«Tregua urbana»: Archivo personal
Callejear…
En la tienda de ultramarinos ofrecen cuadraditos irregulares de empanadico de manzana que la clientela deglute mientras aguarda el paquete de bacalao desecado, las sardinas rancias cuyo olor anula cualquier otro efluvio, los gruesos pepinillos en vinagre, los cucuruchos de orejones de albaricoque e higos secos o las diminutas cajitas de latón con una cantidad irrisoria y cara de hebras de azafrán. «No lo encontrarán de mejor calidad en ningún sitio», asegura, ufana, la tendera.
Deambular…
Chema, el librero, ensaya un remedo de enfado. «En menudos fregaos editoriales me metéis… Pero… ¡equilicuá!», dice. Y señala el ejemplar de Jenofa Juncal, la roja gitana del monte Jaizkibel, de Alfonso Sastre, que huelga, impecable, sobre el mostrador.
Garbear…
En la zapatería más concurrida no tienen el modelo de pikolinos que han encaprichado a Jenabou. «Si quieren, podemos pedirlos. Tardarán dos o tres semanas en llegar», indica la dependienta. «¿Ves, mamá…? Si me los hubieras comprado cuando te dije…», reprocha la niña.
Transitar…
Étienne aguarda en la cafetería; a su lado, varias bolsas de rafia y papel sepultan una de las sillas. Piden cuatro raciones de coca de setas edulis con cebolla caramelizada y patata. Rasga el sol la niebla decembrina y se divisan, al otro lado de la cristalera, los contornos de la fuente y las figuras abrigadas de los transeúntes.
Un paseo muy variado… Por aqui a esas sardinas las llaman arenques, pero en la Granada antigua se les llamaba «espichás».
Me gusta esa palabra, espichás, que arenque es más ambigua porque ya existen los arenques-arenques… Por la zona de Bilbao las he oido llamar sardinas viejas; en la zona donde vivo, la gente mayor sigue llamándolas guardiaciviles, y así las piden.
Lo curioso es que en Motril, a solo 70 Km, se les llama también espichás a los boquerones secos al sol, que los preparan luego fritos con ajos y huevos. Y a pocos kilómetros de Motril está Almuñécar, la antigua Sexi, donde se dio una gran industria de salazones en el s.V a.C., cuyos restos perduran y pueden visitarse.
http://www.turismoalmunecar.es/descubre-almunecar/patrimonio-monumentos/factoria-de-salazon-de-pescado/
Qué bien viene ese enrejado como secadero; un lugar ingenioso y vigilado desde el interior…
La historia de la industria romana de salazón es muy interesante; la cultura romana tuvo el acierto de recoger diferentes legados y la habilidad de transmitirlos en los territorios ocupados.
Parece que los salazones en esas costas son anteriores a los romanos y que sus factorías se construyeron sobre las de fenicios y tartessos.
https://www.historiacocina.com/historia/garum/almadrabas.html
Buen aprovechamiento.
Es esa la famosa coca de ceps de tolosana??
A Sastre solo lo conozco por su biografía política, no he leído ninguna obra suya… ¡jodo, leer una obra de teatro, qué moral!.. Me suena algún artículo que escribió en el Egin y para de contar.
Salud.
Son dos cocas muy similares y, ambas, buenisimas; deberías tomarte una ración -e invitarme a mí a otra- mientras conoces la narrativa de Sastre, que no sólo escribe obras de teatro. Escribió una estupenda biografía-novelada, Flores rojas para Miguel Servet que, si puedes conseguirla, te encantará.
Salud, compañero.
Por ser tú, por Servet y por mis esssosss acepto el reto. Cuando quieras empieza la cuenta atrás.
Perfecto. En tus manos -y tu vista- lo dejo.
Menuda manera de pasear, con empanadico, sardina de cubo o guardicivil… por cierto las sigo comiendo de vez en cuando. En el trabajo un compañero me enseñó la manera de pelarlas. Una vez limpias por dentro se las envuelve en papel de periódico,,, preferentemente limpio y sin mucha tinta, se ponen en el canto de una puerta y ésta se cierra todo lo que se puede, se espera unos instantes, se abre la puerta y la piel con las escamas salen solas.
Comer está bien, hay que ayudar al cuerpo a aguantar el paseo, pero ir leyendo a la vez es algo que no he practicado y si además no te has podido limpiar bien del aceite de la sardina en las manos…
Claro, que si te duelen los pies es mejor comprar un buen par de zapatos y que te lleven en coche.
Ir de compras en el vehículo más económico tiene su encanto, aunque luego se acabe cargando con un batiburrillo de productos en innumerables paquetes.
Vaya peladora de civiles más expeditiva… Me habían contado lo de envolverlas en papel de periódico para, colocadas sobre una mesa, darles unos golpes y desprenderles la capa exterior.
Lo de la puerta para quitar la piel de las espichás lo conocía, pero en vez de papel de periódico, se usaba el de estraza con el que envolvían en las tiendas de comestibles, En mi casa, mi padre no quería que usáramos las puertas, pues decía que se estropeaban las bisagras y preferíamos aplástarlas con una plancha de aquellas de hierro que pesaban tanto y el mismo papel de estraza.
Aquí se siguen viendo en algunas tiendas, bien colocadas en círculo en sus cubas.
Sí, donde las compro también están expuestas en cículo y las dan envueltas en el papel grisáceo que se ha usado siempre. Ya veo que el método puerta se conoce de una a otra punta del país.
Regocijar…..
Leer esta entrada de manera placentera y tranquila. Viendo, escuchando, oliendo, saboreando, sintiendo…
…y yo me congratulo por ese regocijo sensorial tuyo.
Más que un paseo es un escaparate de la vida otoñal. Lugares en los que detenerse es un placer para los sentidos.
Me ha gustado esa apreciación tuya de «escaparate de la vida otoñal». Las estaciones, ciertamente, marcan nuestros paseos y nuestras compras.