«Fragmentación»: Archivo personal
Aykut Demir, capitán de un equipo de fútbol de la segunda división turca, hurgó con un simple gesto en la hipocresía de los democráticos gobiernos occidentales al negarse a vestir la camiseta con el lema NO WAR alegando la doble vara de medir los conflictos según su ubicación, como si la raza y la nacionalidad de las víctimas de una guerra, cualquier guerra, determinaran el sufrimiento. “Tiene un careto de yijadista…”, comentaba of the record un periodista deportivo en una tertulia de barra en la que dos o tres clientes, con más vozarrón que cerebro, pedían la expulsión del deslenguado de la liga turca, cuando no colgarlo por sus atributos masculinos del mismo larguero. Ninguno de los lanzadores de espumarajos se planteó hasta qué punto, fuera de cualquier ideología, el futbolista rebelde daba en el centro de ese cristal, unas veces grueso y otras endeble, a cuyo través la sociedad observa los acontecimientos internacionales sobre los que intereses ajenos a la gente de a pie sitúan la lupa, con mayor o menor precisión en función de la respuesta social que se pretende obtener. Otra cosa es que los manipuladores de cupo lo consigan, que no siempre la tergiversación surte el efecto buscado, como lo demuestran las manifestaciones en diferentes puntos de Rusia contra la invasión de Ucrania, que ni las detenciones masivas ni las soflamas belicistas de los medios rusos cercados por la censura han logrado erradicar; o las que tienen lugar en Israel a favor de los palestinos; o aquellas otras que hubo en diversos escenarios europeos contra la guerra de Irak.