«Edificio de la Judería de Huesca»: Archivo personal
«Yo, Mossé Raenas judío Osce, atendient e considerant que tu Anthonico d’Asín, que ante te dezían Jacobico Rahenas, que en tan tierna edat te fiziés cristiano, e yo me voy por la spulsión de los ditos judíos de la senyoría del Rey nuestro señor e no te quede bienes ningunos para te alimentar, e yo no tengo qué darte si no unas casas sitas en la judería, por tanto renuncio en tu Anthonico d’Asín et en quien tu querrás et mandarás las ditas casas mías.»– Donación documentada el 22 de julio de 1492 de las posesiones de un judío expulsado de Huesca a un muchacho converso.
Extramuros, la Judería. Ya nadie la denomina así. Comenzó a perder el nombre aquellos días de entre finales de julio y primeros de agosto de 1492, cuando los cuatrocientos cincuenta miembros irreductibles de la comunidad instalada desde el siglo XI en el exterior de la muralla, frente a la puerta de Ramián, enfilaron —oscenses dolientes mas orgullosos de su religión— el camino que les conduciría lejos, tan lejos, de su ciudad de origen, de la Osce Biella donde la convivencia armónica y la protección de los reyes aragoneses y hasta de la propia catolicísima iglesia trocóse en indisimulado odio de la feligresía cristiana, acometidas, torturas, pillaje, inquisiciones, encarcelamientos y hogueras purificadoras. Marcháronse cuatrocientos cincuenta —¿o fueron quinientos?— mujeres, hombres, criaturas de sus hogares y tierra, en triste procesión que grabaron en las pupilas quienes, abocados a abrazar la fe imperante y única, permanecieron entre los muros de sus hogares, con los labios susurrando la filiación de los ausentes y la fe de bautismo de la nueva religión dispuesta para el cotidiano escrutinio de suspicacias y denuncias. Barrio de Mesnaderos, dieron en llamar las autoridades de la Corona al conjunto de casas y callejas donde los plateros, mercaderes, sastres, tintoreros, zapateros, especieros, albarderos, cirujanos y prestamistas judíos desarrollaron sus oficios y sus ritos ancestrales y repoblado, tras la expulsión de buena parte de sus moradores, por cristianos viejos, amén de los nuevos. “Judería. Es la Judería”, insistían los habitantes de la ciudad. Tuvieron que pasar cien años y la promesa de 40 días de indulgencia por parte del obispo oscense Diego Monreal a quienes utilizaran el nuevo nombre para que la denominación Mesnaderos empezara a ser familiar en la ciudad, cayendo, no obstante, en desuso en beneficio de otra que la ciudadanía consideró más acorde con la situación, surgiendo el nombre que ha llegado hasta nuestros días: Barrionuevo.
Conserva Barrionuevo el trazado de sus dos callejas semipeatonales y un conjunto de casas rehabilitadas que llevan con la imaginación a otros tiempos y otras gentes. Y al final de uno de los laterales, durmiente, discreto, abandonado y erguido, un viejísimo edificio —con ligeras modificaciones en su fachada— que en el medioevo hubo de ser el alma de la Judería: La sinagoga pequeña; la única de las tres levantadas en Huesca que, aun olvidada y desconocida por quienes atraviesan hoy en día Barrionuevo para llegar al centro de la ciudad, guarda entre sus piedras siglos de historia.
ANEXO
La Judería de Huesca, de Antonio Durán Gudiol (Biblioteca Virtual de Aragón).
Me ha gustado la historia, me ha llamado la atención el apellido Asín, con una gran antigüedad y que es relativamente normal en Huesca. Por supuesto destaca el pueblo Asín de Broto, según dicen los García Carraffa, fueron los Asín un muy antiguo y conocido linaje de hijosdalgo aragoneses, con casa solar en el lugar actual de Asín de Broto, cuyo nombre tomó.
Jaime I de Aragón, en el siglo XIII, heredó en Valencia al cabalero Guillén de Asín, en justo premio a su valor. En Aragón, el Rey Don Pedro IV de Aragón (1336-1387) concedió el privilegio de hidalguía a Francisco de Asín, vecino de la villa de Broto. Pedro y Juan de Asín, vecinos de Biescas, y Pedro de Asín, vecino de Monzón, en la misma provincia, eran hijosdalgos en el maravedí de 1582. Martín de Asín, vecino de Zaragoza, vio reconocida su infanzonía en el año 1681 por la Real Audiencia de Aragón.
Es enorme el legado que los judíos dejaron en la península, desde ciencias, pasando por medicina, recaudadores de impuestos… en definitiva transmisor de los conocimientos árabes.
Un apellido abundante el de Asín; conozco a varias personas que lo portan, aunque ignoro si proceden de algún converso, como el tal Anthonico, o de algunas de las familias montañesas que repoblaron Huesca cuando pasó a ser feudo cristiano.
La distancia histórica revaloriza más si cabe a todos los pueblos que vivieron y sintieron como propio el territorio por el que ahora nos movemos. Siempre, por muchas modificaciones estructrales y hasta ideológicas que se hagan, perviven las huellas de otros pasos; y seguirlas es una aventura tan emotiva como apasionante.
semá puesto mala leche, pobrecicos los judeos aquellos
Judeos, moriscos, gitanos, armenios, kurdos, saharahuis… Cambian los «argumentos» y hasta los «contextos históricos», pero siempre hay un pueblo maldito con el que cebarse.
Muchísimas gracias por el libro que nos regalas y la dirección en si, en la que he encontrado cosas realmente valiosas e interesantes. Creo que ya le conté en cierta ocasión que, además de por pura curiosidad, me unen con Aragón muy estrechos lazos de amistad que hacen que sienta un especialísimo interés por todas estas cosas.
Por cierto que lo de la donación que abre su texto, para mi que el converso o receptor de la donación era un familiar, posiblemente hijo o sobrino, que pasaba a ser converso para custodiar las posesiones de los familiares que marchaban con la expulsión. Una vez en el extranjero, seguían manteniendo el contacto…
Recuerdo haber leído hace ya tiempo que, por ejemplo, el abuelo o bisabuelo de Michel de Montaigne, era un judio huído de Zaragoza… Sin duda, el potencial que se perdió con eso, además de las injusticias y abusos que se cometieron, es algo que nunca seremos capaces de calcular.
Seguramente, la historia de la donación se aproximará a lo que supones; ciertamente, en Huesca quedaron más conversos que judíos expulsados, dado que las conversiones empezaron muchos años antes.
El libro de Durán Gudiol es un puntilloso registro de la historia de los judíos oscenses y, por extensión,de los de la Corona de Aragón; bastante completo y bien documentado, porque, pese a la idea general sobre la Edad Media como época oscura, hay abundante material de los de luz y taquígrafo -o velón y notario, por aquello de ser fieles al contexto-.
(Y, efectivamente, la Biblioteca Virtual de Aragón da para mucho si se tiene interés en bucear en ella, que, celebro, sea tu caso.)
Cuando yo era niña, nos decían que en Granada la mitad descendiamos de judíos y la a otra mitad de árabes y, como me miraba al espejo y no me veía nada de árabe, estaba convencida que descendía de judios. Luego hemos sabido que de eso nada, que casi toda la población de unos y de otros fue expulsada en distintas etapas y Granada repoblada por gallegos y castellanos, así que vaya usted a saber de donde vengo. Sin embargo, uno de los primitivos nombres de mi ciudad fue Garnata al-Yahud, Granada de los judíos, y el barrio donde permanecieron cuando la invasión musulmana, el Realejo, sigue siendo un barrio muy vivo y con muchas huellas suyas.
Afortunadamente,del pasado siempre quedan vestigios, no tanto en las personas como en las tradiciones, estructuras espaciales, edificaciones y denominaciones, de tal manera que aquello considerado como fruto del azar o del capricho suele tener detrás una historia cuyo conocimiento no siempre se propicia.
En Barrionuevo han tirado muchas casas y el aspecto general ha mejorado, lo recuerdo de hace años como un lugar oscuro de casas destartaladas. De la sinagoga no había oído hablar pero ya tengo localizado por descarte el edificio de la foto, el del inmueble pegado al rincón musical, enfrente del Pedro I, ¿no?
Salud.
De ese edificio se trata, sí; se cree que allí estuvo la sinagoga pequeña.