«Loveletter 1»: Christel Dall
Piluca, Isabel, Carmen, Asún…
Planeaban los recuerdos por los abrigos, tozales y covachos del misterioso País de La Oscitania, allí donde el dios Lug[1] impregnaba las tizas con el espiritual icor de los sortilegios y unas decenas de corazones infantiles practicaban la nueva conjugación del verbo Amar mientras el tomillo regalaba su milenario aroma.
Galopó el tiempo, encabritado, lanzado hacia los sueños del futuro que el presente de ayer ornamentaba con ingenuos dibujos de esperanza.
Abrió la floresta sendas en su lecho y agitaron las aguas de los ríos, en cantarino adiós, sus crestas bravas.
Remontó el cierzo los años viejos, zigzagueó entre rutas de folios, carnavales, pupitres, canciones y pizarras; barrió pueblos, parques y colmenas. Removió tejados, peinó las piedras de las torres albarranas, preguntó a los torrentes y sobrevoló las cortadas. Gritó, imploró. Y las grutas le devolvieron la reverberación herida de los pasos.
(…pero la vida sigue siendo ese soplo de dióxido lanzado al otero de los quebrantahuesos que devuelven las carrascas en agradecido eco generosamente oxigenado).
NOTA
[1] Dios de la Luminosidad en la mitología celta.
El slideshare me hace recordar cómo y porque´nos conocimos y cuántos quebraderos de cabeza nos has quitado.
Si no lo sabes, te lo digo ya: Se te echa de menos en picassa.
No conocía la denominación Oscitania.
Feliz fin de semana.
Aportar, compartir, intercambiar… Eso es lo que nos enriquece individual y colectivamente, apreciada Pili. Hablaremos de todo ello en privado, ¿te parece bien?.
Mis mejores deseos para ti.
Con los quebrantahuesos arriba y junto a a las carrascas me gustaría estar ya mismo.
Pues no es un sueño imposible, Sands; siempre que te halles en el lugar idóneo, 😉