«Happy Rain»: Wolfgang Müllner
J’écoute en soupirant la pluie qui ruisselle
frappant doucement sur mes carreaux…
Llama insistentemente la lluvia en los cristales y sus acuosos nudillos dejan un rastro de burbujas amorfas deslizantes que siluetea, del otro lado de la ventana, monsieur Lussot mientras canta, en intermitente sucesión de susurros, el viejo ritmo de Sylvie Vartan.
La sala de estar de la sexta planta del hospital huele al dulzón cappuccino recién derramado en el dispensador de la máquina expendedora de bebidas calientes. La veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio recoge pausadamente con un pañuelo de papel el líquido depositado en la rejilla; la señorita Valvanera lee a Max Blecher sentada junto a la mesa naranja próxima a la puerta.
Ocupando la pared coloreada en salmón y amarillo que se halla frente a la ventana donde se apoya monsieur Lussot, un poema de Agustín García Calvo, en forma de caligrama mural con las palabras componiendo ondulaciones, engrandece el recogido espacio donde la aparente despreocupación enmascara la incertidumbre.
Al otro lado del pasillo que recorren las auxiliares repartiendo las bandejas con el desayuno de los pacientes, yace, monitorizada en una habitación con visitas restringidas, la Hermana Marilís.