«Momentos»: Archivo personal
El traumatólogo presiona el tobillo sobre las tiras de kinesiotape y el dolor regresa, despiadado, y pasea por el empeine, zapatea en el talón, aguijonea, uno a uno, los dedos y se ensaña con la planta del pie. Las lágrimas acuden a los ojos de ella y las reprime mientras, entre brumas, mira las manos que torturan cada milímetro de su extremidad. “Te estás recuperando bien. Le diré a Margalida que te reduzca las horas de rehabilitación si prometes que harás cada día los ejercicios rotatorios que te dije”.
Después, otra vez el pasillo —tan largo ahora que el dolor acompaña cada movimiento— y ella, erguida y forzosamente parsimoniosa, consciente de los ojos del médico fijos en su figura patética superando, baldosa a baldosa, con una muleta en cada mano, el trecho que conduce al exterior.
Apenas cien metros la separan del bar y de la silla con la que sueña y del escabel forrado de cuero verde que le pondrá Nano, el dueño, bajo el pie. Va contando los pasos y se nota envuelta en sudores, como si la llovizna que cae sobre la ciudad le hubiera calado la ropa.
Apenas hace un mes que descubrió ese bar; un lugar tranquilo con las paredes de ladrillo vista colmadas de retratos de músicos y fotografías de instrumentos musicales. Sentada frente a su mesa advirtió la fotografía de Simón Tapia-Colman. “¿Tienes algo de ese compositor?”, le preguntó al camarero cuando se acercó a servirle el café. “¿Conoces a Tapia-Colman?”, se extrañó él. Y añadió: “Somos paisanos. Un gran músico que murió exiliado en México. Era de Aguarón, mi pueblo”. “No conozco Aguarón, pero sí a tu paisano. Era anarquista… Esa misma fotografía es la de un álbum recopilatorio que me regalaron”. “¿Y eso?”, se interesó él señalando su pie aprisionado entre la férula. “¿Alguna caída…? Espera, que te voy a traer algo para que estés más cómoda”. Y así fue como el escabel de cuero verde se convirtió en imprescindible tras cada cita en el Centro Médico.
Su mesa del bar está ocupada hoy por dos hombres jóvenes. Hay cuatro o cinco personas sentadas en los taburetes, junto a la barra. Nano, solícito, le ayuda a apoyar el pie en el escabel y ella recorre con los ojos la pared de retratos en busca de rostros conocidos. Tete Montoliu… Manuel de Falla… Diana Pey… El dolor dormita, momentáneamente derrotado, entre los huesos unidos por clavos de la articulación tibioastragalina
mucho amor tienen esas letras, con las que acaricias a quienes te rodean en este pequeño y obligado pasaje sado
Un saludo
Obligado pasaje sado… Me gusta esa apreciación, aunque las pulsiones del emisor y la receptora del dolor sean, en esta situación concreta, ajenas a supuestos castigos.
Salud.
Parece que los traumatólogos se especializan en apretar donde más duele. Yo tuve uno que, según la gente de su sala de espera, lo hacía para saber el grado de aguante de cada paciente.
Hay manipulaciones que son dolorosas por mucho cuidado que ponga el experto; pero sí es cierto que hay dolores evitables o, por lo menos, más soportables en función de las manos en las que se caiga.
A la persona del post, que sufrió una luxación de tobillo con rotura de tibia y peroné, le colocaron los huesos en su sitio, inmediatamente después del accidente, tras ponerle una epidural para evitarle sufimientos. Pero conozco a una persona, con un traumatismo similar, a la que le hicieron lo mismo a las bravas… Por no hablar de quienes acuden a urgencias con una rotura evidente y pasan una o dos horas en la sala de espera.
Como me has recordado a uno de mis hijos el día de San Valero de este año. A las 3 de la madrugada, fuimos al Clínico, ya que se había torcido un pie con unos patines y no podía ni apoyar el pie y exactamente lo mismo «¿Duele?» ¿y aquí? Aaaay. -Espera ¿y si te muevo el pie así? Aaaaay.
Un par de radiografías para ver si hay nada roto.
A la vuelta de rayos otra vez lo mismo, vendaje y recuperación cuatro o cinco días en cama con el pie levantado y como nuevo, no había rotura.
Mi hijo, suele hacer de su capa un sayo y como tenemos dos muletas en casa de otro episodio similar, al día siguiente por la tarde se fue a escuchar música a un local.
La atención en el hospital fue inmediata, debido a las horas en las que acudimos a urgencias.
Qué pérdida de tiempo -pensaría tu hijo- permanecer encamado cuatro dias por un pie que ni siquiera está roto…
Y, ya ves, un par de muletas siempre se amortizan.
Tuvo q ser una buena fractura de tobillo si le pusieron tornillos en la articulación… Flipo con lo q explicas q le pusieron la epidural para encajar los huesos, xq no es la norma.
Estoy haciendo un recortado de los videos para q ocupen menos espacio, te los enviaré cuando los tenga.
Salu2.
Una Señora Fractura. Luxación de tobillo con fractura de tibia y peroné. El pie vuelto, vamos, de ahí que si no le hubieran puesto la epidural el sufrimiento hubiera sido espantoso.
Estaré al tanto de los videos. Muchas gracias.