«Cerezos en flor bajo la Sierra Caballera»: Santiago Castilla
Sin mudar color, descarga el cielo cuatro goterones que se estampan, ovalados, contra los pedruscos dispersos de la trocha que lleva hasta los cerezos en flor. Las mujeres no aceleran el ritmo de la suave marcha y la lluvia, ahora refinada, les roza los cuerpos acalorados que descienden, indolentes, hacia el camino, con la Sierra Caballera a la espalda.
Cerca de dos horas y media tardan, todavía, en llegar a la restaurada Caseta de los Pobres[1]. En las alturas, un esbozo de arco iris —uno de cuyos extremos parece anudado al lejano pico de Gratal— se proyecta, tenue y descolorido, hacia la alberca de Alboré, en una lejanía de llanos verdes salpicados de bojedales, erizones, amapolas y madreselvas que bordean el camino de Lupiñén compitiendo con el señorial balcón florido desde donde ella, sonriente, saluda a las sudorosas andariegas que, alargando, ahora sí, sus zancadas, arriban hasta el portalón y lo traspasan con el cansancio pellizcándoles las desnudas pantorrillas.
NOTA
[1] Pequeña edificación de unos 8 metros cuadrados en forma de iglú que en el siglo XIX y principios del siglo XX servía de refugio a vagabundos y buhoneros.
No me extraña que no aceleraran el paso ni siquiera ante la aparición de la lluvia pues el recorrido merecía ese caminar suave para poder apreciar su belleza.
La belleza siempre retrasa cualquier marcha; hay que dejar que los ojos se empapen bien del entorno.
Por largo que fuera el recorrido estoy segura que le mereció la pena transitar por tan bellos parajes. Además, lo relatas tan bien que me sentí caminar con ellas.
Abrazos
La próxima vez que las caminantes elijan un sendero, te apunto, Trini. 😉
Besos.
Reapareces y me traes recuerdos de las cerezas de Bolea criadas bajo Gratal y Caballera. Muy buenas y refrescantes para reponer fuerzas después de una caminata como la descrita.
Buen fin de semana.
Son deliciosas. Algo de magia les llegará de las legendarias sierras…
Un abrazo y felicísimo descanso.
Todos estos sitios los he visto hace tiempo de pasada, antes ni fotos, ni tomaba notas, por ello hay muchas cosas que no recuerdo.
Al empezar a leer «Caseta de los Pobres» inconscientemente he pensado en «Los Esconjuraderos» ya que por su pequeñez y sus localizaciones podrían haber servido para lo mismo, aunque en realidad tenían otras utilidades.
La Caseta de los Pobres de Lupiñén tiene poca alzada y está excesivamente resguardada para que pudiera servir como esconjuradero. El Pirineo y las Sierras Exteriores tienen una larga tradición de curas dedicados a esconjurar tormentas. En mi infancia conocí a un mosén viejecito que se dedicó a ello. Muchos esconjuraderos resisten al paso del tiempo como reliquias del pretérito y, en muchos pueblos, todavía se guardan las retahilas usadas para desviar el pedrisco y las tormentas.
Leyendo esto he pensado en lo poco que he vivido el campo, lo poco que se de caminos y tierra bajo mis pies. Solo los alrededores de la ciudad, los caminos de la Vega paralelos a acequias o las laderas de Las Conejeras en donde tomar el sol y estar con el novio sin miradas curiosas. El «campo de cerca» y el «campo de lejos», como les llamábamos, pero ninguno estaba realmente lejos… ni era el campo, pues ahora está invadido por el ladrillo tanto lo uno como lo otro.
Me gusta esa expresión, «vivir el campo«… En Aragón, salvo Zaragoza, el resto de localidades son pequeñas y dispersas. La densidad de población es nimia y eso magnifica llanos y sierras. Pero si por los mandamases vía urna fuera, aquí se alicataban los Pirineos y se hacían ochenta pantanos más. Menos mal que no hay dinero y las veredas, lomas, picachos y senderos sólo son transformados por la propia naturaleza.
Qué maravillosa estampa, digna sin duda de inmortalizar en el apartado que el alma guarda para la belleza…
Feliz estancia en este nuevo espacio
Un abrazo
El entorno tiene, en ocasiones, la ventaja de poder mimetizarse con él hasta sentir que se forma parte de cada recodo del paraje.
Besos, Luz.
la Caseta de los Pobres se parece en la forma a las edificaciones de los poblados árabes. ¿Podría ser un resto de alguna construcción musulmana?
Salu2.
La única referencia antigua a esa edificación es que se utilizaba como refugio, de ahí el nombre.
No tiene nada que ver con la arquitectura árabe esa cúpula de piedras.
Desde luego como supuesto resto musulmán no tiene ninguna posibilidad, pero es que, además, está bien documentado cuál fue su uso.
He metido la pata 😕
Nadie tiene la obligación de conocer la arquitectura árabe, aunque los que hemos crecido mirándola podemos tener más idea.