«Mallos de Ligüerri, en Vadiello»: Archivo personal
Ramón J. Sender (1901-1982) nunca perdonó a Huesca el asesinato de su amado hermano Manuel que, junto al de su mujer, en Zamora, marcarían su escritura a partir de 1939. Le quedaron, pese a todo, los paisajes altoaragoneses, que añoró y describió en su novelística transformándolos en escenarios cuasi míticos por los que paseaba su espíritu transterrado en aquel San Diego estadounidense en el que era capaz de recrear su idealizada Sierra Niña, como llamaba él a esa Sierra de Guara que sobrevolaba con su pensamiento y su pluma cuando la nostalgia le atormentaba el alma.
Sender fue periodista antes que literato. En 1922, formó parte de la plantilla del periódico La Tierra, órgano de la Asociación de Labradores y Ganaderos del Alto Aragón, que había sido fundado en 1921 y del que llegó a ser subdirector. En sus páginas, el joven Sender publicó una colección de artículos sobre leyendas, costumbres y paisajes altoaragoneses que recorría con los ojos ávidos para recoger y transmitir la esencia de los pueblos y enclaves por los que no solo pasaba, sino que se detenía en ellos para conversar con sus gentes.
Uno de los reportajes más leídos fue publicado, en tres tandas, en La Tierra, en 1922, bajo el título Cumplimentando los amables Pirineos (En el cenobio de san Cosme y san Damián), lugar que rememoraría muchos años después, cuando era renombrado novelista con demasiadas vicisitudes entre pecho y espalda: “Yo he pasado en mi juventud no pocos veranos en San Cosme, no muy lejos de Huesca, en la sierra de Guara. Es uno de los cenobios más extraños y hermosos que se pueden imaginar. Esos dos cenobitas mártires de su fe […] tienen un templo bajo una inmensa roca en una caverna natural, con el campanario pegado a esa misma roca, […]. Yo bandeaba las campanas los domingos. Por detrás de la enorme loma rocosa baja el Guatizalema, torrencial. Por encima vuelan las águilas»
[…]Atravesamos por entre colinas esmaltadas de verde. El sol cae a plomo, haciendo más negro el verde oscuro de los romeros y más blanco el gris cenizoso del camino -un buen camino carretero-, que avanza siempre delante de nosotros, sin sombras, sin buscar la protección de los escasos árboles, abriéndose paso entre un mar encrespado de arbustos. A nuestras espaldas se extiende el horizonte, una recta que va a quebrarse sobre los tejados de Ibieca y luego sigue en semicírculo perfecto a esconderse en la montaña. Por parte alguna aparece el verde claro, optimista, de los cuadros de hortelanía, ni el marfil viejo de los trigales, ni las blancas casitas de nacimiento, que ponen generalmente una nota de vida en todos los paisajes muertos. Por eso es más misteriosa la monotonía de estas montañas y más acentuada la desolación de estas crestas eternamente dormidas bajo el sol.
A poco vemos las enormes rocas de San Cosme. Debajo de ellas, nos dicen, está el santuario. La ermita está metida en una caverna primitivamente salvaje. Pronto, muy pronto, llegaremos.
[…]En San Cosme no hay jardines. Las pocas flores que salpican de color sus alrededores nacen en tiestos y crecen junto a la penumbra húmeda de los manantiales, a donde son llevadas por manos piadosas. En la dureza del paisaje son reliquias de feminidad escondidas en un estuche de zarzales junto a la caricia del agua fría, casi helada.
Ramón J. Sender: Cumplimentando los amables Pirineos (En el cenobio de san Cosme y san Damián). Fragmentos de los artículos publicados en el periódico La Tierra en junio de 1922.
Ahí sigue ese abrupto escenario de los recuerdos de Sender presidido por los mallos de Ligüerri, imponentes conglomerados de roca en un paisaje único que, a ratos, sobrecoge, y del que solo el pantano de Vadiello, construido en 1971, lo diferencia del extraordinario marco que el escritor altoaragonés reflejó en sus artículos cien años atrás.
Paisaje somontanés, duro, silencioso, sin más vegetación profusa que la plantada por manos humanas ni más fauna que la habitual tropilla de arácnidos e insectos, los pececillos del embalse y las aves necrófagas y de presa que remontan esa catedral de legendarios crestones pétreos en los que, dicen, se concentran las fuerzas de los entes mágicos de Guara.
No es casual que la ermita de Cosme y Damián, los santos sanadores, se halle en un paraje señalado desde la antigüedad por fenómenos prodigiosos y peregrinaciones paganas para beber y bañarse en el manantial de la vida que la Iglesia Católica reconvirtió en fuente milagrera, convenientemente bendecida, al levantarse, en el mismo lugar donde se celebraban ritos anteriores al cristianismo, la ermita y el cenobio. Llegaban a cientos los romeros pedigüeños de salud y, cuando aseguraban su sanación, donaban su peso en grano a los custodios eclesiásticos, convirtiéndose así aquel singular emplazamiento en tan opimo silo que, cuando las cosechas decrecían en la comarca, se compraba el trigo directamente al cenobio, enriqueciéndose la afamada ermita y los condes de Guara, dueños y señores, aun hoy, de esas tierras.
qué paisaje más espectacular, tengo muchas ganas de ir a Huesca 😊
La provincia abunda en paisajes donde los mallos ponen el toque agreste y hermoso.
Extraordinaria descripción del paisaje, duro, pero no exento de belleza. Hasta la soledad se ve. Sender un grande de las letras, tengo la sensación de que está un poco olvidado.
Salud.
Es un autor de otra época que el tiempo ha desdibujado. Con Sender me pasa que me conmueve el hombre añoso que añoraba su tierra; en su última época fueron esas páginas emotivas las que dieron fe de la ternura parapetada tras ese genio que, dicen, tenía.
Salud.
Embalse de Vadiello. Me recuerda los dos o tres últimos años de trabajo.
Teníamos que madrugar bastante para salir de Zaragoza, y pasando previamente por Huesca, abonar una cantidad de dinero para poder pescar truchas en el mencionado embalse.
El paisaje espectacular, pero entonces estaba más pendiente de las truchas de lo que se podía ver alrededor, incluidos los mallos.
El primer día que fuimos a pescar cogí un enorme trucha, sin embargo me quedé decepcionado, era la primera vez que pescaba en un embalse y acostumbrado al río Ara, donde las truchas tenían que trabajar duro cuando venían riadas o si querían desplazarse a lo lardo del río, normalmente hacía arriba cuando las llevabas anzueladas, se defendían con riesgo de romper el sedal.
Aquella era muy grande, la tuve que sacar con sacadera ya que en caso contrario hubiera roto la línea de pesca y pensé «Aquí no hay riadas, no necesitan sacar todas sus fuerzas para alimentarse, por lo que es lógico que se comporten de esta manera»
La trucha se la regalé a un compañero.
En la foto, hecha en verano, el pantano estaba bajo mínimos y el aspecto del entorno parece más desolador. Las aguas de Vadiello se utilizan para abastecer la ciudad de Huesca, por eso es una zona protegida y regulada.
Recuerdo que, alguna vez, comentaste que habías pescado allí; debe ser un lugar propicio porque acuden muchos pescadores., además de gente de escalada. Cubierta por las aguas del pantano se halla la cueva de la Mora, tesoro de la Edad de Bronce que no tuvieron reparo en cubrir tras dar prisa a los arqueólogos para que sacaran de ella todo lo que pudieron encontrar; el resto, supongo, será parque de juegos de las truchas.
Bella descripción del paisaje y de los recuerdos. Sender como representante de la narrativa en el exilio, no hay dudas de que sus palabras se entienden mejor si se ha leído la intensa “Réquiem por un campesino español”. Precisamente ayer en La 2 emitieron un documental sobre Carmen Laforet y se dijo que había mantenido correspondencia con Sender, me llamó la atención, pues apenas se vieron una o dos veces. Por último y a riesgo de mezclar demasiadas ideas, creo que Sender vivió en algún momento en Tauste. Pueblo muy conocido por mi abuelo paterno, que solía cantar una jota que decía: “En la procesión de Tauste, en la procesión de Tauste, los últimos van detrás, los primeros van delante y los de en medio en la mitad”. Es una de esas canciones que se me han quedado. Un abrazo y disculpas por el rollo un tanto inconexo. pd: la foto espectacular.
La letra de esa jota no la conocía; claro, que, pese a lo que pueda parecer, no conozco muchas jotas, pero sí es cierto que Sender, en su niñez, vivió tres o cuatro años en Tauste y siempre recordaba esos años. El Sender nostálgico es conmovedor, próximo, sobre todo en las obras del final de su vida, cuando regresó con el pensamiento a esa geografía emotiva que mantuvo intacta en su corazón.
Sender tuvo sus épocas. Imagínate, un hombre capaz de crear la magistral novela Imán para, años después, meterse en ese berenjenal prescindible de la norteamericana Nancy haciendo el canelo por España; y, encima,las novelas de Nancy son sus obras conocidas, además del Réquiem…. Una pena porque sus grandes novelas han quedado arrinconadas.
No vi el reportaje de Laforet pero sí conocía esa relación a raíz de aquella primera carta de él felicitándola por su excelente Nada, a la que ella tardó muchos años en responder. Hay publicado un epistolario de Sender, sobre todo con Joaquín Maurín, otro personaje aragonés del que casi nadie se acuerda.
¿Decías de rollo…? Pues, anda, que el mío… Nah, es broma. Disfruto y aprendo de tus comentarios.
Cordialidades.
Curiosamente, esta mañana me he acordado de La tesis de Nancy porque en el supermercado tenía cerca un tipo que hablaba un andaluz tan cerrado que ni yo misma lo entendía y, como leí ayer tu entrada, me acordé de Sender y de su libro, e hice el propósito de volverlo a leer, pues tengo la sensación de que ahora me va a gustar menos. Y una cosa que voy a buscar en él, es si hay descripciones del paisaje sevillano como esta que tú nos ofreces aquí de un paisaje tan distinto.
La tesis… y sus continuaciones son como un paréntesis en Sender, una novela menor que en su momento tuvo mucho éxito y que eclipsó y anuló (para gozo de los detractores de Sender) el resto de su producción. De ella solo salvo la estructura que le dio el autor (supuesto traductor de las cartas de Nancy), pero es una novela que, para mí, ha envejecido mal, ha quedado trasnochada pese a su espiritu de comedia.
A mí me parece recordar que tiene muchos tópicos sobre lo andaluz. A ver si la releo con mis ojos de ahora…
No creo que Sender creyera en los tópicos sobre Andalucía, entre otras cosas, porque, como corresponsal, había informado sobre los sucesos de Casas Viejas, en Cádiz, que daría lugar al extraordinario reportaje Viaje a la aldea del crimen. En las novelas de Nancy lo que hace es pasear los topicazos extranjeros del olé, toreador, la parranda y demás zarandajas, que contrapone, además, con añadidos de historia que pasaron desapercibidos. Pienso que las novelas de Nancy fueron una concesión a la galería, un intento de llegar a más lectores con un libro simpático y menos denso.
Paisajes senderianos. Me gustó el título, de la misma manera que me gustó la foto y la entrada que nos compartes; palabras de Ramón J. Sander y de tu propia cosecha.
Sabes? Se palpa la devoción que sientes por este personaje y me hago una pregunta. ¿Te gusta la biografía que, del personaje, ha escrito Jesús Vived Mairal? Y la pregunta más importante y a la que quería llegar….¿No has pensado en escribir tú mismo una biografía de Sander? Yo creo que tienes tres grandes bazas a tu favor; lo bien que escribes y te documentas, lo bien que adentras al lector a conocer a un personaje sin forzarlo, y la devoción y respeto que tienes hacia Ramón Sander.
Y no me digas que trabajas y no tienes tiempo, porque eso ya lo intuyo (y lo comprendo 100%, además de una vida y una familia a la que dedicar tiempo, etc). Aún así te animo a que no descartes la idea.
Ahí lo dejo.
Gracias, Una mirada.
Un abrazote.
De Vived lo único que no he leído ha sido la última biografía completa que escribió de Sender. Lo cierto es que, pese a parecer un autor olvidado, son abundantes los ensayos y tesis sobre Sender; en Huesca hay, incluso, un Instituto de Estudios Senderianos donde se concentra toda la documentación sobre el autor, que se mantiene al día con la publicación de un boletín, y más este año que se está celebrando el 120º aniversario de su nacimiento. Con tanto especialista en Sender, pocas novedades podría aportar yo si pretendiera ocuparme de él, que no soy sino un simple lector con un único privilegio: Poder observar in situ algunas de las panorámicas altoaragonesas descritas por el novelista, interiorizando sus circunstancias.
Agradezco tus palabras, pero mi escritura empieza y acaba en esta bitácora. Solo es una actividad con la que disfruto, sin pretender otra cosa sino compartir inquietudes. Con eso me es suficiente.
Un abrazo, apreciada Contadora.
Es un espectáculo de rocas!! Me encanta 😊
Es un paisaje impresionante donde la piedra es la soberana.
Por las visitas regulares a este sitio sabemos de la riqueza histórica (la historia de los vencidos no es una historia de conquistas y felicidades, pero no deja de ser rica en detalles y conceptos). Y últimamente me viene sorprendiendo la riqueza geográfica.
Ese paisaje me recuerda mucho al de nuestra zona de Cuyo, lo que podemos observar en algunas regiones de Mendoza, San Juan…
Abrazotes
Este relieve tan singular, con esas moles que en Aragón llamamos mallos, se halla en las sierras de Guara y Gratal, que son las puertas de los Pirineos oscenses..
Los elementos han ido tallando un paisaje agreste, parco en vegetación pero de gran belleza.
Más abrazos para ti.