«O cado rehabilitado»: Archivo personal
«A la Chilina la mataron los Perreques de un macucazo [1]». Así comenzaba la historia que la chiquillería del Barrio le pedía siempre a Agustín de [Casa] El Correo, a veces, en presencia del mismísimo Maximiner, el mayor de los Perreques, que cabeceaba con fingido gesto culpable frente a las miradas reprobadoras de los pequeños oyentes, que no parecían dispuestos a perdonar el suceso acontecido varias décadas atrás, a mediados de los años cuarenta.
Los Perreques y Agustín del Correo no superaban los ocho o nueve años cuando, en una de sus correrías por las inmediaciones del pueblo, encontraron una paniquesa [2] inmóvil, atrapada en un cepo, entre los torrocos [3] del Coto de Arriba. El trío, pese a su fama de ser más malos que una pedregada [4], se compadeció del animal y, con mucho cuidado, regresaron con él al Barrio, quedando bajo la custodia de Agustín, que convirtió una vieja zolle [5] en desuso en cado [6] del mustélido. Durante una semana cuidó de la paniquesa aplicándole, en la herida abierta por el cepo, «trapos empapados en agua de la fuente y un poco del emplasto que me ponía mi madre cuando me dolía la garganta».
Sorprendentemente, la paniquesa, a la que bautizó como Chilina, se recuperó, no se sabe bien si por tan curioso tratamiento veterinario o por la fabulosa dieta de ratones, topillos y avecillas que cazaban los Perreques y el propio Agustín para su nueva amiga.
Cerca de dos meses llevaba Chilina en su novedoso hábitat y, al parecer, «muy a gusto, porque tuvo muchas oportunidades de escaparse y no lo hizo», cuando sucedió la tragedia.
Los Perreques tenían montado, junto con su padre, un pequeño e ilegal negocio de venta de pájaros —codornices, perdices, zorzales, pichones…— que capturaban con besque y en el que Agustín colaboraba a cambio de alguna que otra perrilla gorda. Las pequeñas aves se guardaban, hasta su venta, en una jaula conejera instalada no lejos de la vieja zolle de Chilina. Y ocurrió que, durante las fiestas del pueblo, se despreocuparon, durante dos días, Agustín de la paniquesa y los Perreques de los alados de la conejera. Cuando quisieron enmendar su error, Chilina ya había accedido a la improvisada pajarera; las aves que el animal no se había comido estaban muertas o se habían escapado.
Los Perreques y Agustín encontraron a Chilina en la zolle, todavía con los restos del festín. Y, entonces, uno de los Perreques —nunca precisó Agustín si fue el mayor o el pequeño— agarró el mango del jadico [7] que servía para apuntalar la puerta de la zolle y asestó un golpe en la cabeza del mustélido; Agustín se interpuso para evitar que siguiera golpeando al animal, pero no fue necesario. Chilina, la paniquesa, estaba muerta.
A Chilina la enterraron en el pedregal del meandro del río. El padre de los Perreques castigó duramente —como entonces se castigaba, sin contemplaciones— a sus hijos por haber perdido los pájaros, pero ellos nunca le hablaron de la paniquesa que vivió, durante dos meses, en la zolle vieja de Casa El Correo. Pasaron muchos años hasta que Agustín, cuentacuentos oficioso, incorporó la historia de Chilina a sus relatos orales. Fue siempre la más demandada.
Y aún sucede que, en las representaciones callejeras, Chilina, antigua realidad transformada ya en fantasía, regresa.
NOTAS
[1] En arag., golpe en la cabeza.
[2] Id, comadreja.
[3] Id, piedra de tierra.
[4] Id, granizada.
[5] Id, pocilga.
[6] Id, madriguera.
[7] Id, azada pequeña.
NOTA
Edición revisada de un artículo publicado en esta bitácora el día 21 de febrero de 2015.
No me extraña que fuera la historia más demandada, porque es muy bonita incluso tierna, en su desarrollo, pese al cruento final. Imprescindibles las notas al pie para entender en su justa medida el texto. La paquinesa fue feliz durante dos meses, pero al final la naturaleza la pudo e hizo su labor, ante las deliciosas y sabrosas aves. Un abrazo.
Fíjate si ha tenido recorrido la historia que, aun hoy en día, en los cumpleaños y festejos, en los que se suele pintarrajear las caras de niños y niñas, siempre hay alguna criatura que pide: «A mí píntame de Chilina», y es que, aunque Agustín falleció hace algo más de diez años y mucha chiquillería no llegó a conocerlo, la historia de la comadreja y otras tantas que relataba, siguen vivas.
Cordialidades.
Curiosa y delicada historia con un final excesivamente real, no por ello menos cariñosa y sensible.
P.D. En este caso no he necesitado ir a ver las notas al final, ya que las conocía todas.
El final es duro pero hay que ponerse en el contexto de la posguerra y en la piel de los Perreques, cuya familia salía adelante vendiendo esas aves a las cocinas de la gente con más posibles de la capital…
Suponía que recordarías el vocabulario; esas palabras son de lo más usual.
Genial historia. El comienzo es buenísimo, se queda grabado. Me ha encantado el detalle de la presencia de uno de los Perreques, cabeceando «con fingido gesto culpable», me ha dado risa.
He ido a ver quién era Agustín, precioso lo que le escribiste.
De los Perreques y Agustín se puede decir que fueron amigos hasta que la muerte los separó; toda la vida, vamos. Agustín fue una persona muy querida y con una extraordinaria habilidad para hilar una historia tras otra, lo mismo en prosa que en verso, tanto de sucesos reales como de su invención.
Me ha encantado la historia. Hasta que punto despiertan mi interés tus relatos que he acudido a Wikipedia para conocer las características de las comadrejas (paniquesas). En mi pueblo se decía «es más viva que una paniquesa».
Desconocía la palabra «macucazo» y «torroco». Ilustrándome en lo nuestro.
Salud.
Tienen fama de picardiosas, las paniquesas, y, como en el dicho que pones, vivaces, pese a lo chicorronas que son de tamaño. Hay quien confunde las paniquesas con las fuinas (garduñas), que son bastante más grandes, aunque de aspecto y color similar.
El vocabulario aragonés es siempre muy descriptivo.
Salud.
Que riqueza lingüística tenemos… El otro día alguien defendía que en Andalucía no se puede hablar de dialecto andaluz, pues tenemos tantos dialectos como comarcas, pueblos o ciudades.
Las singularidades lingüísticas siempre enriquecen y le aportan al castellano nuevos matices y acentos que le dan su sello.
Seguro que te has enterado.
La Carrasca Milenaria de Lecina, elegida Árbol Europeo de 2021 con récord de votos
El resultado compensa todo el esfuerzo que se ha hecho. La Carrasca y todas las personas que la han apoyado, lo merecían.
Pese al final,casi lógico en el contexto,
Cuanta ternura desprende Agustín
Preciosa historia
Salud
Inolvidable Agustín, siempre unido a esa infancia que tan grata (nos) la hizo.
Salud.
Bien merecido reconocimiento para la Carrasca de Lecina!!!!!
Y lo que hemos sufrido en la espera…
Menos mal que nos traes el diccionario al final de la historia, porque a pesar de que el relato se sigue sin dificultades son muchas las palabras que no había escuchado en mi vida. Esta historia la coge Tarantino y te saca una película de dos horas y media.
Esas palabras son usuales en esa zona y salpican, sin traducción, el castellano local; es la manera de hablar de las gentes. Creo que mejor que Tarantino lo haría Truffaut, que comprendía muy bien los intríngulis de la infancia.
Pues no me extraña que fuera una de las historias que más demandaban escuchar. Desprende mucha ternura y la has relatado de tal manera, que me ha sido muy fácil visualizar a nuestros protagonistas y el escenario donde sucede todo. De paso he aprendido palabras (muchas, en esta ocasión) que no había escuchado antes!!
El final es muy realista, se aleja del happy ending, pero como la vida misma.
Un beso, Un mirada.
Y enhorabuena!! Han premiado y elegido a la Carrasca Milenaria de Lecina, como Árbol Europeo del Año. 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻. Mi voto también contó 😉
Las historias reales tienen eso, que no hay en ellas concesiones a finales satisfactorios porque la vida real se desarrolla en un contexto que no siempre se aviene a nuestros deseos.
El triunfo de la Carrasca se debe a quienes, como en tu caso, le disteis el voto. Su historia y el cariño que se le tiene, la avalan. Ha merecido la pena el esfuerzo realizado. Gracias a todas las personas que han hecho posible que sea Árbol de Europa 2021. Y ojalá algún día puedas contemplarla y admirarla in situ.
Un abrazo.
Revive una vez más la Chilina. Comprendo el contexto y el momento en que sucedía esto, pareciera otro mundo.
Por acá hay que ir bien al campo para encontrar comadrejas, antes, cuando yo era niño (aunque muy de vez en cuando) alguna se dejaba ver por el barrio suburbano.
Abrazotes!
Son animalillos vivarachos y ágiles, aunque con muy mala prensa en los pueblos, en cuyos corrales se entremeten en ocasiones; pese a ello, tienen una carita amable, simpática.
Cordialidades.