«Smell the Rose»: Rich LaPenna
Ramón Acín Aquilué.
Concha Monrás Casas.
Katia y Sol Acín Monrás.
In memoriam.
Sol Acín jamás supo la fascinación que ejercía en aquella niña, de apenas once años, que ocupaba el primer pupitre bajo la tarima. A veces, cuando las miradas de alumna y profesora brillaban al unísono, enfrentadas las pupilas, la jovencita sentía el doloroso peso del secreto que Silvestre le había contado aquel otoño, sentados junto a las Pajaritas nacidas de la habilidad creadora del silenciado artista oscense asesinado.
«Indefenso, solo, apaleado, maniatado, destrozado por el llanto y los gritos de Conchita y de las niñas, mutilados los sueños, sin palabras, con la boca seca y la cabeza a punto de estallarle. Ramón Acín se enfrentó en solitario al grupo de asesinos que lo llevaron a las tapias del cementerio de Huesca. Conocía a todos aquellos hombres convertidos en bestias. Después de tanto dolor, solo conservaba la mirada. Era el seis de agosto de 1936, aquel verano maldito. Sonaron los disparos y la tierra se mezcló en la sangre. Se apagó la luz y las manos creadoras se quedaron para siempre quietas, y los labios inertes, y la mirada rota…»
–Víctor Juan: «SANGRE EN LA TIERRA«-
Sólo para ella, para la admirada y huérfana Sol, leía en voz alta, con pronunciación tantas veces ensayada, aquellos capítulos de Les voyageurs des étoiles a cuyo final la profesora añadía una sonrisa de asentimiento que la muchacha atesoraba entre los preciados souvenirs de sus vivencias inmediatas. Y, como si los más de cuarenta años transcurridos se diluyeran en imperceptibles segundos, la evoca alta, delgada, huesuda, con largos collares de bisutería tintineándole en el pecho y un bolso abultado y abierto apoyado en las patas de la mesa, sobre la tarima desgastada.
Mi curva es tan pequeña
Por qué aún no me detienes, sombra
callada al borde de esta hora.
Mi curva es tan pequeña,
tan corto el aire que a mi paso quiebro.
Tan solo el esqueleto
que en lenta marcha se acomoda al suelo.
Sería tan sencillo
dejarme resbalar por la pendiente
del polvo de tus eras,
dejarme descansar donde los templos
de siglos acumulan
pasiones que ya fueron.
De mi prisión quisiera
sacarme, destruir la permanencia
sin nombre que bascula.
Perdí la llave, se olvidó la muerte
de colocar en mí su cerradura.
–Sol Acín–
«La poesía luminosa y feroz de Sol Acín«: Mercé Ibarz
Epílogo: La caja de música de Ramón Acín.
Me ha gustado tanto, tanto, tanto, el contrapunto tierno de esa otra historia terrible de la guerra. Sabes mezclar cosas tan distintas con tanta habilidad que lo rpimero que he hecho al abrir el ordenador de vuelta de las vacaciones ha sido venir a leerte.
Si estás por Huesca te deseo unas felices fiestas de San Lorenzo.
Un abrazo, Mirada.
Te agradezco tu siempre buena disposición lectora, Pili.
Disfruta los días de ocio que todavía restan.
Otro abrazo.
Como siempre y aunque no lo escriba, tus historias hacen aflorar tantos sentimientos… tantas emociones… Gracias por compartirlas. Besicos.
Me es suficiente con saber que tus ojos planean, al otro lado, entre vocablos y signos de puntuación, Oroel. En eso soy, fíjate, un ser privilegiado.
Una ración doble de besicos, también.
Tus escritos me hacen recordar muchas cosas vividas o contadas, en este caso por mi padre. No se exactamente el año, pero mi padre se libró de que lo fusilaran en Bailo ya que el alcalde le avisó que se marchara del pueblo que iban a por el y efectivamente se perdió, cosa que le salvó la vida.
Gran fortuna la de tu padre que pudo burlar el destino que la sinrazón le había trazado, Jubilado.
Me ha encantado descubrir este blog, ya que no sólo he leído esos textos sinó que me he perdido por esos enlaces tan interesantes (acabo de descubrir a Ramón Acín).
Creo que no somos muchos los que intentamos hacer algún tipo de texto libre, emotivo y creativo, y para mi es bueno descubrir otras personas con intereses parecidos. Salud.
Bucear en la biografía de Ramón Acín es una experiencia fascinante; sus compañeros, amigos y discípulos dan fe, con su recuerdo afectuoso, de la categoría humana de este ácrata extraordinario.
Gracias, Lluís, por tu visita y tu amable comentario.
La lección q deberían aprender todos los asesinos es q no hay tierra suficiente para ocultar lo q hicieron.
Que bonito estaba siendo el año 1936 en lo cultural me refiero. Había tantas personas que ayudaban a mejorar el analfabetismo en España !!! Los maestros sin duda (entre ellos Acín, Simeon Omella, etc, etc) estaban comenzando a introducir en este pais el amor por la naturaleza, por la lectura, por la defensa y libertad de los trabajadores, cosa que unos bárbaros asesinos se encargaron de cortar en defensa de los terratenientes que siempre han mandado y mandaran.
Acin representa la cultura y la libertad. Muchos Acín se necesitan en este pais. Salud y libertad !!!
Así es, Txema; una pléyade de seres humanos de los que tanto puede aprender esta sociedad nuestra de ahora para sobreponerse a la apatía que la constriñe.
Muchas gracias por expresarte.
Salud, memoria y, siempre, lucha.