«Tremonzillo»: Archivo personal
Suena, mansa, la lluvia sobre los batientes translúcidos del invernáculo donde la señorita Valvanera recrea primaveras de delicados pétalos que desafían al invierno mientras las adelantadas flores de los almendros del exterior tiritan, espoleadas por el cierzo y el agua, soñando las caricias del Sol en sus rosados cuerpecillos.
Estírase el gato contorsionando sus miembros sobre la impoluta parrilla de la barbacoa; se mueven sus orejas al ritmo de los pasos conocidos que van y vienen por el jardín. Sones de cucharillas y platos. Voces mañaneras. Ruidos. Aromas a café e infusiones. Crujido de tostadas. Lluvia. Tap, tap, tap.
Desciende Tremonzillo de su trono de sueños. Bosteza y cabecea. Avanza en pos de las piernas familiares que roza, zalamero, antes de sentarse, erguido, con los cuartos traseros aposentados en el terrazo y el rostro anhelante fijo en la mesa donde la señorita Valvanera y sus invitadas desayunan y charlan bajo la capota cristalina que las preserva del tiempo desapacible.
Muy apropiado el artículo para un día como hoy. En Zaragoza llueve, en Broto (lo veo con una cámara web, situada en lo alto de un hotel) está nevando y la niebla impide ver más allá de 100 metros.
Marzo, marceando, que se dice, ahora que la Primavera se prepara para el regreso.
Cómo disfruto con estas historias de la señorita Valvanera.
Mientras voy leyendo tus palabras me trasladan hasta la escena que describes.
Un abrazo semi primaveral
Parece que el invierno se prepare para echarle un pulso a la que está por llegar, como diciéndole que aún domina él.
Otro abrazo, reina.
Ese gato vivirá a cuerpo de rey haga frío o calor. No tendrá q buscarse el alimento por ahí.
Por aquí tb llueve y ventea.
Salu2.
En realidad es un gato que -como todos- se las apaña bastante bien sin necesidad de los seres humanos; entra y sale cuando quiere y es un excelente cazador. Claro, que tampoco desdeña las delicatessen que la dueña del jardín -que no del gato- le coloca en el platito.
¡Vaya! yo creí que el gato era tuyo.
De todas formas parece que a el también le tocó participar de la fiesta.
Un bonito relato que huele a lluvia y a café.
Pues ya ves, se trata de un gato tejadero —con todas las vacunas y controles veterinarios al día, pero tejadero—, como la mayoría de los gatos del Barrio.
Un relato bonito con el mal tiempo como fondo. Necesitaríamos un invernáculo portátil para esta locura de marzo.
Buena semana.
Pues fíjate que les tengo apego a las inclemencias invernales; el frío, la lluvia, la nieve y las heladas me transmiten un vigor que se desinfla en las estaciones cálidas.
Buena semana para ti también, Pili.
Que suerte tiene la señorita Valvanera, con invernadero para sus plantas… y sus amigas.
Ciertamente. En ocasiones se agradecen esos oasis que aislan de la realidad.
Me da a mí que la señorita Valvanera se aisla de la realidad con frecuencia.
Todo lo contrario, Senior citizen. Y lo digo con conocimiento de causa; fue mi maestra —sigue siéndolo para quienes fueron sus alumnos y alumnas— y la he visto envejecer sin perder la perspectiva.
Qué bonito escribes… srta. Valvanera.
Sí, los gatos no tienen dueño. En todo caso, proveedor oficial de sus necesidades alimentarias, sanitarias y táctiles.
Un abrazo.
A mí también, me gusta el tiempo inclemente, con algunas treguas.
El verano, por las horas de luz.
Qué más quisiera yo, eterno aprendiz, que llegar a la edad de la señorita Valvanera con ese espiritu suyo.
Y llevas razón, los gatos son seres libres que, de vez en cuando, ofrecen a un ser humano el privilegio de su compañía..
Otro abrazo, montañera.