«Embalse y embarcadero de Sopeira»: Archivo personal
Sentados en el embarcadero de Sopeira, con el Sol invicto calentándoles gorras y espaldas, sumergen los pies desnudos en el embalse. El agua fría les aguijonea las rozaduras como si un ejército de hambrientos pececillos garra-rufa, provistos de imponentes dentaduras, acometieran los magullados terminales de sus piernas, retirándose después, con el festín en las entrañas, a la par que sus víctimas hacen emerger los pies brillantes, rugosos y aliviados, para recorrer, descalzos, la pasarela, regresar junto a las mochilas y trocar las botas de treking por cómodas sandalias de suelas de goma y corcho. “Cada vez que pienso que tenemos que volver andando a Arén, se me doblan las piernas”, confiesa Manuel-Antonio a la entrada del restaurante Casa Pasé de Sopeira. “Bah, no lo pienses… ¿Qué son diez kilómetros con todo lo que hemos trotado entre ayer y hoy?”. “Por eso mismo lo digo, que ya tengo unos años y el cuerpo se resiente. Estoy que no doy más de mí”. “Bueno, mientras comemos, te descansas”.
Habían llegado a Benabarre siete días antes; oficialmente, para una inspección veterinaria de rutina en varias fincas ribagorzanas aragonesas que recorrieron y documentaron cada mañana de los cinco primeros días, en jornadas intensivas que los obligaban a comer a deshora y con escaso margen para el asueto. “El fin de semana, en vez de regresar, podíamos quedarnos y excursionar por la zona, que vosotros la conocéis pero yo no. ¿Os parece…?”, propuso Manuel-Antonio a sus compañeros.
El sábado, nada más despuntar la luz del día, viajaron hasta Montfalcó para iniciar la travesía más larga del Congosto de Mont Rebei, una maravilla natural cuya belleza compensó las durísimas horas de ascensión por entre rocas, pasarelas y un puente colgante abierto a una Naturaleza rocosa excepcional, cincelada por el agua, que puso a prueba su sentido del equilibrio y los dejó tan extenuados que, de vuelta en el coche y apenas terminados los bocadillos que habían llevado, se propusieron echar allí mismo una ligera cabezadita que se convirtió en siesta de más de una hora.
El domingo, tras un temprano desayuno, recogieron los equipajes del hotel de Benabarre y, pese al cansancio por los más de dieciséis kilómetros recorridos a pie el día anterior, se trasladaron a Arén para realizar, de nuevo caminando, parte de la Ruta de los Dinosaurios hasta los yacimientos de Blasi, dirigiéndose después, por el mismo medio de locomoción, al cenobio románico de Santa María y San Pedro de Alaón, cerca de Sopeira, pueblo en el que habían apalabrado la comida y del que, a media tarde, gracias a la amabilidad de unos trabajadores magrebíes que se dirigían a Vielha, salieron en una furgoneta que los depositó al lado mismo de sus propios vehículos, con los que, inmediatamente, emprendieron rumbo a la cotidianidad.
Menos mal que esos excursionistas no hacen una barbacoa como la que hicieron estos…
https://cadenaser.com/andalucia/2022/05/30/el-video-y-las-fotos-de-los-efectos-del-fuego-en-el-cerro-de-san-miguel-de-granada-la-mitad-de-los-arboles-se-han-salvado-radio-granada/
Senior citizen A mi me ha gustado mucho hacer fuego en el monte, tanto es así que en el pueblo de mi padre solían saber donde me encontraba con las yeguas, por el humo que siempre había en algún punto del monte, hasta tal punto que en cierta ocasión vino la G.C. a echarme la cantada ya que no hacía nada de viento y el humo se quedaba pegado a la montaña, yo siempre hacía fuego con mucho humo, pero nunca tuve un descontrol de lo que estaba haciendo, e hice muchos, pero muchos fuegos en verano.
Entonces las leyes eran permisivas. Fíjate que yo, de crío, aprendí geografía de hoguera en hoguera, porque mis progenitores nos llevaban los fines de semana por el Pirineo y la costillada formaba parte del ritual. Siempre acampábamos cerca de un río y, con piedras, hacíamos los límites de la hoguereta. La de ramitas que he acarreado para alimentar el fuego. Y las costilladas sabían a gloria después de tanto baño. Luego, antes de marchar, apagábamos puntillosamente el fuego y dejábamos el espacio ocupado impecable.
Cuando se carece de neuronas se producen desaguisados como el de la noticia. Se supone que hay una normativa entendible sobre la prohibición de hacer fuego en espacios al aire libre, y donde no llega la normativa tendría que ser suficiente con el sentido común.
Hubo una época que los pececillos garra-rufa estuvieron de moda, en determinadas clínicas e incluso en casas de podólogos. en la actualidad no se habla nada de ello.
He sentido nostalgia por la ruta que has descrito, no la conocía, aunque ahora la he seguido con Google Maps, la añoranza ha sido como consecuencia de lo mucho que me ha gustado andar por Bailo, los pinares, la ermita de Santa Bárbara, las pardinas de los alrededores y últimamente por Broto, por el río Ara, Torla, Ordesa, Cola de Caballo, así como los pueblos aledaños, cosa que ya no volveré a hacer.
En la laguna termal de uno de los balnearios de Jaraba tienen unos ciprínidos diminutos ( no creo que sean garra-rufa porque aquí no se crían) que cumplen la misma función. Vi un reportaje con gente que, sentada en el borde del lago, se dejaba hacer. Ignoro si se continúa con esa prestación.
Conforme nos hacemos mayores, las limitaciones se hacen más evidentes, Emilio, y las grandes caminatas se transforman en pequeños paseos. De todas maneras, aunque estuvieras bien de moviliad, dudo que, con tu vértigo, hubieras podido hacer el circuito del congosto, porque las pasarelas y las escalinatas se hallan en paredes verticales que dejan el estómago encogido con cada paso. Pero hay muchos atractivos de esa parte de la Ribagorza a los que se accede con coche y se pueden disfrutar sin necesidad de andadaS.
… Que esto se salvó por un pelo.
Pues menos mal que se pudieron atajar las llamas. El fuego bien prendido arrasa todo lo que se le pone por delante.
No conozco la ruta que describes, pero menudas caminatas, seguro compensadas por un paisaje increible y luego el alivio del agua de sos ríos tan limpios y trasparente. Solo la madre Naturaleza puede otorgarnos esos regalos. Seguro que tú puedes difrtarlos a menudo.
Salud.
Normalmente, cuando mentamos los Pirineos, solemos referirnos a los occidentales, aunque en esta zona más oriental, donde el río Noguera Ribagorzana sirve de frontera entre Aragón y Cataluña, es también una maravilla que merece la pena visitar y disfrutarla.
Salud.
Espléndida caminata por parajes tan bellos apreciados en los vínculos que como siempre introduces en tus textos. Fíjate que siendo importante cierta forma física para aguantar andar 15 km en mi caso llevo siempre dos pares de botas, por si acaso en algún momento esa bota tan cómoda deja de serlo en forma de rozadura o molestia. Es una manía que en alguna ocasión me ha sido de mucha utilidad. Sobre los fuegos en el monte comentar que mi padre tenía un buen amigo ingeniero de la extinta Icona y fue este hombre quién nos enseñó a hace fuegos seguros. Claro que eran otros tiempos, no menos de cuarenta años han pasado. Un abrazo.
Los pies son los grandes sufridores de los excesos pedestres; hay quien dice que el truco consiste en saber pisar, pero lo cierto es que cualquier pequeña raspadura supone un martirio y, aun cuando se cambie de calzado, la herida sigue ahí y el único alivio es liberar la zona lastimada de cualquier opresión. Pero son pequeños inconvenientes a los que todo andarín termina por acostumbrarse.
El Icona, qué recuerdos… No hace tanto, vi una fotografía de aquel cartel de «Cuando un bosque se quema, algo suyo se quema«, sobre todo por las imprudencias.
Otro abrazo.
De los lugares que dices, conozco Benabarre. Estando en Graus, fuimos allí a comprar chocolate por recomendación de unos amigos. Buenísimo. Soy caminante normalito y no me sentiría capaz de hacer tantos kilómetros andando por muy hermoso que fuera el paisaje, me pasó yendo a los lagos de Panticosa, no pasé del primero porque me faltaron arrestos para continuar.
Saludos.
JBernal
Qué bueno ese chocolate, tanto el negro como ese endulzado que venden en forma de botones. Me relamo pensando en él.
Tampoco es cuestión de extenuarse para apreciar el paisaje, habiendo lugares por los que se puede pasear tranquilamente sin necesidad de trepar. Ya tuviste moral para proponerte visitar los ibones, porque seis horas de ida y vuelta no te las quita nadie y con el hándicap, que ahí está la dificultad, de la altitud.
Salud.
Tiene que se refrescante bañarse en ese lago. 😍
Desde luego que sí. El agua está muy, muy fría.
Una inspección veterinaria de rutina puede convertirse en el sueño de una expedición, y por qué no en un viaje al mundo en furgoneta.
He ido recorriendo los enlaces y mirando los mapas. Cada sitio por allí tiene lo suyo para ver. No es como aquí que si te metes en la pampa puedes hacer 500 kms sin novedad alguna.
Abrazotes!
No conozco la llanura pampeana, pero por lo que he visto en algún documental no hay semejanzas, son dos estilos de relieve diferentes, aunque tampoco en Argentina es todo pampa ni en España Sol y playas, y son la diversidad y los contrastes lo que hacen magníficos los territorios.
Más abrazos.
Guauu me encanta la naturaleza y realizar estas excursiones.
Aquí, salvando las distancias y diferencias, también tengo muchos recuerdos de pequeña con la familia haciendo este tipo de salidas. No podíamos refrescarnos los pies más que en las presas (aquí no hay ríos) pero sí terminar la jornada haciendo una comida en familia, con fuego o sin él, lo importante era el tiempo compartido, las charlas, la comida y la felicidad del lugar.
Debe ser precioso hacer el recorrido que describes.
La foto del embalse es maravillosa.
Aunque nuestros hábitos cambien, no debemos perder nunca ciertas costumbres. Nos pueden cambiar las formas, ya caminamos menos km o no caminamos nada, pero esa sensación y esos lugares siguen ahí esperándonos.
Un abrazote.
La Naturaleza es una aventura constante. Cada lugar tiene infinidad de escondites en el paisaje en los que se recrean los sentidos de quienes los van descubriendo; no importa el poco o mucho esfuerzo físico para acceder a ellos, porque al disfrute no se le puede poner precio. A veces, creemos que es imposible que exista un lugar tan sorprendente como el último visitado pero siempre se encuentran entornos que nos dejan boquiabiertos.
Costa, montaña, vegetación, aridez… Son tantas y tan diversas las morfologías del paisaje que una vida no es suficiente para abarcarlas todas pero sí para maravillarse con las que nos es posible visitar.
Abrazos.