«Receso»: Archivo personal
No osa la penumbra periférica adentrarse en la luminosidad rampante que envuelve la ciudad prenavideña por la que discurre un discreto arroyuelo humano enmascarado que apura las horas entre tentadores escaparates y terrazas medio llenas donde las tertulias desafían los avances del frío.
“Nena, ¿te apetece un chocolate con churros?”, pregunta Agnès Hummel a Jenabou. “No. Quiero lo mismo que vosotras”.
La calle es un murmullo que se alza y desciende como si una batuta invisible guiara la cadencia del sonido.
Llega el camarero, ataviado con una liviana camisa negra, con los vasos de panacota con frutos rojos, los distribuye y musita un “que aproveche” mientras se dirige, con la bandeja bajo el brazo, hacia los ocupantes de una de las mesas próximas.
De la juguetería que hay a la vuelta de la esquina sale, de sopetón, un popurrí estridente de villancicos que hacen las veces de banda sonora de paseantes y sedentarios y obligan a elevar las voces de los agrupados en las tres terrazas que se apropian de parte del espacio peatonal.
Acude el camarero a la mesa de las panacotas para realizar el cobro de las consumiciones y, a la par que las mujeres recogen las bolsas y paquetes que habían guardado bajo las sillas, se desliza la niña con los patines en dirección a la cercana plaza.
Que buena pinta la panacota y que momento tan apacible, sino fuera por la estridencia de los villancicos. Es lo que toca, villancicos sin parar. Salud y buena tarde.
Algunos establecimientos tienen la manía de amenizar la calle con un volumen sonoro tan exagerado que resulta molesto.
La panacota, una delicia.
Salud.
Que rico!!
♡♥♡~♥~
…y muy dulce, jeje.
Preciosa escena navideña.No he probado nunca la ‘nata cocida’, si puedo en algún momento trataré de conocer a que sabe.
Venden panacotas envasadas como los flanes y los yogures; no saben mal pero carecen de ese toque que sí tiene la hecha en casa.
Yo tampoco la he probado ni la he visto nunca, pero tiene aspecto de estar buena.
Es dulce y suavísima al paladar. Como ya he dicho, nada como una buena panacota artesanal en la que se puede controlar el dulzor a conveniencia.
Qué bonito proemio navideño.
Siempre me han gustado estas fechas, y en parte es por todo lo que aquí has transmitido. Se respira y se siente la Navidad, que muchas veces he llegado a pensar que debería durar más tiempo (al menos en el espíritu de la gente, porque cambian en esta época y se nota).
La reunión entre amigas, qué decirte? que parece que me preguntaban a mi lo de los churros y asentía que prefería lo que ellas habían pedido.
Esas bolsas debajo de las sillas, ese no perder detalle de lo que sucede a tu alrededor, dentro de la cafetería y fuera de ella.
Es el espíritu navideño, Una mirada. Que aún en un año como éste con sus particularidades y diferencias, late dentro de nosotros de igual manera.
Abrazote y gracias por este relato.
Este año, la antedala navideña es, sobre todo, callejera y, en las zonas por las que me muevo, sin aglomeraciones. Es curioso ver a la gente, abrigada, en las terrazas, como si fuera agosto, transformando en normal lo insólito.
Se nos ha educado en unos días familiares, independientemente de las creencias personales, compartiendo momentos y regalos, menús tradicionales y reencuentros que la Situación ha trastocado y que cada cual lidiará como mejor pueda. Pero no hay que perder la pespectiva esperanzadora. A peor ya no se puede ir.
Otro abrazo para ti.
Va a ser callejera la antesala y también la Navidad, pues quitando los días más señalados, las reuniones van a ser preferentemente en las terrazas, con esas estufas altas, que te ponen la cara ardiendo y te dejan los pies helados.
Antes, esos recintos instalados en la calle estaban copados mayoritariamente por la gente fumadora que desafiaba los bajocero para echar humo tranquilamente mezclado con vaho helador.
Sin ser de dulce, reconozco que la panacota me encanta. A veces compro una envasada a lo yogur en packs de cuatro. Por suerte, tengo cerca de casa un local de comida italiana preparada que lleva -como no- un italiano y es un maestro en pastas y en…postres. Llegando al local, me pasa como a tí, paso delante de una terraza de gente aterida de frio por mucha estufa moderna que se ponga. Hay que echarle ganas, creo yo. Un abrazo.
El otro día compré en el supermercado un pack de envases de panna cotta con caramelo; el problema es que llevo en la memoria del paladar el gustillo de la artesana y se nota la diferencia. Pero, como en el dicho, «cuando no hay pan…»
Fíjate que el frío me atrae. Y si viene acompañado de niebla -como ahora, que ni se ve lo que hay a tres pasos- todavía me apetece más pulular por la calle.
Cordialidades.
Preciosa escena de esta Navidad amputada que nos ha tocado vivir. En mi caso ha caído algún vino caliente que otro, pero me he quedado sin mercadillos navideños y sin fondue.
Navidad amputada…. Así ha sido. Las luces que iluminaban las ciudades y pueblos no han podido disfrazar una celebración diferente.