«Fear & Confidence»: Archivo personal
El paseante se detiene y el tiempo parece suspendido en la figura quieta cubierta por una capelina oscura que el calabobos madrugador ha ornamentado con diminutos puntos de agua gélida.
Vete. Vete. Vete, susurra el paisaje, convertido en portavoz de la vida oculta.
Un ininterrumpido ectoplasma de dióxido precede a la fantasmal figura que, de nuevo, impulsa sus pies sobre el acolchado suelo que protegen los árboles.
No sigas. Vete. Vete.
Un paso más. Tres. Diez. Cincuenta pasos más y los latidos inaudibles de las energías latentes se ven alterados por un quejido próximo que rompe el ritmo del cuidadoso roce de las botas humanas sobre el lecho de humus.
El paseante se queda quieto, se baja la capucha y ladea la cabeza para localizar la procedencia del lamento. Nada.
Da media vuelta. Vete. Vete.
Otro roce. Más pasos. Y de nuevo el sonido ajeno a los murmullos familiares de la floresta.
No sigas. Vete. Vete.
Un paso más. Tres. Diez. Cincuenta pasos más…
Los cuerpos yacen juntos; los dos más pequeños acurrucados contra el grande. La jabalina se estremece al percatarse de la presencia humana que se inclina, con decisión, sobre ella y sus dos jabatos. Pero no hace ningún intento de ataque.
Una de las crías está muerta. La otra, aunque inmóvil, respira pausadamente y no tiene heridas visibles.
El paseante se desprende de la capelina, la restriega con suavidad contra las cerdas de la madre, envuelve el cuerpo del joven bermejo y lo recoge, con dificultad, entre sus brazos. Antes de abandonar el lugar mira de nuevo a la hembra herida de muerte y dice: “Es todo lo que puedo hacer”.
Márchate. Vete. Vete.
Cuando el amanecer termina de desgarrar la niebla, el paseante y su carga de vida ya están de vuelta en el Barrio.
¡Bravo! Me ha encantado…..
Cuando vi la foto y leí el pie de la misma, me dije “Fear, puede. Confidence, puede ser también. Pero a mi lo que me sugiere la imagen es seduction & attraction “. Es el típico paisaje que de estar delante, lo fotografío con la noble intención de plasmar lo que me hace sentir, aunque solo pueda conseguirlo en una ínfima parte.
Pasando al texto, me gustó mucho esa interacción entre hombre y naturaleza, así como el vocabulario que empleas (algunas palabras tuve que ir a buscarlas porque desconocía su significado, por ejemplo “calabobos”, y mira que es bonita, aparte de conocido significado). Lo que no se usa y poco se escucha, es lo que tiene que lo vas olvidando.
Avancé la lectura con mis propios pasos, con mi propio ectoplasma y agudizando mi propio oído en espera de dar con el origen del susurro, del lamento, de lo que la sabia naturaleza quería decirme.
Por supuesto me ha gustado mucho la analogía entre ser humano y naturaleza, la segunda siempre a la defensiva (y razones no le faltan, la experiencia se lo ha hecho percibir así), pero no todos los humanos son iguales.
Por eso me gustó ese final, pues una vez llegado a allí lo primero que pensé fue que se trataba de un cazador en busca de las presas que había disparado previamente, pero su acto compasivo con la jabalí herida de muerte al pasarle su capelina por las cerdas con suavidad, y el “rescate” del único de los tres con posibilidades de vivir me hizo sentir lo contrario. Todavía hay esperanza en el ser humano, y si los buenos actos se convirtieran en norma, la naturaleza no diría “vete, no sigas” sino al contrario; “avanza, date prisa”.
Una mirada……no sé si esto lo que querías transmitir, o justo lo contrario, ya me dirás, pero sí es la lectura que yo saqué e interprete.
Gracias y besos.
Has diseccionado tan bien el relato que cualquier añadido que le hiciera estaría de más.
La realidad quizás fuera más prosaica que el texto o tu interpretación pero no por ello menos interesante, porque quien se llevó al pequeñuelo lo hizo a sabiendas de que, si lo dejaba allí, no sobreviviría. Lo cuidó durante semanas, sacándolo al monte para que no perdiera referentes y, cuando entendió que estaba lo suficientemente fuerte, lo reintegró a su hábitat, en una zona donde suele haber jabalíes, que son animales que socializanr mucho entre ellos.
La suerte del jabato huérfano fue ser encontrado por un paseante que había sido, muchos años, guarda forestal; la mía, conocer a esa persona y escuchar el relato, sin florituras, de sus labios.
Y sí, la Naturaleza guarda a los suyos, vivos o muertos, convirtiendo los parajes en zonas intrincadas que desalientan la intrusión humana.
Me ha encantado tu comentario tan detallista, Nélida. Gracias.
Un abrazo.
Al principio, el suspense, me ha producido una expectación un poco miedosa. El final. la actitud del hombre con al animal herido me ha emocionado. Ahhhh. Qué bonito.
Salud y buenas noches.
Había que recrear esa penumbra, esos pasos entre tinieblas en dirección a lo desconocido…
Salud.
Que bonito y que triste…
…y, mirándolo desde la lejanía, arriesgado, porque el paseante no podía saber cuál sería la reacción de la hembra herida para salvaguardar a sus cachorros.
Excelente. Parecía que la cosa iba por un lado, luego que por el otro, y finalmente una tercera opción que viene a revelar todo lo anterior.
Me deja la sensación de esperanza en el ser humano, pero también algo de tristeza. Tal vez en esa mezcla estamos nadando ahora, en estos tiempos en que si no aprendemos nada de lo que nos pasa, estaremos perdidos.
Abrazos
En este caso, el desenlace fue positivo porque el hombre no dudó en actuar de la única manera posible. Podía haberse desentendido, pero se mantuvo fiel a sus principios.
Otro abrazo.
Mientras leía, he podido entrar en ese paisaje de humedad, hojas por el suelo, calabobos y otoño en definitiva. Por suerte el hombre actuó con delicadeza y cordura. Efectivamente «es todo lo que puede hacer» pero no es poco, salvar al pobre jabato. Hermosa historia. Un abrazo.
Fue una acción tan impremeditada como acertada a la que siguieron otras, como he contado en otro comentario, encaminadas a devolver al animal, en inmejorables condiciones, al medio al que pertenecía.
Otro abrazo para ti.
Wow, me gusta la historia y la foto es linda.
Estupendo, apreciada lectora.
Precioso relato, suspense e intriga hasta el final.
Esto me ha recordado dos escenas con jabalíes, una contada por un compañero que buscaba en una linea de alta tensión una cable roto en el suelo en los montes de Codos, y se encontró una familia completa de jabalíes, los dos padres y tres o cuatro jabatos, se quedó inmóvil y ellos hicieron lo mismo, hasta que los animales salieron disparados alejándose de la inesperada visita. Al final encontró la avería, yo estaba esperando abajo con un coche.
En otro en el barranco de Arán a su paso por la urbanización de Broto, en la desembocadura en el río Ara nos encontramos los pescadores con un jabato muerto, el día anterior había habido una enorme tormenta que hizo que el barranco fuera visitado por todos los de la urbanización y los del pueblo, por la enorme cantidad de agua que llevaba.
Como poseen un olfato y un oído muy agudizados, lo normal es que, ante la presencia humana, huyan, pero, igualmente, si se sienten amenazados, pueden mostrar su agresividad atacando, y con esas defensas en forma de colmillos que poseen… Conozco un señor que tiene en una pantorrilla una cicatriz de cerca de veinte centímetros, recuerdo de la fea herida que le produjo un jabalí al que acababa de atropellar.
Son ángeles de la guarda, cuyas acciones suelen pasar desapercibidas hasta que alguien las cuenta con tanto encanto como el tuyo. Pero ahí están, cuidando de una naturaleza que otros se empeñan en destruir. Precioso.
Era imposible resistirse a compartir tan meritorios hechos, tratándose, además, de una persona que siempre ha demostrado sensibilidad por la fauna y la flora de la que fue gustoso guardíán.