«El hilo de Teruca»: Archivo personal
Miro a mi gato y me pregunto: ¿Cómo puede alguien en sus cabales llamarle irracional a esta criatura? Tiene unas razones claras para hacer todo lo que hace, y ha adquirido los conocimientos suficientes para convivir en un piso sin abandonar su condición de felino. Su capacidad de adaptación a los nuevos espacios, cada vez que viajamos, es muy superior a la mía. Analiza con mayor rapidez el nuevo lugar y llega enseguida a conclusiones solventes y definitivas. Desconfía y se previene lo justo, hasta que codifica el entorno y se ajusta a él. Cuando yo todavía no he empezado a deshacer la maleta, él ya se dispone a descansar un rato en el sitio que ha definido como suyo y que en verdad casi siempre lo es. El diccionario de la RAE define irracional como «que carece de razón», y especifica que, usado como sustantivo, es «el bruto, esencialmente distinto del hombre». ¿Tienen animales domésticos los académicos? ¿Les han mirado alguna vez a los ojos? Sé que han leído las brutales páginas protagonizadas por el ser humano en la Tierra, por eso me cuesta tanto que le atribuyan la denominación de brutos a los demás animales. ¿Hay alguien más bruto que nosotros, a juzgar por nuestra Historia? Hoy le he pedido perdón a mi gato. Racionalmente, claro.- Carlos G. Reigosa
…y en este tejado donde la atalaya se levanta, encarándose a la sierra legendaria que suaviza al bochorno y amansa al cierzo, dormitan, se relamen y deambulan los felinos —amalgama mestiza que trazó el pincel de los múltiples cruces— asomados a la oxidada balaustrada de los canalones pluviales, en observación permanente de gorriones despistados, hambrientos roedores y lagartijas somnolientas y anegados los oídos de las voces humanas familiares que ascienden hasta el otero transformándose en caricia o latigazo, llamada a la ternura o preludio de la huída. Y aun cuando enmudecieran hasta el fin de los tiempos las gargantas de quienes habitan las casas y transitan por las calles y se desmoronara la atalaya y se hundieran los muros que sostienen el tejado, mantendrían los gatos sus añejas costumbres, en asilvestrada armonía con la Madre Naturaleza.
Son todo personalidad, no se como alguien se puede quejar de ellos ja. Eso sí, son muchas veces intratables! Hay que tener suerte con el carácter nomás, saludos
No es que sean intratables sino que son proclives a ser ellos, en sus relaciones con los humanos, quienes marcan las pautas.
Salud.
Mi relación con los gatos procede de tiempos muy antiguos, cuando vivía en una casa, y no guardo de ella muy buenos recuerdos, por cierto.
La experiencia propia marca la relación con los animales. De los gatos hay tantos amantes como detractores. El exPapa Ratzinger, del que me separan muchas constelaciones, es un apasionado de los gatos; en cambio, una de mis amistades de toda la vida los detesta.
A tenor de la introducción del post, no hay más que ver como entra un gato y como lo haría un perro, en un nuevo hábitat. Lo del gato está perfectamente definido en el texto, su sobriedad es exquisita. Y el perro entra habitualmente como loco, husmeando sin ton ni son. En cualquier caso, no creo que los felinos merezcan el calificativo de irracionales. Y ya puestos, no solo los felinos. Un abrazo.
La domesticidad de los gatos siempre es relativa. Al contrario que los perros, los felinos mantienen su independencia y jamás son serviles. Tienen humanos de confianza, que no dueños. Son perspicaces y poseen un lenguaje gestual y sonoro extraordinario. Y no, no son irracionales, poseen un instinto genuino y una gran capacidad de captación de todo lo que sucede a su alrededor.
Cordialidades.
Tu gato es precioso, vaya ojazos!!! Me gusta la pose de la foto.
Del texto de Reigosa tengo que decir que es sublime en la forma en que dice tanto con tan pocas palabras. Llano y sencillo.
Y de tu texto final comentar que me hizo estar allí, con la Madre Naturaleza y el espíritu del gato que dormita con ella, sobrepasando a todo y a todos. Tú también dices mucho en pocas líneas, y llegas lejos en el sentimiento a través de la palabra escrita. Aplausos para ti.
Un beso.
Teruca (también llamada Teresina) combina sin problemas la vida doméstica con la callejera; lo mismo dormita tranquilamente junto a las jaulas de los pájaros que sube al tejado a cazar gorriones. Es juguetona, cariñosa, pulcrísima e independiente. También tiene su genio, y reacciona mordiendo y arañando, previa advertencia, a quien osa molestarla cuando quiere estar sola. Tiene sus propias reglas, que acomoda según se halle en la casa o en la calle.
Besos.
¡Vaya gato guapo!. Yo veo a los gatos muy suyos, ensimismados siempre, centrados en lo suyo. No como los perros, siempre pendientes de su amo. En cuanto a la «bestalidad» de los animales mucho tenemos que aprender los humano de ellos. Buena tarde, amigo.
Pese a todo, los gatos son buenos convivientes; conozco por experiencia lo que supone vivir con perros y gatos y, analizándolo desde mi propia comodidad, me resulta menos complicado estar con los segundos, que muestran mayor autonomía.
Salud.
Ese gato de la foto es precioso y que uñas tiene!!!
Es una gata vivaracha; las uñas las sacaba, en este caso, para retener la hebra de lana que servía de cebo para que posara para la foto.
Amiga, Una Mirada… ¿sueles pasar por el blog de Carlos Perrotti?
Tiene una sección dedicada a recopilar gatos pertenecientes famosos y no tan famosos, o a gatos famosos.
si no andas por ahí te lo recomiendo
http://blog-win-en-el-viento.blogspot.com/2020/09/bolsa-de-gatos-681690.html
Abrazos!
Conozco a ese bloguero porque he leído comentarios suyos en tu blog, pero nunca he visitado el suyo. Me acercaré.
Gracias por la recomendación.
Un texto muy bien escrito al que le sobra razón. Pero claro, como nos consideramos el centro del Universo…
De vez en cuando, la Naturaleza nos pone en el sitio que nos corresponde y solamente entonces somos conscientes de nuestra fragilidad.