«Nidal»: Archivo personal
A primeros de julio regresaron las avispas papeleras al nidal viejo del muro de la solana, vacío desde el otoño y con apenas media carcasa acartonada débilmente sujeta a la pared por un inestable pedúnculo. Apuntalaron y reforzaron la parte superior del avispero y dispusieron, con laboriosa celeridad, nuevas celdillas para las larvas mientras la colonia crecía discretamente bajo la vigilancia de la guardiana, con los anaranjados artejos superiores alerta ante cualquier eventualidad.
“Démosles una oportunidad”, pidió María Petra, que estuvo filmando parte del proceso de reconstrucción, a Lurditas, la alguacila, que el verano anterior había querido destruir la Casita de Papel, situada en una zona de difícil acceso, sin ningún resultado.
Y allí siguen, morando a más de seis metros del suelo, diligentes y pacíficas, alejada su acartonada guarida del trasiego humano —y los seres humanos de su poderosa lanceta defensiva—.
¿Pacíficas? Quita, quita, recuerdo cuando pescaba que al notar algo que se movía por la nuca, simplemente traté de quitármelo y la puñ….me dio tres picotazos que hizo que dejara de pescar y me fuera a casa, estuve durante media hora tratando de rascarme, pero me contuve, al final se me pasó.
El año pasado, en el garaje de Broto oía el zumbido de las avispas, pero no lograba ver donde podían estar, pacientemente estuve esperando hasta que empecé a ver que alguna se metía en el falso techo que yo mismo había hecho al cubrir el techo con madera, les eché Prebén avispas, especial avisperos, ver foto y fueron saliendo medio muertas, tuve que levantar una tabla y quitar un avispero del tamaño de un puño que ya habían formado.
Recientemente tengo otras dos actuaciones con avisperos así que ahora siempre tengo el «mata avispas».
Este año no he conseguido el producto en mi establecimiento habitual y lo he comprado a través de Amazón.
…y cómo pican y repican las condenadas, y hasta muerden. Pero el índice de agresividad de las avispas depende de la clase a la que pertenecen y, sobre todo, de lo amenazadas -ellas y su nido- que se sientan. Las avispas a las que me refiero no son especialmente agresivas; ahora sí, su picadura es dolorosísima y tienen unas mandíbulas que para qué. Si me refiero a su pacifismo lo hago porque su avispero,tal como está situado, no es susceptible de ser amenazado ergo es difícil que se lancen en picado contra alguien para defenderlo. Precisamente hace unos días me picó, y dos veces, una avispa de las que tenían su nido en la zona donde se tiende la ropa; les acababan de destruir el avispero, aparecí yo y empecé a sacudir una sábana del tendedero sin percatarme de que había dos o tres avispas entre los pliegues. Y, claro, una de ellas se defendió.
No hay que tomarlas a broma por muy pacíficas que sean, pues hace unos días ha muerto un hombre en un pueblo cercano a causa de la picadura de avispa de las llamadas «gallegas». No era una avispa especialmente peligrosa, simplemente el hombre era alérgico.
La hipersensibilidad a la picadura de himenópteros es un asunto muy serio, aunque no siempre esa anafilaxis es mortal, pero ello no invalida lo que he comentado sobre el comportamiento de las avispas.
Bonita foto.
Con un trabajo tan diligente, yo también opto por darles otra oportunidad.
Dicen que atacan para defenderse, pero por si acaso….no bajemos la guardia!
Esperemos que esas de la foto, sigan morando ajenas a los seres humanos (y viceversa) 🙂
Con avispas y abejas siempre hay que tener cierta prevención, aunque vayan solas. Las de la fotografía han sabido ocupar una zona de accesibilidad complicada para una persona y el volumen del nido y el número de individuos que viven en él no es alarmista.
He tenido varios «accidentes» con ellas, y todos malos, por el pantalón 2 veces, bebiendo de un botijo, la jodia estaba dentro del pitorro.. ..dios como duelen las picaduras.
Kisss Kissss
Que eres una veterana, vamos, en contactos avisperiles. Cuando salgas por zonas complejas, proveéte de algo que huela a eucalipto. Lo odian y no se acercan.
Hoy precisamente, se me posó una en el brazo al salir del agua, pero la pobre estaba tan sedienta que se limitó a beber un poco del agua que aún me impregnaba. Eso sí, cuando pican, duele.
Tuviste suerte; dicen que las avispas y las abejas no suelen atacar cuando van a saciar su sed.