«Loveletter»: Christel Dall
Las chimeneas del Barrio arrojan bocanadas de fumata negra anunciando el cambio de mes y la llegada oficial del frío. Atraviesa el Sol otoñal la etérea niebla matutina y se posa en los brazos desnudos de las mujeres andariegas que se adentran en la vereda con zancadas rítmicas sobre el lecho de hojas todavía humedecidas.
(…)
Frente al pinar que llora los lejanos campos sumergidos en el desalmado pantano, se engalanan los cipreses del cementerio, observando, desde su privilegiada altura, el sendero pedregoso que asciende hasta el portalón de hierro.
(…)
Ajenos al toque fúnebre de la vieja campana de la ermita, los estorninos desayunan en su campo favorito mientras los gatos vigilan, entre bostezos y bufidos, el vuelo rutinario de los gorriones.
Y bajo el paraninfo nebuloso sobre el que intuye la presencia (in)corpórea, alza el caminante solitario el rostro a la indiferente estratosfera con el indisimulado anhelo de sentirlo laureado con el lene roce de las yemas de los dedos añorados de la madre muerta.
Escrito en Detrás de los ojos.
¿Quieres decir que este texto remodelado, que ya publiqué en la antigua bitácora de Blogia, lo has leído en algún otro lugar…?
Nooo… Quiero decir que lo que tú expresas con «En las pupilas», yo lo expreso diciendo que a las personas que se han ido las tenemos muchas veces detrás de los ojos. Perdón por haber sido tan concisa.
No sé si detrás de los ojos, Senior Citizen, pero siguen impregnando de amoroso aroma los espacios compartidos, permanentemente vivas en el recuerdo.
Este texto tiene tu impronta. Nadie que lo lea podrá jamás adjudicárselo a otra persona. ( si es eso lo que intenta decir Citizen, que no lo sé).
Te asombrarías ver cuánta gente toma lo ajeno y se lo adjudica. Estoy haciendo un blog con todos los que se llevaron mis cosas, a lo largo de estos años, y olvidaron la firma. Hay veces que sólo me dan ganas de llorar y muchas, muchas veces, lástima.
Tu prosa impecable me traslada siempre a un lugar por mí desconocido, pero a fuerza de leerte, ya me parece que hubo un tiempo en que yo anduve por esos parajes.
Abrazos
Accedí ayer a tu original iniciativa de plasmar en una bitácora los enlaces de quienes se atribuyen tus creaciones. A destacar la desfachatez de Mariví Díaz-Cardiel y su publicado poemario dedicado a sus hijos, donde incluye el texto que te plagió.
Otro abrazo y todo mi apoyo, Trini.
Voy a hacer un poquito mío el último párrafo de tu escrito otoñal.
Yo también echo de menos la caricia, el abrazo y la presencia de mi madre, y sin ser creyente he mirado hacia las nubes esperando no sé muy bien qué.
Feliz fin de semana.
Las nubes, Pili, almohadones de sueños imposibles desde donde las madres contemplan las evoluciones de sus amadas criaturas.
Preciosas citas, claro que con respecto a la primera yo diría «La chimenea de unjubilado en Broto arroja humo negro, mala uva y un desazón enorme debido a que la calefacción de gas-oil se le ha estropeado y no encuentran repuesto y con la leña no calienta bien la casa» y claro por mucho que levante el rostro hacia el cielo pidiendo que no hiele, tendré que subir a barrer las hojas del césped y a vaciar las tuberías de agua para que no se hielen y revienten, como ya me ha pasado en una ocasión por culpa ajena.
Ah, Jubilado, pero es que únicamente quienes lo viven entienden que también en lo bucólico y calmado moran -y de qué manera- las vicisitudes.
A los estorninos les da lo mismo q haga frío o calor, ellos a lo suyo, a ser la plaga tragona en todas partes, como los «estorninos» en red q se «comen» el «sembrado» de Trini.
Salu2.
No se me había ocurrido eso de estorninos en red, 🙂