«Al son»: Archivo personal
Finalizado el ensayo en el nuevo local que la directora ha alquilado en Iturrama, regresan a Zizur, ya oscurecido el día, en la villavesa[*], con los estuches de los instrumentos incomodando al resto de viajeros que comparten, comprimidos, el atestado espacio del vehículo. Recién apeados y cuando la conductora del autobús se dispone a maniobrar para continuar la marcha, torna Madalina y golpea el cristal de la puerta delantera. “¿Me abres, que he perdido una cosa?”, le grita a la choferesa, que se encoge de hombros y continúa su ruta, sorteando los vehículos aparcados, hacia la rotonda. “¿Y ahora qué pasa? ¿Qué es eso que has perdido?”, se interesa Iliane. “Mi castaña. Se me ha debido de caer en el bus”. Étienne y las chicas disimulan sus sonrisas mientras Madalina lanza improperios en rumano contra la conductora huída. “Chica, que ya conseguirás otra. Ni que tuviera magia…”, interviene la veterinaria. “Tú no lo entiendes… Esa castaña que llevaba en el bolsillo me traía suerte. Me vigorizaba el codo…” “Que sí, que sí. Que era de Indias y que tenía propiedades curativas… Ya me sé la historia de memoria”, se burla Iliane. “Mañana le pillo una a mi madre, que tiene tres muy sobadas en la mesilla, y vas a rasgar la guitarra sin acordarte de que tienes codo”.
Más tarde, en la bajera, con el recientemente fallecido Ricardo Cantalapiedra desgranando sus combativas e irónicas letras, comparten Étienne, Iliane, la veterinaria, Camelia y Madalina los tuppers que Livia, la madre de Camelia y Madalina Cristea, les ha dejado con su exquisita ensaladilla biof y sus deliciosos mici.
NOTA
[*] Pop., autobús urbano de Pamplona.
¡Una castaña curativa! En algo de ese estilo tendría que creer yo para remediar los dolores en las articulaciones de los dedos de la mano…
No conocía a Ricardo Cantalapiedra. Su biografía me ha parecido muy intensa.
Un abrazo y feliz semana otoñal.
Las castañas tienen sus propiedades…si las ingieres. Pero es cierto que hay personas -y yo conozco varias- que las llevan en el bolsillo porque aseguran que van bien «para las piernas cansadas y el dolor articular«.
Un gran tipo, Cantalapiedra. Y coherente consigo mismo enn todos los caminos que emprendio.
Otro abrazo y buena semana.
Ese paisaje me resulta muy familiar. El de la vieja Iruña quiero decir. Aún me queda alguna amistad, allá en Iturrama. Lo de la castaña de la suerte, que manosear cuando se quiere tener algo entre manos es un recurso que comparto y me recuerda al de los rosarios de oriente.
Salud!
Es cierto… Hemos campado por las mismas calles.
Tener las manos ocupadas ayuda a algunas personas a controlar la ansiedad; en otras, es un síntoma y, a veces, sólo una costumbre que reconforta. Somos gente de ritos, aunque sólo tomamos consciencia de ellos cuando pensamos en unas u otras acciones que realizamos aparentemente sin ninguna razón conocida.
¡Oiga usted! No sabía yo que las castañas emanaban efluvios curativos, es que ayer tarde mi mujer hizo unas cuantas castañas asadas, y viendo los minerales que contienen el que más me afecta es el alto contenido en hierro, ya que suelo eliminar, más del que sintetizo, incluso he estado una temporada tomando cápsulas de hierro por una anemia galopante que tuve hace poco.
Curioso el vídeo de Cantalapiedra.
De ésta salimos como Diplomados en Castañas Pilongas…
Fíjate que creía que, teniendo unos años más que yo, conocerías esa seudocreencia de la castaña ejerciendo su efecto placebo desde un bolsillo.
Cantalapiedra tuvo sus mejores momentos en la Transición. Fue un hombre afectivo y muy preocupado por lo social. Y tiene letras magníficas.
El castaño de indias es una de plantas más usadas contra inflamaciones dolores musculares,… pero dudo que una castaña en el bolsillo haga ninguna efecto
http://www.anarkasis.net/plantas_medicinales/castanioindias/castanio.htm
El único efecto -y, sin duda, el mejor- es la tranquilidad que aporta a quien la lleva, que no es poco.
Uff… Que salto al pasado… Me había olvidado de Catalapiedra.
…y, a veces, ese pasado se hereda en formato vinilo y resurge.
O en formato blog…
Y el caso es que he seguido oyendo sus canciones en las iglesias sin recordar que eran suyas.
Pues fíjate que hace años, cuando era adolescente, un cura amigo me mandaba por correo algunas de esas letras a las que aludes… Precisamente el mismo cura que, hace unos días, me escribió para anunciarme el fallecimiento de Cantalapiedra.
Hay algunas que hace muchos años que no se oyen, como esta, por ejemplo
Perdón… Había olvidado que aquí se inserta el vídeo y no solo el enlace.
No había escuchado jamás este tema.
Imagino que cada uno quiere su castaña y que no le vale cualquiera, porque los humanos somos así. Curen o no, el efecto placebo existe. Tomo nota del hierro que apunta Emilio.
Efectivamente. Unas personas rezan para paliar sus males y otras guardan con mimo su castaña de Indias. Todo es cuestión de fe.
Siguiendo tus sabias indicaciones acabo de publicar un articulo dedicado a ti, se titula «Las andanzas de un estudiante de vacaciones 1«. Perdona por mis errores ortográficos, tildes y demás zarandajas.
Un saludo
Estupendo, Emilio. No sólo harás disfrutar a tus lectores y lectoras sino que tú mismo te sentirás pleno con ese pequeño álbum de tus propios recuerdos. Y nada de errores, que escribes correctamente siempre.
Ya vemos que para algunos es algo más transcendente que intranscendente.
Conocía la costumbre, o superstición, de algunas mujeres por llevar una castaña en el bolso pensando que les da suerte. Y si cambian de bolso la cambian también, y si con el paso del tiempo se estropea no la tiran, siguen con la misma aunque apenas tenga cáscara.
Lo que no sabía era el efecto sobre la salud que nos relatas.
Siempre es tan curioso mirar alrededor….
Un abrazo!
Los efectos sobre la salud, no sé, pero, sobre la mente, parece que inciden lo suficiente.
No te había reconocido.
Otro abrazo.