«Cumulus congestus»: Archivo personal
«Hoy tendremos vermú con solimán», aventuraba por lo bajo, el mediodía del lunes festivo, Nicolás de [Casa] Berches, acodado en la barra del bar del Salón Social, cuando Rafael de [Casa] Artero empezó a despotricar contra el belén de figuras de tela realizado en el taller de las Tejedoras[1] y dispuesto en el atrio de la iglesia. «Estas a misa ni se arriman, pero llevan al cura como cagallón por zequia[2]. Montar un belén con trapos, con las figuritas tan bonitas y antiguas que hay guardadas en la sacristía… Estas se nos picharán[3] en la boca y todos aguantando como calzonazos… Lo que es yo, no me voy a callar». Y conforme los parroquianos despejaban el mostrador y se aposentaban alejados del deslenguado, Rafael —con algún Martini de más— iba elevando la voz en tanto que algunas de las integrantes de la Asociación de Mujeres fingían que la perorata no iba con ellas tras haberles suplicado Josefo, el camarero, que, en atención a la clientela forana, no respondieran a las baladronadas, mientras intentaba, sin ninguna fortuna, que Rafael abandonara el establecimiento.
La intermediación de Josefo, —sabedor de que, pese a la palabra dada, las Tejedoras no tardarían en arrinconar a Rafael— quedó en suspenso cuando la señorita Valvanera, la vieja maestra, que llevaba un buen rato mirando y remirando los CDs y vinilos ordenadamente agrupados en la estantería, a la izquierda de la chimenea, colocó uno en el equipo de música y se escucharon, a toda potencia, los primeros compases de la versión de Labordeta de Crónica de Beremundo. El «hija de puta», tres veces repetido, de Rafael y las risas y aplausos de las acompañantes de la profesora jubilada se solaparon con la voz del cantautor.
Ninguno de los forasteros que se hallaban en el bar llegó a entender la desaforada reacción de Rafael de Artero y su precipitada huida hacia la puerta entre silbidos. Ùnicamente las personas vecinas del Barrio, presentes en el local, conocían el trasfondo de la canción y su uso como himno, más de diez años atrás, por quienes presentaron tenaz batalla ante la venta, por parte de Rafael, de varias hectáreas de prados y yerbales, incluida una chopera de titularidad pública, a una insaciable constructora que pretendía levantar una macrourbanización.
Casi dos meses y medio de protestas, sentadas, escaramuzas entre los conductores de la maquinaria y parte del vecindario, denuncias cruzadas, intervención de la Guardia Civil y paralización durante semanas de las obras —siempre con aquellas estrofas de Beremundo entonadas a cappella por las personas que se rebelaban contra el despropósito urbanístico— tuvieron como resultado la reducción drástica de más de la mitad del proyecto planificado por la constructora —que incidió también, de manera negativa, en la cantidad dineraria que debía percibir Rafael—, la indemnización por los destrozos en la chopera, la retirada de las denuncias contra los manifestantes, el fortalecimiento de la Asociación de Mujeres transformada en Junta Vecinal, la creación de una Agrupación de Electores y el fin de las ínfulas de potentado de Rafael. Aunque de aquel sucio barrizal ya seco se levanta, intermitentemente, una polvareda dialéctica de la que siempre sale emporcado, sin excepción, el que insistió en amasar el lodo.
NOTAS
[1] Nombre que reciben en el Barrio las integrantes de la Asociación de Mujeres.
[2] La expresión aragonesa «llevar a alguien como cagallón por zequia» se corresponde, en castellano, con «llevar a alguien cual mojón por el agua de una acequia«.
[3] En arag., mearán.
Uff… Que difícil permanecer en el Barrio después de aquello… El tal Rafael debería haber vendido el resto de las tierras y salir corriendo.
…y con él todos los que le ayudaron a ver si el desmán colaba. Hay quienes serían capaces de alicatar una cordillera si con ello sacan provecho.
Precisamente, el otro día recordaba con un amigo al alcalde franquista, que terminamos llamando “tronchatroncos”, porque parecía que su único objetivo era cargarse todos los árboles de Granada. Hasta se atrevió con el jardín histórico del Carmen de Los Mártires, en el que quiso edificar un hotel y las máquinas excavadoras dejaron un enorme socavón difícil de recuperar. Hay arboricidas de nacimiento…
Pues ahora imagina todo lo que había detras de semejante fobia arbórea y de todas las tropelías que se han cometido y se cometen en la costa, en el interior y en la montaña. Las masacres paisajísticas son asaz lucrativas.
Creía conocer todas la canciones del Abuelo, pero veo que por lo menos me faltaba una. Esta de Crónica de Beremundo no la conocía.
…quizás porque del disco publicado que la contiene, la que más se popularizó fue la Albada, que eclipsó a las otras. La de Beremundo, como todos los temas de ese trabajo, parte de una canción popular con letra renovada por Labordeta y arreglos musicales de Alberto Gambino, otro grande de la música popular (componente del dúo Claudina y Alberto Gambino).
Por lo que leo en la entrada que enlazas ese hombre poco se habrá estropeado las manos trabajando en el campo.
Saludos.
Poco, no; nada. Ni en el campo ni en ningún otro sitio; no ha trabajado nunca.
Salud(os).
Desconocía por completo el trasfondo de esta canción y de ese artista.
No dejes nunca de poner los enlaces hacia otras páginas. Me ahorras mucho tiempo de búsqueda, jajaja
Saludos desde la vagancia absoluta de un domingo a la tarde
Abrzos!
No te preocupes, Frodo, que siempre tendrás cumplidos enlaces a cualquier tema musical que por aquí aparezca. Ahonda en José Antonio Labordeta, que tiene muy buenas y reflexivas composiciones.
Ah, la vagancia… qué bien sienta.
Otro abrazo.
La señorita Valvanera cada vez me cae mejor.
Qué buen bofetón sin manos le dio a Rafael poniendo ese CD.
No conocía a estos personajes, la canción tampoco.
Siempre salgo de tu blog sabiendo más y mejor, oye!!
Dice la sabiduría popular que «más vale maña que fuerza«. Y aquí se cumple, ¿verdad?
Los terrenos tienen una calificación por un motivo concreto que siempre debería respetarse. Anda que no se han forrado unos cuantos recalificándolos en provecho propio. En la cárcel deberían estar.
…y mucho -más de lo imaginado- que se han forrado quienes han hecho de la recalificación su modus vivendi con la complicidad de las autoridades pertinentes.
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