«Fall Colors»: Richard J. LaPenna
Se desparrama el color por la vieja pista forestal y el viento de la Sierra de Guara arremolina la hojarasca que festeja el otoño para depositarla, en volandas de bucles, sobre los prados y peñas que festonean la senda de los irrecuperables paseos con Bachir.
—Sabah El-Jer—, saludaba él.
—Buenos días—, saludaba ella.
Y crujían las hojas bajo sus todavía diminutos pies infantiles, acompañando las risas y los gestos que componían el universal lenguaje de quienes vadean las fronteras de los idiomas con imaginación y armonía.—Hasta mañana—, se despedía ella.
—Ila-Lgad—, se despedía él.
E iba noviembre perfilando el contorno níveo de la sierra amada.
Ahí sigue la senda, con su amalgama de hojas amarillas, marrones, coloradas, como si las vivencias de aquel otoño de hace más de treinta años estuvieran adheridas a los frágiles peciolos desprendidos de las ramas y el joven Bachir, el pequeño saharahui de maravillosos ojos color caramelo, la esperara al final de la calle Baja para ascender, juntos, hasta el mirador natural del picacho, donde reposan los alimoches de sus circulares recorridos aéreos sobre las parideras en las que agonizan, involuntariamente rezagadas, las ovejas añosas.
Nunca se reencontraron. Una única carta, escrita en una extraña mezcolanza de hassanie[1] y francés, diez años después, fue el último vínculo de una amistad forjada a la sombra del Prepirineo. Una única carta, con matasellos de Dajla, traducida trabajosamente y con una posdata sorprendentemente escrita en castellano:
“Para cuando marchen
los últimos pájaros
yo no seré nadie.
Sólo una hoja escrita
con dolor y sangre”.
…y ella, la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio, resucita cada otoño la esperanza de volver a ver al amigo de la infancia, el niño —hoy ya hombre— Bachir.
Dicebamus hesterna die…
NOTA
[1] Lengua saharahui derivada del árabe clásico.
Buen post.
Pasan los años y todo sigue igual, ni referendum ni cumplimiento de los plazos ni nada de nada. A mirar para otro lado. ¿Hay alguien q sepa para qué sirve la ONU?
Teniendo en cuenta que hay cuatro o cinco países que manejan los hilos de la diplomacia internacional, la ONU no es sino un teatro de marionetas con el patio de butacas vacío.
Ahora me gusta aún más la veterinaria que cuida de la salud de los gatos. Ese saber que tiene un recuerdo vivo que a otros tiempos la traslada…
Abrazos y gracias.
«Las cosas no son como las vemos sino como las recordamos«, que decía Valle-Inclán.
Más abrazos.
Muchas historias como esta se estarán forjando con las visitas de los niños saharauis los veranos, pues en dos meses se pueden hacer amistades muy hondas.
Así es, Senior. Los vínculos que se establecen entre criaturas y entre aquellas y las personas adultas van mucho más allá del tiempo de acogida.
Es historia que cuentas a fragmentos me parece intensa y tierna, aunque también dramática. Posiblemente esos son los adjetivos de todas las buenas historias.
No me atrevería a decir que es una buena historia, pero sí es intensa -y real-, como una sacudida en los recuerdos.
No conocía el término «hamada» referente a la Sierra de Guara, ahora ya conozco que es un paisaje genérico con más piedras que arena.
En cuanto a Bachir, seguramente si se reencontraran no llegarían a conocerse.
No, no, la hamada sigue siendo la zona del Sahara; la que está al Norte de la hamada es Guara.
Seguramente sería como dices, Jubilado: Ninguno de los dos es ya la personita de aquel otoño revivido.
Bueno, a mi me parece buena no por la bondad sinó por la calidad de la historia. Por la capacidad de transmitir emociones.
Visto así…
Gracias, Lluís.