«La espiral (blanca) del tiempo»: Archivo personal
1
Mi memoria es la memoria de la nieve. Mi corazón está blanco como
un campo de urces.
En labios amarillos la negación florece. Pero existe un nogal
donde habita el invierno.
Un lejano nogal, doblado sobre el agua, a donde acuden a morir los
guerreros más viejos.
En un mismo exterior se deshacen los días y la desolación corroe los
signos del suicidio:
globos entre las ramas del silencio y un animal sin nombre que se
espesa en mi rostro.
2
No existe otra espiral que el bramido del tiempo.
Amasar la memoria es bondad de alfareros, lentitud de veranos en
fabulación.
Las grosellas derraman granates en la nieve y los silencios más antiguos
en humo y humildad se desvanecen.
¿Dónde encontrar ahora el amargor del muérdago y el agua?
¿Dónde la ocultación de las leyendas y los bardos?
3
Este es un paisaje de miradas de nata y tejados helados. Es un paisaje
helado e indestructible.
Los niños muertos juegan junto al molino con cuévanos vacíos y
varas de avellano.
Coronan de laurel y de nieve sus cabezas mientras, tras los marzales,
aúllan a la luna, dolor del amarillo.
¡Dolor del amarillo! Hay en la noche cánticos sagrados y láminas de
plata y hogueras rumorosas como lenguas de escarcha.
Como si todo fuera igual. Como si no hubieran pasado tantos años.
[…]
Julio LLamazares. Fragmentos de Memoria de la nieve.
todo está presente … aunque pensemos lo contrario
Eso es lo que pretende el autor, rescatar la memoria colectiva para mantenerla presente.
Acabo de ponerle cara a Julio Llamazares, solamente conocía una publicación de el, que por cierto en tres ocasiones compré el libro, lo presté y nunca me lo devolvieron, me estoy refiriendo a «El monólogo del último habitante de un pueblo abandonado del Pirineo aragonés, llamado Ainielle… La lluvia amarilla.
Sabía que reconocerías al autor porque en alguna ocasión has nombrado su maravillosa novela sobre Ainielle, de imborrable recuerdo, que también presté alguna vez pero con más suerte que tú en la devolución. En Aragón, Llamazares siempre será «el de La lluvia amarilla«, definición que el bueno del leonés seguro no desdeña sino que sabe que nace del aprecio que por aquí se le tiene.
El color amarillo debe de tener un significado especial para Julio LLamazares:
«Coronan de laurel y de nieve sus cabezas mientras, tras los marzales,
aúllan a la luna, dolor del amarillo.
¡Dolor del amarillo!».
Todavía recuerdo como tocó el corazón el libro «La lluvia amarilla» . No he leído nada más de él, salvo los artículos de los sábados en El País. Me cae muy bien y me gusta como escribe. Gracias por traer este profundo poema.
Salud.
Se supone que el amarillo es la metáfora de la vejez y del pasado; esa es la sensación, tanto en el de la lluvia como en éste, que es un libro anterior. El libro sobre el último habitante de Ainielle toca las fibras; es un texto que no se lee, se escucha. Como a ti, me gusta la escritura de Llamazares, pese a no leer sus artículos. Es un hombre que sabe llegar a quienes leen sus textos.
Salud.
¿Tienen ese formato los versos o es que te lo da el blog?
Es el formato original, tal cual fue publicado. Si pinchas en el enlace, que lleva al libro completo, lo verás tú misma.
¡Gracias! Había dejado bajármelo para cuando tuviera más tiempo. Ahora ya lo he hecho.
Seguro que disfrutas de la lectura de esa novela poética atemporal.
Gracias, sugerentes versos!!!!
Sí lo son, sí. Gracias a ti por comentar.
La nieve es como una musa para la poesía. Cuánto me gusta la fotografía que has colocado!!
Da mucho de sí, literariamente hablando; otra cosa es cuando hay que ir sobre ella por obligación.
¡A disfrutarla!
Los videos que se ven dese acá, con 35 grados y tomando una cervecita en la pequeña piscina de la terraza de barrio… son impresionantes
Buena foto.
¡Salud!
El ímpetu de la borrasca ha incidido brutalmente en el paisaje y eso es lo que ha trascendido. Pero las maravillas e inconvenientes de las nevadas se dan todos los inviernos allí donde suele nevar, solo que la gente que no lo vive no es consciente porque ve la nieve de lejos.
Cordialidades.
«Este es un paisaje de miradas de nata y tejados helados».
¡Qué bonita manera de escribir!
Tiene la pluma del señor Llamazares una intimista forma de expresar la vida, con esa recurrencia al frío, la nieve, las montañas y los recuerdos……
Gracias por traerlo hasta aquí, Una mirada.
Besos.
Las letras de Llamazares hacen vibrar las cuerdas de los sentimientos, con cada verso de esta suerte de novela poética. Llamazares es el cantor de los pueblos viejos, engullidos (el pueblo donde nació quedó sumergido en u embalse) pero que guardan un ayer en el que el escritor se y nos recrea.
Más besos.
Nada que añadir a estos versos tan sentidos. Me he bajado la Memoria de la Nieve. Gracias por dejarnos el enlace, es una excelente costumbre que tienes en todos tus posts. Salud y abrazo.
Los enlaces tienen la virtud de poder obviarse sin problemas y la ventaja de, si se desea, profundizar y completar el texto. Al menos, esa es la intencionalidad última que me lleva a insertarlos.
Cordialidades.
Adoro a Llamazares desde la primera página de La lluvia amarilla, pero estas letras suyas no las conocía.
Llamazares implica la lectura reposada y emotiva. Sus letras se paladean.
[…] Fragmentos de Memoria de la nieve — Una mirada alrededor […]