre, el joven trabajador de la granja de búfalos de Andrei, el Ucraniano. Petre, que rezuma bondad y alegría, se halla más cerca de los treinta que de los veinte, tiene síndrome de Down y una extraordinaria sintonía con los animales, a los que cuida con devoción. Andrei, pese al apelativo de Ucraniano, es bucarestino, nacido en la década de los cincuenta. Hijo de un preboste del régimen comunista, mantuvo una ideología sin fisuras hasta 1985, cuando el poeta y disidente Gheorghe Emil Ursu, al que admiraba y con el que participaba en tertulias literarias, fue detenido, encarcelado y apaleado hasta la muerte por supuestos presos comandados por la Securitate. Ese aciago 17 de noviembre de 1985, confiesa, sus convicciones hicieron agua. Participó en una manifestación de protesta en la que se pedían responsabilidades por la muerte de Ursu y fue arrestado y recluido, en durísimas condiciones, durante seis meses, en la prisión de Jilava, la misma en la que había sido asesinado Gheorghe Ursu. En junio de 1986, pese a hallarse en libertad (muy) vigilada, pudo abandonar subrepticiamente Bucarest para instalarse en la región de Maramureș, donde consiguió empleo en la serrería de Vișeu de Sus con documentación falsa que lo acreditaba como procedente de la vecina Ucrania, república que por entonces pertenecía a la Unión Soviética. Sólo regresó a la capital para el entierro de su padre —su madre falleció cuando era niño—, unos meses después del fusilamiento del matrimonio Ceaușescu.
NOTA
[*] «…hay tantas montañas como en mi tierra«.
Cuanto dolor en la historia de la Humanidad… Siempre el hombre contra el hombre, siempre la sombra de Caín desde el principio.
-El Señor dijo a Caín: ¿Dónde está Abel, tu hermano? Respondió: No sé. ¿Soy yo el guardián de mi hermano?
-El Señor le replicó: ¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra.
La argamasa que cimenta la historia humana lleva más sangre que agua; y, mucha, derramada en nombre de un dios.
De un dios que los hombres se inventan para justificar su maldad, pues ya ves con Dios reclama a Caín por la sangre derramada de su hermano.
Todos los dioses son creaciones humanas que, en un principio, paliaban lo que parecía velado al conocimiento sirviendo, además, como justificación a las élites para imponerse a sus semejantes… Y la mayoría (de los dioses, digo) eran/son sátrapas caprichosos, vengativos y crueles. Pero siguiendo con la historia del dios bíblico y Caín, me gustaría remitirme a los párrafos anteriores al fraticidio cainita; a los versículos en el que ese dios va construyendo la celotipia de Caín y su inestabilidad emocional despreciando sus regalos y mostrando sus preferencias por el hermano. Son el ejemplo de cómo se crean y fomentan la rabia y la envidia y, en última instancia, el asesinato.
Me las prometía felices con ese pozo tan original de la foto y los recuerdos bucólicos de la niña y me has enfrentado a la dura historia de Andrei.
Hay mucho horror en la memoria histórica rumana reciente.
Un abrazo.
Rumanía, como todo país que ha vivido bajo el mazo dictatorial, guarda, bajo los ornamentos del paisaje, vivencias extremas, historias dolientes de un pasado que permanece en la memoria de algunos de sus protagonistas y que, como en el caso de Andrei, forjaron su presente.
Otro abrazo.
No he conocido los carros tirados por búfalos, si he conocido algo muy similar al tren maderero Mocănița, el canfranero, actualmente modernizado. Tampoco he vivido la enorme y cruel represión de las dictaduras.
…pero has viajado en carros tirados por animales convencionales -que es lo mismo- y, aunque no lo hayas padecido directamente, conoces los sinsabores que tantas personas vivieron en tiempos no tan lejanos. Y el Canfranero, ay nuestro Canfranero, con su cantarín traquetreo y su eternizante recorrido
Qué historia la de Andrei. En el barrio de mis viejos hay muchos ucranianos (nacidos en Kiev o aledaños) que escaparon de su región luego de Chernobyl y los siguientes años de crisis en esas épocas.
Así la historia de los pueblos, estos últimos años muchos argentinos han decidido emigrar a europa por la crisis
Abrazo
En la zona donde vivo, desde lo sucedido en Chernóbil, algunas familias acogen, en período vacacional, a niños y niñas de Ucrania -de entre siete y dieciocho años- que pasan aquí un par de meses disfrutando de un verano diferente y realizando muchas actividades en grupo, al igual que se acoge a niñas y niños saharauis. Cada familia de acogida sigue manteniendo el contacto con la criatura que le ha correspondido cuando ésta regresa a su país, creándose un vínculo de cordialidad que no se rompe con el paso de los años.
Otro abrazo.
Cuando uno viaja descubre nuevos mundos y formas de vivir, sus costumbres, etc. Es muy bueno que embotellemos esos buenos recuerdos para destaparlos a nuestro antojo cuando queramos.
Pero no podemos olvidar la historia que precede al lugar, los hechos acaecidos y la gente que lo vivió. Situaciones difíciles e injustas que truncan y sesgan muchas vidas.
Como siempre, aplaudo tu manera de contarnos las historias, de un lado y de otro. Completa de matices.
…es que, esos lugares que se recorren y admiran, están poblados de personas cuyas vivencias complementan y enriquecen aquello que se visualiza.
(Ese Contadora de Libros sugiere perspectivas atrayentes. Vayamos allá).
Confiemos en que las nuevas generaciones hagan amigos y sean capaces de cambiar el mundo y hacerlo mejor.
Es el único consuelo para que la lucha y sufrimiento no hayan sido en vano.