«Empezando el día»: Archivo personal
J’écoute en soupirant la pluie qui ruisselle
frappant doucement sur mes carreaux…
Llama insistentemente la lluvia en los cristales y sus acuosos nudillos dejan un rastro de burbujas amorfas deslizantes que siluetea, del otro lado de la ventana, Agnès Hummel mientras canta, en intermitente sucesión de susurros, el viejo ritmo de Sylvie Vartan.
La sala de estar de la sexta planta del hospital huele al dulzón cappuccino recién derramado en el dispensador de la máquina expendedora de bebidas calientes. La veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio recoge pausadamente con un pañuelo de papel el líquido depositado en la rejilla; la señorita Valvanera lee a Max Blecher sentada junto a la mesa naranja próxima a la puerta.
Ocupando la pared coloreada en salmón y amarillo que se halla frente a la ventana en la que se apoya Agnès, el fragmento de un poema de Agustín García Calvo —en forma de caligrama mural, con los versos componiendo ondulaciones— engrandece el recogido espacio donde la aparente despreocupación enmascara la incertidumbre en tanto aguardan la reunión con el neumólogo.
Al otro lado del pasillo que recorren las auxiliares repartiendo las bandejas con el desayuno de los pacientes, yace, monitorizada en una habitación con visitas restringidas, la Hermana Marilís.
Brillante la narración que tan claramente describe la escena y la intención. Y la foto es bella. Un saludo.
Muy amable, Francisco. Gracias y a pasar buena tarde de domingo.
Un placer. Saludos,
Francisco
Cada uno de tus posts rezuma una extraordinaria sensibilidad para con el ser humano y sus diversas situaciones y emociones, para con el arte en sus diversas manifestaciones, para con la vida…
Y, además, consigues que el lector casi se sienta testigo presencial y «sintiente» de lo que nos describes.
Y me ha encantado volver a escuchar a Sylvie Vartan, y leer a Agustín García Calvo.
Un abrazo!
Te agradezco tan generosa valoración pero ya sabes cómo va esto de escribir, donde hay días más lúcidos que otros, aunque cuando se sirve uno del concurso de la gran Sylvie y el magnífico García Calvo, tres cuartas partes del post ya están hechas.
Cordialidades.
…Lluvia ve y dile que la esperaré
Aunque ella no quiera regresar a mí
Aún tengo fe de que vuelva a brillar el sol
Esos golpecitos que escuchaste tú
Fueron lágrimas que te lloré
Al ritmo de la lluvia las dejé caer
Para que fueran junto a ti…
La de años que hacía que no la escuchaba.
¡El desayuno! Que recuerdos me trae, aunque solía estar solo, era la única comida al día qu desaparecía rápidamente, en ocasiones me traían churros, en otras mini bocadillos de jamón o de calamares, pero el resto de comidas, el olor que desprendían para mi era desagradable, desearía no tener que volver a repetir la experiencia.
Te habrán venido tantos recuerdos de tu estancia hospitalaria… Tantos despertares esperando recuperarte y dejar atrás los malos momentos vividos… Es curioso cómo la mayoría de las personas que han estado tiempo ingresadas recuerdan el desayuno y la merienda como lo mejor de las comidas, quizás por ser más similares a las de la casa de cada cual.
Sensible y delicado texto, bañado con Silvie Vartan (recuerdos de mi niñez) y Libre te quiero (recuerdos de mi juventud) que me permito escuchar en la voz de Amancio Prada, versión que me acompaña mientras te escribo.
Tan ensimismado estaba con la canción que olvidé despedirme. Un abrazo.
Qué hermoso y sentido queda el poema cantado por Prada, con esa musicalidad que no desmerece el sentido que quiso darle García Calvo. Cuando leía los versos expuestos en esa pared, también me parecía escucharlos en la voz del cantor.
Cordialidades.
No me digas que la Hermana Marilís está enferma… Le había cogido cariño de las veces que has escrito de ella. ¿Saldrá adelante?
¿Si saldrá…? Por supuesto. Es una persona corajuda y está en excelentes manos.
Recuerdo lo que se siente estando al otro lado en diferentes momentos de mi vida. Mil gracias. Saludos.
Las estancias hospitalarias, ya sea como paciente o acompañante, dejan sus huellas.
Salud y gracias a ti.
Eres un escritor de almas. Cuando plasmas esa cotidianidad, la haces excepcional. Esa fuerza y grandeza de sensibilidad que posees, me llega de manera superlativa en escritos intimistas como éste.
Un abrazo, Una mirada.
Y…..¡¡ feliz cumpleaños más un día!!, sé que vengo con un día de retraso pero ¿te sirve para mi defensa, que trabajé de noche y el 16 estaba modo “despistada total”?
Espero que lo pasaras muy bien.
🎊🎉🎈🎈🎂🎁😘😘😘🤗
Tras tan buena crítica, ¿cómo no te voy a perdonar el retraso de un día…? Me es suficiente con haberlo recordado, que ya es de agradecer. De escorpion a escorpiona: ¡¡¡GRACIAS!!!
Un gran abrazo.
La cantidad de lecturas que me voy a perder simplemente porque la vida es demasiado corta y nos obliga a escoger. Confío en que la Hermana Marilís salga adelante con la mayor brevedad. Si com dices, está en buenas manos, ya hemos dado un gran paso. Y felicidades para ti; ya somos tres escorpiones.
Por muchas vidas que se tuvieran, siempre habría más lecturas que tiempo pra sumergirse en ellas, por eso no queda otra opción que elegir entre tanto libro. En cuanto a Marilís, ya tiene el alta y, en breve, podrá trasladarse a su domicilio en Toulouse.
Anda, es verdad… Tú también eres del grupo escorpionero.
Los enlaces fueron de gran ayuda, como siempre, pero esta vez me permitió saber de qué iba cada párrafo.
Recordé haber pasado por una de tus entradas enlazadas. Y el de Max Blecher me transportó a 2010.
Como sueles decir: cordialidades
Ya sabes que, al igual que sucede con tu blog, los posts de esta bitácora guardan cierta relación entre ellos, sobre todo cuando se refieren a personas que suelen transitar por estas letras habitualmente.
Pues eso, cordialidades.
Está esto hoy agresivo con tantos escorpiones… Menos mal que llega una Acuario a refrescar el ambiente.
Bah, son escorpiones sin aguijón, querida Acuario.