«El día naciente»: Archivo personal
La luz amarilla de la única farola indemne —de las ocho dispersas por los aledaños de gravilla de los bloques de edificios— recorta la silueta del hombre viejo del kangal, detenido junto a la fuentecilla inutilizada. Inmóvil entre los claroscuros, semeja una estatua levemente inclinada y de contornos amorfos.
El kangal y Luna, la perra caniche del bloque B, van y vienen entre el cerco de luz y las sombras de la madrugada; se perciben los jadeos del ejemplar grande y los tenues gruñidos de la perrilla que, pese a su pequeño tamaño, quintuplica la edad del perro que la rastrea, retozón, alrededor de los raquíticos troncos de los árboles bisoños que la oscuridad hace invisibles.
Silba el hombre y, al darse la vuelta, advierte la presencia de las dos formas humanas sentadas en el banco, a apenas tres zancadas de él. Retorna a silbar el viejo; un silbido largo, casi un chillido, que atrae al kangal hasta sus piernas. Y, entonces, la luz del amanecer empieza a resquebrajar la negrura de la sierra —entre los dos bloques de pisos encarados al este— amalgamando silenciosos fuegos artificiales que colorean el cielo y abren brechas relucientes en la envoltura lóbrega del parquecillo y los edificios circundantes, exponiendo a cielo abierto las facciones de los ocupantes del banco, a quienes el viejo del kangal reconoce y saluda alzando una mano enguantada para, a continuación, girarse con el perro pegado a él, desandando el camino hasta el bloque C.
Luna, la caniche, erguida junto al banco, contempla la marcha del viejo y el kangal y les lanza un lacónico ladrido.
No está nada mal bajar al perro a que haga sus necesidades y ver las primeas luces del día con esos colores. No conocía esa raza de perro que debe ser pariente del mastín. Veo mejor un caniche para vivir en un piso estándar, un perro grande estará algo comprimido.
Saludos.
JBernal
Cierto; este tipo de perros, que tienen una buena alzada, necesitan espacio para moverse. También es verdad que las condiciones dependen de la organización de la familia con la que comparten casa y de las rutinas de salidas para que el animal se desfogue.
Salud.
Te ha quedado una entrada soberbia. Y esa foto también es una maravilla.
Sí, es una fotografía que no necesita muchas palabras. Gracias por la apreciación.
Apacible cotidianidad la que nos traes hoy.
Con un amanecer así dan ganas de todo, de pasear a los perros, de sentarse a respirar un buen rato en ese banco antes de volver a casa, de agradecer el nuevo día de vida. Sentir, admirar, pensar o dejar la mente en blanco
Qué bonitos colores los de la fotografía, hilos anaranjados de esperanza . Así da gusto……
Feliz domingo.
Beso.
Digamos que el amanecer se transforma en propósito, en el empuje de ese futuro inmediato de segundos, minutos y horas del que no se pretende nada extraordinario pero que se presenta sugerente y hasta propicio para esas rutinas que, aun pareciendo iguales, son cambiantes.
Otro beso para ti.
Qué bien escrito y descrito ese momento inicial del día.
Muchas gracias por tan generosas palabras.
¡Que no daría yo, para saber escribir de la manera que tu lo haces, bordando las palabras!
– Jubi, que no darían otros para saber reparar pequeños electrodomésticos, alguna lavadora, microondas… que los haces durar bastante más tiempo de lo que suele ser habitual.
Es cierto cada uno a lo suyo. Esto me ha recordado una curiosidad ocurrida este año, el vecino de enfrente de mi casa en Broto, me dice que no puede ver la tele, que los árboles de la parcela de abajo le cortan la señal, se han hecho demasiado grandes.
Solución : O se cortan los árboles o se pone un mástil para TV bastante elevado. Yo de momento les di una solución provisional que les duraría mucho tiempo, la antena de su tele, en lugar de estar enfocada al repetidor, que la orientaran a la parte superior de su casa que está en sentido contrario al repetidor.
Con un gran interrogante en su cara le animo a que saque una llave inglesa y entre los dos giramos la antena unos 180 grados, su pareja que estaba controlando la visión de la tele, nos dice, «AHORA SE VE DE MARAVILLA»
¿Que había pasado?, que la señal de televisión «rebotaba» en su propia casa y la enviaba a su antena.
Es la explicación de los Repetidores pasivos que telefónica ha empleado en sitios montañosos, especialmente en zonas del Pirineo.
– Jubi, que no darían otros para saber reparar pequeños electrodomésticos, alguna lavadora, microondas… que los haces durar bastante más tiempo de lo que suele ser habitual.
Bien dicho. Cada cual aporta en función de lo que mejor se le da. Por otra parte, unas manos habilidosas dirigdas por una mente despierta son las mejores herramientas.
Esa solución para solventar la recepción de la tele no se me hubiera ocurrido ni por casualidad. Eso sí, los árboles no los hubiera talado; antes me hubiera quedado sin ver la televsión.
Bonita descripción el momento.
Me gustó mucho el título y la colorida fotografía.
Abrazos!
La foto, aunque está tratada para intesificar los contrastes, refleja el momento exacto del amanacer, que siempre sorprende por sus colores.
Salud.
La importancia y el placer de las cosas pequeñas. Una delicia. Salud.
Lo has reflejado a la perfección.
Salud.
Momentos únicos de inicio de un nuevo día. Por casa de mis abuelos maternos andaba a sus anchas un mastín. Recuerdo cuando nació, era una preciosidad. Pero esa preciosidad llegó a pesar cerca de ochenta kilos en pocos años. Y su cariño y entusiasmo era tal que de un abrazote podía tirarte al suelo. He leído en tu vínculo que el Kangal asemeja al mastín. Sin desmerecer a Luna, la caniche, excelente perro el kangal. Y excelente el relato de lo cotidiano que hoy nos propones. Un abrazo
Los mastines, como los kangales, son unos señores perrazos; más afables los primeros que los segundos. Ah, qué ricura cuando solo son unas bolitas de pelo con patitas, ligeros al estrecharlos entre los brazos… Pero ocurre que cuando se ha de compartir un piso de 90 metros con un animal, el tamaño de este importa, y mucho. El kangal que menciono tiene la ventaja de vivir con una pareja de jubilados que no escatiman las salidas del animal, pero hay otros perros de tamaño similar a los que solo se saca a hacer sus cosas y, rápidamente, vuelta a la vivienda.
Cordialidades.
Yo soy más de atardeceres que de amaneceres. No es que me levante tarde, pero pocas veces he estado en la calle al amanecer. Es más, ni siquiera me gusta, pues me recuerda los amaneceres en los hospitales, en la cabecera de un ser querido que se va. Allí sí que ves amanecer…
Amanecer/atardecer… Alfa y omega del día que cada cual encara según su estado de ánimo. A mí me extasian ambos.
Por lo que veo, esta entrada tiene otro paisaje distinto del Barrio habitual, sin los habitantes habituales que ya conocemos.
Sí, este es un escenario urbano con la naturaleza pura algo más distanciada pero visible en la lejanía.