«Bagatelas»: Archivo personal
La cena comenzó, como la tormenta, a las nueve y media. A la par que las nubes descargaban sobre la carpa una violenta catarata y los relámpagos componían largas estelas luminosas que centelleaban al compás de los truenos, la Charangueta Fara arrancó con la danza de las espadas mientras algunos comensales, de pie junto a las mesas, ondeaban las pañoletas verdes que ornamentaban los respaldos de las sillas y otros, más dispuestos, remedaban el dance entrechocando los cuchillos de la carne y los del pescado. Aún hubo tres bises antes de que los camareros del catering sirvieran los rollitos de lenguado rellenos de langostinos y jugo de cigalas que precedieron a los sorbetes de limón y a las chuletas de ternera lechal con patatas rotas.
Apenas terminadas las namelakas de chocolate y mandarina y servidos cafés y licores, la música de Ixo Rai! señaló el comienzo del baile.
Cuando, pasadas las cinco de la madrugada, los últimos juerguistas daban cuenta del buffet japonés a base de sushi, makis y nigiris y terminaban con los restos de la mesa de encurtidos, una lluvia fina, a modo de sirimiri, servía de sereno colofón de la fiesta.
Y que bien que se tuvo que pasar con esa fiesta en la que lo mismo se tiraba por la tradición, que se echaba mano del sushi y otras cosas más recientes… Por estas tierras, se entiende. Y hablando de danzas de espadas, y de hachas de fuego, que las hay por todas partes y a uno le hace pensar en alguna antigua tradición que, por eso de las espadas, ha de remontarse al medievo…
Salud!
El dance de las espadas que ejecutan los danzantes de Huesca es bastante antiguo (se cree que es un dance guerrero con orígenes árabes, no en vano Huesca fue una ciudad musulmana) pero la música fue compuesta en el siglo XIX por el músico altoaragonés Valentín Gardeta. Lo curioso de esa música es que Gardeta quiso, también, homenajear a Mozart e introdujo en su composición algunos acordes de la Sinfonía nº 41 Júpiter, terminada por Mozart un diez de agosto, festividad de San Lorenzo, en cuyo honor bailan los danzantes.
Salud.
Siguiendo la pista a lo que cuenta, y de paso a lo que hay en mi casa de mano de Don Julio Caro Baroja, me encuentro con un curioso artículo referido aun pueblo que usted conocerá mejor que yo, y que venero por la joya barroca que conserva en su interior -para mí, una de las más hermosas y menos conocidas del Estado-, en el que hay documentada gráficamente una danza de espadas del siglo XVIII, algo que ya para entonces sería toda una tradición:
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Salud!
Gracias por la aportación, porque desconocía esas tablas que tanto parecen aportar al dance laurentino. No es difícil imaginarse a aquellos danzantes brincando al son del salterio… En las anotaciones que tengo también señalan el siglo XVII como la época donde se documentan pro primera vez los antiguos dances, que eran ejecutados, desde más antiguo, por los hortelanos de un barrio oscense que, cuando los aragoneses conquistaron Wasqa, fue enclave de mosriscos. Curiosamente, la tradción de ser danzante se mantiene entre un reducido grupo de familias, pasando de padres a hijos o sobrinos.
Me da que se lo va pasar chachi con la última del Kusturica
Si al menos resultase tan novedosa como las primeras…
Le va a enamorar el lechero, y si no, me araña
Es que no se porqué, pero me lo recordó la anotación juas
Kissss y Kisss
Ya veremos, ya veremos. Y conste que las uñas las llevo cortas.
Me puedo permitir el lujo de comentar, aunque no de consultar información adicional ya que, aunque me había quedado sin datos y de esta manera en Broto ni se me llegaban a abrir los blogs, ahora que he conseguido tres gigas adicionales puedo por lo memos visitaros y comentar, pero sin demasiadas alegrías ya que los datos tardan menos en consumirse que un paquete de caramelos a la puerta de un colegio.
La técnica, que nunca termina de acomodarse correctamente a las necesidades de cada cual. Al menos, navegas.
Vosotros hablando de espadas y yo relamiéndome con los rollitos de lenguado y las chuletas… ¡Menuda cena!
…y eso que no he hecho referencia a los aperitivos que hubo antes de la cena oficial.
No, no lo pasáis mal por ahí arriba. Fresquitos y comiendo bien… Nosotros, mientras, en África, atravesando el desierto. Tres dátiles y un gazpacho…
Mucho fresco tampoco creas que hace, aunque alguna noche sí que ha habido que ponerse de manga larga, lo cual, en mi caso, he de agradecer porque tengo muchísimo aguante para el frío pero escaso para el calor.